Alfredo Selas, veterano sumiller, con Edgar Pascual en el dispensador de Rioja por copas.

Texto: Javier Pascual

Con la colaboración de 25 bodegas de Rioja, Miguel Achótegui ha conseguido crear un acogedor espacio para el vino en su hotel restaurante Arrope de Haro. Lo protagoniza una novedosa máquina expendedora de vino por copas en régimen de autoservicio, que permite disfrutar de una selecta gama de 25 vinos de otras tantas bodegas. Además de una elección tan amplia, difícil de encontrar para el servicio de vino por copas, el dispensador ofrece para cada vino tres opciones de volumen a servir y, por tanto, del precio a pagar. A lo que se suma la conservación en perfectas condiciones la botella abierta durante el tiempo suficiente para su consumo.

Miguel Achótegui irradia un entusiasmo contagioso, algo tan necesario en estos tiempos de incertidumbre, en los que cobra especial valor aquello de que la economía es un estado de ánimo. El acto de inauguración de su nuevo ‘Wine Corner’, celebrado el pasado viernes 10 de febrero, fue sencillo en protocolo, pero cálido y muy bien ‘ilustrado’ con la degustación de la colección de vinos de alto nivel presentados por las bodegas colaboradoras y un magnífico surtido de tapas. La cita representó sobre todo una buena excusa para un nuevo reencuentro con las gentes del vino del entorno de Haro, capital histórica del vino de Rioja.

Miguel Achótegui (d) con Basilio Izquierdo y Edgar Pascual.

Entre el centenar de asistentes no faltaron los representantes de las bodegas que han colaborado en la creación del Wine Corner del Arrope, como los jarreros Matías Calleja, director Técnico de Bodegas Beronia, y Luis Martínez Lacuesta, de ilustre apellido vitivinícola. Otros son de nuevo cuño, apegados a la tierra, como Pilar Fernández Eguíluz de Ábalos y Pedro Cadarso de Aras. Y la mayoría, comerciales de la nueva generación, como Eduardo Jiménez de Bodegas Luis Alegre (Grupo Muriel).

Tuvimos la ocasión de departir de nuevo con instituciones del mundo de la técnica del vino de Rioja como Manuel Ruiz Hernandez, un pozo de sabiduría del Rioja, que hace de cada idea, de cada frase, un titular. Asegura que “en Rioja se impone el dogma de hacer uvas baratas”. “Quizás cuestan mucho menos de lo que valen en muchos casos”, le apunto ante la mirada atenta de Basilio Izquierdo, que tercia asegurando que en Rioja debería haber uvas por las que se pagara un precio varias veces superior a la media. ¿No las hay? pregunto, ¿o no se pagan?, insisto.

También pudimos saludar a jóvenes valores de la sumillería, como Roberto Ruiz de la Cuesta, del restaurante Martín Berasategui, y veteranos como Alfredo Selas, presidente y refundador en 2010 de la Asociación de Sumilleres. Entre otros muchos representantes de la sociedad jarrera estaban artistas como José Uriszar, que dejó el comercio del vino por los pinceles, periodistas como Joseba Martín, de Radio Haro Digital, técnicos vitivinícolas en la cresta de la ola, como Natalia Olarte de Bodegas Riojanas, y veteranos como Miguel Martínez, de la Estación Enológica.

Copa en mano, entre lance y lance al plato de jamón ibérico, el ambiente distendido es propicio para disquisiciones varias, incluso sobre el mapa de suelos vitícolas de la DOCa Rioja colocado por Achótegui como decoración con objetivo didáctico. Manuel Ruiz Hernández, que fue su autor en los años setenta, nos asegura que está incompleto sin los cortes en vertical de los diferentes suelos, porque es de las capas más profundas a las que descienden las raíces, penetrando entre las fisuras de las capas rocosas de arenisca, de donde sale la calidad del vino y aspectos como la mineralidad. Esa de la que tantos hablan actualmente desde el escepticismo, le apunto.

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