Fernando Gangutia, quinta generación de la familia al frente de la tonelería, Mª Teresa Pérez Fernández, gerente de Tonelería Gangutia, y Marcos Jiménez Zapatero, Alcalde de Cenicero

La empresa riojana es fiel a valores como artesanía, calidad, innovación y sostenibilidad

Tonelería Gangutia celebra su 150 aniversario y el primer año de las próximas décadas y para conmemorar su más de siglo y medio de historia ha congregado a trabajadores, clientes, proveedores y amigos en un acto celebrado el 1 de diciembre en el Círculo Logroñés.

Esta tonelería riojana ha sabido aunar un saber hacer artesanal con las últimas tecnologías, enfocando todos sus procesos hacia la sostenibilidad y manteniendo siempre como eje principal de su trabajo el valor de un oficio ancestral.

Todo comenzó en 1870, cuando Estanislao Gangutia empezó a trabajar elaborando cubas para diferentes bodegas de Rioja. Su hijo, Santiago, se dio cuenta de que los nuevos usos de las barricas por parte de los enólogos franceses podían ser una oportunidad. Gracias a las enseñanzas de su padre, montó uno de los primeros talleres de tonelería de la zona. Así comenzó una estirpe de cuberos, una profesión que han sabido transmitir de generación en generación, dejando un legado de conocimiento, esfuerzo y respeto por el oficio, además de un férreo compromiso con el entorno.

Situada en Cenicero (La Rioja), es una de las tonelerías más antiguas de España. Siempre buscando la excelencia en sus productos, han sabido mantener la esencia de su trabajo y, a la vez, evolucionar para poder cumplir con las expectativas de las bodegas y destilerías más exigentes del mundo. De esta manera, se apoyan en la tradición sin dejar de mirar al futuro para producir más de 150.000 barricas al año tanto  para nacionales como internacionales. Cuentan además con una pequeña filial en Estados Unidos, Tonelería Gangutia USA.

Son conscientes de que las barricas son una de las herramientas fundamentales para el trabajo de los enólogos, necesarias para la conservación y crianza de vinos y destilados. Por eso, invierten continuamente en I+D+i y trabajan sin stock y mano a mano con ellos, personalizando cada pedido. Otorgan así un producto de calidad, totalmente adaptado a sus necesidades y respetando la personalidad de las distintas variedades de uva y zonas de producción.

Además de contar con certificados como PEFC y trabajar bajo las directrices de la ISO-14001, toda su cadena está enfocada a lograr una auténtica economía circular. Conscientes de que “proteger el mundo donde vivimos no es sólo una opción, es una exigencia”, trabajan con materiales de alta calidad que, además, responden a los criterios de respeto y compromiso con el medio ambiente.

Su materia prima procede de los mejores ejemplares de roble francés, europeo y americano, así como maderas alternativas como la acacia, el cerezo el castaño o incluso el eucalipto. Seleccionan las maderas en función del aporte tánico y diseñan el curado de cada roble según su ADN marcando la diferencia con tostados revolucionarios. Otro de sus pilares es el secado natural (que no baja de los 30 meses) y el tostado a medida.

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