Detectar oídio
El Proyecto, que finaliza este año, busca desarrollar un modelo de predicción que permita un uso racional de tratamientos fitosanitarios ante esta enfermedad endémica que, en condiciones favorables, puede producir daños considerables en el viñedo riojano.

Técnicos del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) han obtenido conclusiones relevantes de la campaña 2018 en el marco del Proyecto Oídio Detection promovido por Grupo Rioja, dado que ese año la infección se manifestó con severidad en buena parte de La Rioja.

El Proyecto, que finaliza este año, busca desarrollar un modelo de predicción que permita un uso racional de tratamientos fitosanitarios ante esta enfermedad endémica que, en condiciones favorables, puede producir daños considerables en el viñedo riojano. El Oídio obliga a aplicar tratamientos preventivos, en ocasiones innecesarios, que conllevan un coste económico e implicaciones ambientales por la permanencia de residuos en los suelos y su filtración en acuíferos.

Con el apoyo de la Consejería de Agricultura de La Rioja, a las bodegas asociadas Ramón Bilbao y Bodegas del Medievo se han unido la Asociación de Cooperativas FECOAR y las cooperativas Bodegas Aradón y Bodegas Patrocinio, en colaboración con el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), la empresa Encore Lab y el Servicio de Información Agroclimática de La Rioja.

Los trabajos se han centrado en contrastar modelos de predicción de riesgo de Oídio desarrollados en otras regiones vitivinícolas, para adaptarlo a las condiciones de Rioja y crear un modelo propio que permita un uso de fitosanitarios más racional y sostenible en la Denominación.

En 2018 se ensayó la toma de decisiones mediante el Modelo Gubler‐Thomas, desarrollado por investigadores de California, y se logró reducir el número de tratamientos entre un 20% y un 50% en el 67% de las parcelas ensayadas. Además, el escaso ataque registrado en algunos de los testigos hace pensar que, en algunos casos, el número de tratamientos para controlar la enfermedad podría haber sido aún menor.

El trabajo de campo se divide entre La Rioja Alta, con influencia atlántica, y La Rioja Oriental, con influencia mediterránea, fijando en cada una una zona sin tratamiento, otra con tratamiento convencional y una tercera de tratamiento experimental.

Las parcelas están controladas mediante sistemas de información geográfica (SIG) y tecnología CESENS de monitorización con sensores de campo integrados en estaciones agroclimáticas, además de las tres visitas mensuales que los técnicos han realizado para el seguimiento in situ. Toda la información confluye en una aplicación que permite gestionar el viñedo desde cualquier punto en cualquier momento.

El proyecto aspira a reducir en, al menos, un 20% las aplicaciones de productos fitosanitarios por parte de la mitad de los 16.500 viticultores y las más de 500 bodegas que componen el sector vitivinícola riojano. Esto objetivo, además de suponer un ahorro económico de unos 1.100.000€ al año, permitiría una reducción de casi 10.000 litros de productos fitosanitarios, lo que supone una clara mejora en la sostenibilidad ambiental del cultivo. Según los resultados de la campaña 2018, parece factible poder lograr este impacto con la ayuda de modelos predictivos.

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