crianzas de Rioja

Blog El Descorche de La Prensa del Rioja
Texto: Javier Pascual / director de La Prensa del Rioja.

Como he venido recordando en varios artículos desde 2014, se han cumplido cuarenta años desde que Rioja se inventara un criterio clasificatorio de los vinos en función del envejecimiento, ‘reglamentando’ así a partir de 1980 el envejecimiento en barrica que las bodegas practicaban desde el Siglo XIX y creando las categorías aún vigentes de ‘joven’, crianza, reserva y gran reserva (ver por ejemplo “Las contraetiquetas que certifican el envejecimiento en barrica de los vinos de Rioja cumplen 40 años”, del 03/03/2014). Los resultados, tanto en términos de imagen como de retorno económico, han superado cualquier previsión, hasta el punto de que podemos considerar los vinos tintos criados en barrica el principal soporte económico del sector vitivinícola riojano, es decir, “el pulmón de Rioja”. Además, estos vinos han pasado a formar parte indisociable de la identidad de Rioja, donde tradicionalmente las innovaciones iban llegando de forma tranquila y muy meditada. Sin embargo, en poco tiempo ha vivido una auténtica cascada de novedades: vinos blancos de nuevas variedades, vinos de pueblo, espumosos de Rioja, vinos de varietales minoritarios, ‘Viñedos Singulares’… Son la punta de lanza de la Denominación y, como tal, acaparan todo el interés mediático y del propio sector. Un buen ejemplo de la inquietud que provoca esta nueva figura entre los técnicos ha sido la iniciativa de la Asociación de Enólogos de Rioja, que ha dedicado su tradicional jornada de reflexión ‘postvendimia’ a analizar los retos que plantean los ‘Viñedos Singulares’. Ante esta cascada de novedades, que también han llegado cargadas de ilusiones, hemos considerado oportuno poner de nuevo el foco sobre el vigente modelo de clasificación de los vinos de Rioja y su peso en la economía del sector, pues el socorrido ‘karma’ de la innovación puede conducir a la dispersión y a una pérdida de identidad nefasta para el negocio del vino. Las modas se convierten a menudo en las hojas que no dejan ver el bosque y, aunque resulte una obviedad decirlo, no hay que perder de vista cuál es la imagen que Rioja proyecta entre los consumidores para atinar con las futuras estrategias comerciales y promocionales. En todo caso, es necesario subrayar el gran esfuerzo que se ha hecho para reforzar la calidad en todas las categorías, tanto por parte de las bodegas como de los productores de uva. Y esta mayor exigencia de calidad no solo contribuye a incrementar el valor, un objetivo prioritario para Rioja, sino que hoy en día resulta sencillamente una cuestión de supervivencia. El objetivo no es ya alcanzar estándares aceptables de calidad, sino el máximo nivel de excelencia, del mismo modo que la Academia Riojana de Gastronomía pretende conseguir que la gastronomía riojana –protagonista del número ‘navideño’ de La Prensa del Rioja– proyecte al mundo una imagen de excelencia, dotada de identidad propia y que trascienda el tópico “tierra de buen comer”. Como asegura su presidente, Pedro Barrio, “la búsqueda de la excelencia en todos los niveles puede hacer que capitalicemos y rentabilicemos un fenómeno global, como el de la gastronomía, que tiene en nuestra tierra un destino abonado, pues tenemos territorio, singularidad, autenticidad, calidad e historia”.

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