Las 37 cepas de Benedicto descubiertas en los viñedos de Bodegas Luis Cañas permiten recuperar las raíces genéticas de la principal variedad tinta española.

La identificación de 37 cepas de la variedad de uva Benedicto, diseminadas en veinte parcelas de viñedo de Bodegas Luis Cañas, representa un interesante hito en la investigación vitivinícola por tratarse del que fuera progenitor de la principal variedad de uva tinta española en la actualidad. El hallazgo ha ocurrido ocho años después de que un estudio realizado a partir del ADN por investigadores del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) y del IMIDRA madrileño determinara que el tempranillo fue fruto de un cruce entre la variedad tinta Benedicto y la variedad blanca Albillo Mayor (Turruntés en La Rioja).

Creen los expertos que tal cruce varietal debió producirse hace al menos cinco siglos, ya que la primera referencia al tempranillo data de 1512, año en el que Alonso de Herrera cita la variedad tinta ‘aragonez’, sinonimia del tempranillo, en su monumental obra sobre la agricultura española. Un par de siglos después, J. A. Valcárcel cita por primera vez la uva tempranillo, cuya descripción realiza en el año 1807 Clemente y Rubio bajo la sinonimia de ‘cupani’ en las localidades de Logroño y Peralta (Navarra).

En septiembre de 2012, nº 200 de La Prensa del Rioja, publicábamos la noticia del descubrimiento de los progenitores del tempranillo por parte de un equipo de investigadores del ICVV y del IMIDRA madrileño. Estaba encabezado por Javier Ibáñez, quien actualmente se encuentra igualmente al frente del estudio que comenzó hace tres años por iniciativa de la familia Luis Cañas en los viñedos que cultiva la bodega, en algunos casos prefiloxéricos, en un entorno aproximado de cinco kilómetros alrededor de la localidad riojano-alavesa de Villabuena. La investigación desarrollada por el ICVV ha llevado a la identificación de unas treinta variedades de uva prácticamente desaparecidas, así como de las 37 cepas de Benedicto, antiquísima variedad en vías de extinción cuya procedencia se sitúa en Aragón.

Además de su importancia histórica como precursor del tempranillo, al parecer tiene un potencial enológico y vitícola de gran interés, como se ha podido comprobar con las primeras 17 botellas de Benedicto que se han elaborado de la cosecha 2019 (¡y quien sabe si de la historia!). Hasta la fecha tan solo se sabía de la existencia por Madrid, Aragón y Navarra de algunas cepas aisladas de esta variedad, descrita en 1914 por el ingeniero Nicolás García de los Salmones, quien en esa época afectada por la pandemia filoxérica había catalogado un total de 44 variedades cultivadas en el territorio de la DOCa. Rioja, frente al abrumador dominio actual del tempranillo en variedades tintas.

Esta pérdida de diversidad que los técnicos denominan “erosión genética” cuenta con algunas excepciones, ‘reductos’ que se han librado de la ‘modernización’, como es el caso del viñedo de la familia Luis Cañas (Bodegas Luis Cañas y Bodegas Amaren), muy comprometida con la práctica de una viticultura sostenible y de calidad. El equipo técnico de ambas bodegas llevaba varios años marcando en esas viñas viejas diferentes variedades, que no se identificaban con las variedades más conocidas. Finalmente, presentó al ICVV en el año 2016 una serie de muestras de material vegetal recogido en sus viñas, con el fin de identificar genéticamente las plantas de las cuales provenían. La rareza que mostraba este muestreo despertó la atención del equipo de Javier Ibáñez del ICVV, que no dudó en emprender junto a la bodega un proyecto de identificación y recuperación varietal, que culminará en este año 2021 con la plantación de un viñedo experimental que sirva como ‘banco de germoplasma”.

El camino de ‘Benedicto’ hacia el ‘Tempranillo’ riojano (II)

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