Quedo sorprendido, cuando no anonadado, al navegar por Internet y encontrar millones de entradas no ya con la composición de palabras ‘vino y arte’, sino cuando añado alguna palabra más y la convierto en ‘el vino como arte’… y es que el español es tan rico que a cualquier variación de  las palabras que componen una frase, encontramos significados diferentes, cuando no sorprendentes.

 

Texto: Antonio Egido

En ‘protocolo.org’ se habla de ‘El arte de conocer el vino’ indicándonos que “El vino es un elemento fundamental en cualquier tipo de comida”, porque “aunque es un tema muy amplio, que desarrollaremos en toda su extensión en diversos capítulos vamos a dar unas primeras nociones generales, para los que no deseen profundizar mucho más en el tema. Hay que comprender que «saber de vinos» y «degustar» un vino es todo un arte.

Para muchas personas, además de un arte, es una pasión. Cualquier persona con un mínimo de vida social debería procurar saber un mínimo sobre el vino, ya que en alguna ocasión (sobre todo cuando hace de anfitrión) puede ser quien tenga que elegir los vinos para una comida, o bien elegir un vino para regalar a un amigo o familiar, o bien para cumplir algún compromiso social.

El vino es un elemento fundamental en cualquier tipo de comida. Elegir el vino adecuado para un almuerzo o una cena, es garantía de éxito. Es importante conocer el tipo de platos a servirse durante la comida para elegir los «caldos» más adecuados. También hay que contar con las combinaciones que se pueden dar con otros tipos de bebida. Es habitual, que el vino «conviva» con otros tipos de bebidas en la mesa (como el champán o cava, por ejemplo). Incluso cada día es más habitual ver a muchas personas comer con cerveza”.

 Al tiempo que en ‘blog.uvinum.es’ nos indican que “sin duda alguna podemos asegurar que el vino es una de las bebidas alcohólicas más conocidas en el mundo de hoy, incluso hay estadísticas que indican que, aunque parezca increíble, 1 persona de cada 100 se desempeña como viticultor, elaborador o al menos comerciante de vinos. Es también de conocimiento de quienes están interesados en el tema que la Organización Mundial del Vino, la OMV ha dicho en varias oportunidades que la cosecha del mundo alcanzaría para brindar al menos 8 botellas al año a cada uno de los habitantes del planeta.

 Si pensamos en la superficie del planeta que se le dedica a la plantación de viñedos, podemos decir que al menos hay unas 10 millones de hectáreas cultivadas con tal propósito, sin dejar de señalar que hay muchas más que serían posibles tierras cultivables para la vitis vinífera.

 

Es que el vino ha dejado de ser simplemente una bebida entre otras, o un complemento de las comidas, para transformarse en un elemento más de la cultura, es parte de ella, de la misma forma que podemos catalogarlos como un objeto de arte, que provoca placer y que, se diferencia de otras obras de arte en no permanecer invariante con el tiempo luego de ser creado. Eso sí, el vino cambia, evoluciona y con el paso del tiempo se enriquece, al contrario de lo que sucede con otras piezas”.

 

Y si ya rizamos le rizo, en ‘zonadiet.com’ elevan la cata a la categoría de arte, no en vano: “La cata es el acto por el cual, según ciertas normas y reglas, se procede al análisis sensorial de los vinos. La misma puede ser: Comparativa (relacionando entre si varios vinos). A ciegas (ocultando la marca o cualquier otro dato de las etiquetas). Vertical (cata de un mismo vino de diferentes añadas). Varietal (compara solo vinos de la misma variedad de uva)

 

La cata se realiza en tres fases: Análisis visual: el color, la transparencia, brillo, intensidad, matices del pigmento y formación de burbujas. Análisis de los aromas: frutales, florales, herbáceos, tostados y especiados, valorando su limpieza, complejidad e intensidad. Análisis de las sensaciones en boca: acidez, impresiones dulces, astringencia dada por los taninos, materia y cuerpo, equilibrio, persistencia de los aromas, etc.

Por eso pongamos arte en nuestra vida y disfrutemos de un vino, de muchos vinos, para quedarnos, definitivamente, con aquel que más nos guste.