Redescubriendo la ‘Borgoña riojana’ V

“Se han puesto en marcha muchos proyectos pequeños que han generado variedad de vinos diferentes que hablan sobre todo del terroir. Todo ha hecho que podamos presumir de ser una de las mejores zonas de Rioja”

Íñigo Peciña, de Bodegas Solabal, destaca que el viñedo, las parcelas pequeñas, que prácticamente todo se sigue vendimiando a mano, el microclima singular, la oscilación térmica muy importante entre el día y la noche o la altitud relativa en la que se encuentran, entre otras cosas, han contribuido a que en la zona se hayan puesto en marcha “un montón de proyectos pequeños, de viñedos singulares, que han generado una variedad muy importante de vinos distintos y diferentes que hablan sobre todo del terroir. Se está apostando por producciones más limitadas y por la diferenciación. Todo eso ha hecho que podamos presumir de ser una de las mejores zonas de Rioja”.

Es optimista respecto al futuro porque “aunque estamos pasando una época complicada, seguimos apostando por la calidad, por la diferenciación y creo que eso nos va a posicionar dentro de los grandes vinos de Rioja en un futuro no muy lejano”. En este sentido señala “que los hábitos de consumo han cambiado, cada vez se bebe menos vino, pero cada vez se consume de más calidad. Tenemos que explotar eso. Tenemos que hacer vinos mejores, posicionarlos en un nicho de precio más interesante. Elaborar menos y mejor”.

Bodegas Solabal surgió en un momento en el que el sector vivía también un momento de crisis y no parecía la mejor idea poner en marcha un proyecto empresarial, recuerda Peciña. La bodega surge de la unión “de unos pequeños viticultores del municipio de Ábalos que en el 1988 deciden crear un proyecto con una infraestructura más grande para apostar por la internacionalización y criar vinos, que entonces no se podía si no tenías más de 500 barricas. Eran tiempos convulsos y casi nos tachaban de locos, pero aquí estamos y no nos ha ido tan mal”.

Lo más importante que se aportó al proyecto fue el viñedo, destaca. “Actualmente tenemos 150 hectáreas de viñedo propio y controlamos 50 hectáreas más de pequeños viticultores de Ábalos. Esto ha hecho que podamos ofrecer una garantía de calidad y continuidad a lo largo de los años. Diríamos que podría ser la diferenciación respecto a otras bodegas, porque el poder decidir lo que quieres hacer desde el principio del proceso vegetativo es algo que no todos los proyectos pueden hacer”.

La bodega apuesta por la maceración carbónica y “por hacer vinos más frescos, más fáciles de beber, que tengan mucha fruta, de esos vinos apetece seguir bebiendo y que hablen un poquito de la zona donde estamos”. Aunque no ha certificado como tal ningún ‘Viñedo Singular’ “sí que elaboramos dos vinos más especiales que son viñedos centenarios y que los elaboramos de una forma un poco distinta” del mismo modo que todo su vino es de Ábalos, aunque no se etiquete como ‘Vino de Pueblo’. “Elaboramos 1.000.000 y pico de botellas de vino y, bueno, ya no somos una bodega pequeña”. El mercado de su vino joven principalmente es nacional. “Los vinos de maceración carbónica tienen un consumo en unas zonas determinadas principalmente al País Vasco, La Rioja y Navarra, aunque sorprendentemente cada vez en zonas más cálidas, mercados que tradicionalmente no eran mercados de maceraciones carbónicas. Estamos viendo que hay mucho interés en ese tipo de vinos más frescos, más fáciles, con mucha fruta”.

Aunque no están enfocados al enoturismo, “sólo para clientes”, señala Peciña, sí cuentan con un espacio polivalente para catas de vinos, tienda y para “poderte tomar un vino en un entorno cuidado, tranquilo y cómodo. El horario de apertura es de lunes a viernes de 8.00 a 15.00 horas”.

Reportaje publicado en el nº247 de La Prensa del Rioja

 

 

 

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