Veronica Remartinez. Enóloga de Bodegas Riojanas

Veronica Remartinez. Enóloga de Bodegas Riojanas

Las Mujeres del Rioja XIII

Texto: Redacción

Ingeniera agrónoma y enóloga, esta logroñesa de 42 años se incorporó a Bodegas Riojanas hace dos años, en un momento en que la bodega buscaba un estilo de vino con más expresión del viñedo para su emblemática marca Monte Real.

-¿Qué tiene el vino, Verónica? A ver si lo vamos a redescubrir ahora…
El vino para mí cómo oficio es muy especial, poco rutinario, bastante complejo si te quieres complicar la vid. A mi personalidad le encaja muy bien, porque no me gusta la monotonía. Hoy en día es cierto que esta parte tan creativa se ve eclipsada por tal vez demasiados papeleos, pero es así.

Y el vino como producto pues también lo tengo como algo muy especial. Una copa acompaña momentos compartidos, comidas especiales, celebraciones, conversaciones o tu día a día. Es algo que produce placer y la vida es para disfrutarla. Así que es genial poder hacer algo que la gente pueda disfrutar.

-¿Disfrutas más haciendo blancos o tintos?
Dentro de mi pequeña experiencia, tengo que decir que he elaborado más tinto que blanco. En esta bodega tengo la oportunidad de hacer más cantidad de blanco y me gusta mucho. Es un poco más exigente la entrada, prensado, desfangado tan rápido, pero luego es genial tener sólo el líquido para trabajar. Será la novedad, pero ahora disfruto los blancos mucho, aunque evidentemente en esta bodega estoy muy centrada en los tintos.

– ¿Vinculas las cosechas a cosas personales? Como ver la añada y acordarte qué te estaba pasando a nivel personal
Sí y no. A veces tengo recuerdos de que en una cosecha viví esto o lo otro -recuerdo bonito fue la noticia de mi primer embarazo-, pero las tengo más vinculadas con el clima.

-¿Qué sueños te quedan por cumplir en el mundo del vino?
¡Me quedan muchos! Llevo pocos años en este mundo y la idea que siempre tienes cuando empiezas es elaborar una de estas cosechas fantásticas, con el clima de tu parte, con sanidad en la uva, con madurez fenólica y sin problemas… Hoy en día con el clima que tenemos esto es realmente difícil pero ¿quién sabe?

Otro sueño que me gustaría es llegar a generar un equipo de trabajo cohesionado, motivado, formado y feliz en su trabajo. Y esto, en el vino como en otros sectores, es muy difícil de conseguir. El trabajo lo hacen las personas, y las personas felices y motivadas hacen un mejor trabajo. En mi empresa estamos en unos años de relevo generacional. Siempre se habla en estos eventos de los enólogos o de los creadores del vino, pero en una bodega que no sea muy pequeña el vino no lo hace sólo el enólogo. Es un gran equipo, desde el que cuida su uva en la cepa, el que patea el campo contigo, el que trasiega con mimo, el que hace las mezclas, el que mueve las lías, el que embotella, el que limpia la instalación… El nivel de detalle que ponen esas personas en su trabajo es lo que se transmitirá, además de la uva y la enología, al vino que nos bebemos.

– ¿Cómo crees que debe conectar una bodega centenaria con los nuevos consumidores?
Pues nosotros aquí tenemos un reto importante. Somos una bodega que elabora un 70% de reservas y grandes reservas. Creo que hay que llegar al consumidor que se inicia en el vino con productos algo diferentes, más sencillos, con fruta pura en nariz y bocas amables. Y si ese consumidor se fideliza con el vino pues irá evolucionando a vinos más complejos. 

-En su opinión, ¿qué papel juega la pasión en una profesión como la enología?
En mi opinión la pasión juega un papel imprescindible en la enología y en todos los aspectos de la vida. Sin pasión la vida sería como un línea plana y gris. La enología es para vivirla con toda la pasión y la energía que puedas aportar, porque es la única manera de hacer cosas excelentes o al menos diferentes. Si pones todas tus ganas en algo siempre estarás tranquila con el resultado, aunque no estés contenta del todo y creas que puedes mejorar. ¡Sin pasión trabajar sería un aburrimiento!

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