El mundo del vino a sorbos

Uno de los graves problemas que está afectando a la comercialización del vino, especialmente en el mercado nacional, es el ‘descenso del consumo’, expresión que le hemos solicitado a nuestro buscador y donde esperamos encontrar algunas respuestas, pues de esta forma, sabremos si podemos dar solución a este déficit de ventas.

Texto: Antonio Egido

Así en ‘lasprovincias.es’ encontramos el artículo firmado por V. Lladró, y que con el título de “El consumo del vino sigue hundiéndose en España”, leemos que “Desde hace tiempo se insiste en múltiples foros sobre un problema que va cobrando gran dimensión. España produce más de 35 millones de hectólitros de vino y sólo consume unos 10, lo que representa el 28,5%. En años de abundantes lluvias y meteorología general favorable, la cosecha es incluso mayor, incrementándose los problemas de excedentes. Y no cabe hablar de reconversiones en busca de cultivos alternativos, porque parece que están todas las posibilidades reales bastante agotadas; donde hoy sigue habiendo viñedo es seguramente porque no hay alternativa viable. Al menos alternativa que sea generadora potencial de riqueza.

Entre las causas que explican el desplome del consumo se suele citar la crisis general, el efecto de las restricciones sobre alcohol en las normativas de Tráfico o los grandes márgenes que aplican la mayoría de los restaurantes a los vinos, lo que representa un encarecimiento que no pueden pagar muchos consumidores. Sin embargo estos factores sólo agravan un problema que es más profundo y viene de más lejos. Existen razones de tipo sociológico que explican la caída. El vino no está de moda entre la población, especialmente entre los jóvenes, y a ello contribuyen sin duda políticas que lo presentan como cualquier otra bebida destilada y de alta graduación alcohólica.

Hay informes técnicos que explican que en los últimos años se registra una caída general del consumo de bebidas alcohólicas y en parte hay una vuelta al consumo en el hogar, donde el descenso es menor o en algún caso se recupera algo. Pero los porcentajes de descenso son siempre mayores en el caso del vino y se producen desde hace más tiempo”.

Relato que podemos ampliar con las visiones que nos ofrece la página de ‘marquesdemurrieta.com’ donde nos hablan del consumo del vino en España indicándonos que “Hemos conocido recientemente que España es el país que más vino exporta del mundo, y sabemos el gran número de seguidores que tiene esta bebida en nuestro país, pero ¿cómo son los consumidores de vino españoles realmente?

Según una encuesta reciente, el vino es la segunda bebida alcohólica preferida de los españoles, justo detrás de la cerveza: casi 10 millones de personas consumen vino durante la semana. Sin embargo, el consumo baja un poco si hablamos de la población más joven que, aunque cada vez es más aficionada, sigue teniendo preferencia por alcoholes como la ginebra o el ron. Respecto a las mujeres, podemos decir que el vino es la bebida que más sector femenino atrae.

 

Así, el consumo del vino se concentra en la parte adulta de la población que, además, afirma tomarlo no sólo en fin de semana sino también los días de diario. Un comportamiento totalmente opuesto al del consumo intenso de bebidas, que se concentra en los jóvenes y en esas bebidas tan distintas que eligen”.

 

El problema de esta situación es que se siga manteniendo en el tiempo y no se dé con las soluciones, pues no en vano ya en 2013, en ‘larioja.com’ el consultor en vitivinicultura y Enología, José Hidalgo adelantaba que “quizás el aspecto que en estos momentos más preocupa al sector vitivinícola español es el bajo nivel de consumo interior de vino, que ahora se encuentra por debajo de los 20 litros por habitante y año, y lo que es más grave, con una tendencia a seguir descendiendo en los próximos años.

 

En la década de los años ochenta, el consumo de vino en nuestro país superaba los 45 litros por habitante y año, y desde entonces la caída de consumo ha sido constante e imparable, con un ligero repunte en la segunda mitad de la década de los noventa, estimándose en un descenso medio anual cercano al 2% durante los últimos 25 años.

 

Si comparamos el nivel de consumo de vino con países de nuestro entorno, también de tradición vitivinícola como el nuestro, observamos que ocupamos el puesto número 20 a nivel mundial, a pesar que somos el país que tiene más superficie de viñedo, superándonos países como Francia con cerca de los 50 litros por habitante y año, Portugal con 42 litros por habitante y año, e Italia con 40 litros por habitante y año.

 

¿Qué ha sucedido para que nos encontremos en esta delicada situación? La explicación no es sencilla, pues obedece a la conjunción de un buen número de factores, entre los que destacan los que citamos a continuación.

 

Por una parte, podemos decir que el vino ha dejado de formar parte de nuestra dieta alimenticia, motivado por un cambio de costumbres y forma de vida, pues si segmentamos el consumo de vino en España se observa que en estos últimos 25 años, los vinos con Indicación Geográfica Protegida, entre los que se encuentran los de Denominación de Origen, no han sufrido decremento alguno e incluso suben ligeramente hasta alcanzar en la actualidad los 10 litros por habitante y año. El resto de los vinos, fundamentalmente los de mesa, son lo que han sufrido un notable descenso desde los 37 litros por habitante y año de los años ochenta, hasta los actuales 10 litros por habitante y año, y precisamente éstos vinos son los que históricamente formaban parte de nuestra dieta habitual. ¿Quién no recuerda la imagen de un hogar o de un restaurante de carretera con una mesa y una botella vino a veces acompañada de una gaseosa?

 

Otro importante factor que ha influido decisivamente en esta caída de consumo, son las campañas antialcohólicas indiscriminadas, donde se ha incluido al vino dentro de un conjunto de bebidas alcohólicas, excluyendo sus propiedades saludables cuando se consume con moderación. Campañas, donde especialmente podemos destacar, la casi tolerancia cero al consumo de alcohol por parte de la Dirección General de Tráfico.

 

Por otra parte, la presencia en nuestro país de un importante colectivo de personas procedentes de otros países, donde no existe ninguna tradición de consumo de vino, también ha influido en la vertiginosa caída de consumo en la primera década del presente siglo.

 

También la actual crisis económica ha influido de manera muy importante en el descenso de consumo de vino, pues bajo estas circunstancias, la población nunca adquiere bienes o alimentos que considera prescindibles, y por desgracia entre ellos se encuentra el vino.

 

Para terminar y como factor no menos importante a los anteriores, está la preocupante desafección al vino por parte de nuestros jóvenes, que hacen peligrar el relevo generacional de los consumidores de vino en España y que en consecuencia, se prevea una mayor caída de consumo para los próximos años. La mayor parte de los jóvenes ven al vino como una bebida de personas mayores, prefiriendo otro tipo de bebidas con o sin alcohol, entre las que se encuentra la cerveza, que por su volumen y menor precio les causa mayor satisfacción, además de considerar el mundo del vino como algo muy complejo de entender, y de esto último, todos tenemos parte de culpa por hacerlo demasiado sofisticado y elitista.

 

Ante esta peligrosa situación, el sector vitivinícola español permanece anestesiado, y sin tomar medida colectiva alguna, que sea capaz de invertir esta gravísima tendencia. Debiendo realizar acciones que fomenten el consumo saludable del vino entre la población y sobre todo entre los jóvenes como futuros consumidores y relevo de los actuales.

 

También algún esfuerzo se debería exigir a nuestras autoridades, sobre todo a aquellos organismos públicos que tutelan nuestro sector vitivinícola, fundamentalmente el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, así como también las correspondientes consejerías de Agricultura de las diferentes comunidades autónomas. Aunque se entiende que este tipo de promociones pueden ser cuestionadas, pues socialmente resulta muy delicado promover el consumo de alcohol, aunque proceda de una bebida saludable como es el vino”.

 

Un tema candente al que parece que seguimos sin darle solución para volver a convertir el vino en uno de los elementos de nuestra dieta diaria y de forma especial de la denominada mediterránea, la que se supone que es la más sana y en la que no falta el vino.