José Luis Pérez Pastor, director de Cultura del Gobierno de La Rioja nos habla del proyecto ‘El paisaje cultural del vino de Rioja y Rioja Alavesa’

Sostiene el director general de Cultura del Gobierno de La Rioja, José Luis Pérez Pastor, que la candidatura a Patrimonio de la Unesco al Paisaje Cultural del vino de Rioja y Rioja Alavesa nació, de hecho, de las conversaciones entre diferentes representantes de los gobiernos de La Rioja y del País Vasco: “Ambas comunidades habían ido trabajando por su cuenta en esta idea, recopilando datos, haciendo aproximaciones y esta candidatura tiene su punto de inicio en las conversaciones que mantuvimos en el seno del Consejo Nacional de Patrimonio que se celebró hace dos años y medio en Tarragona, en el que el director general de Patrimonio del País Vasco y un servidor, compartimos una mesa y empezamos a hablar después de haber tenido una conversación vía telefónica. Nos conocimos allí en persona, comenzamos a hablar y quedamos en darle una vuelta».

Texto: Antonio Egido / Fotos: Rafael López-Monné

«Lo hablamos con nuestros respectivos consejeros, ellos hablaron entre sí y quedamos en esbozar una propuesta. Para ello contamos con la empresa riojana Sepinum que tiene una amplísima base de datos de conocimiento del terreno y elaboraron una primera propuesta que corresponde en buena parte a la documentación actual. Esa primera propuesta tenía dos fines: para tomar la decisión de si iniciábamos esta carrera o no y una vez decidido, para conseguir que este proyecto entrara en la primera fase de selección. Para entrar en esa selección, la verdad es que con la mitad de lo que habíamos preparado, valía, pero como era importante empezar a andar, preparamos un dossier de empaque, porque además teníamos que impresionar al resto de comunidades autónomas. En el siguiente Consejo de Patrimonio que se celebró en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en otoño de 2012, el proyecto entró en la lista indicativa donde tuvo que estar durante un año para comprobar la madurez de las candidaturas, el grado de compromiso de quienes las impulsan y también para que sirva de escaparate al mundo de lo que puede ser declarado como Patrimonio al Paisaje Cultural en un futuro. En este tiempo se ha seguido trabajando en la candidatura, se ha ido mejorando, siempre bajo la atenta mirada del Ministerio y del Consejo Nacional del Patrimonio quienes han ido deslizando sugerencias y mejoras. Por todo ello puedo afirmar que la candidatura está ahora mucho más enriquecida que hace un año”.

Paisaje Cultural

El proceso que lleva hacia la declaración del Paisaje Cultural del vino de Rioja y Rioja Alavesa como Patrimonio de la Humanidad continuó y a finales de diciembre de 2013, se cerró el proyecto para enviarlo a la Unesco después de haber pasado hasta tres veces por el Consejo del Patrimonio.

Una de las claves de este proyecto está en que se solicita el reconocimiento de Paisaje Cultural, lo que en palabras de José Luis Pérez Pastor, “es una categoría especial de la Unesco. Debemos recordar que la Unesco contempla diferentes categorías como es Paisaje Natural, Yacimiento Arqueológico, Monumento Histórico… y la categoría que más le cuadra a la realidad que estamos presentando, sobrepasa lo monumental, lo natural y lo agrícola, siendo una mezcla de todo eso, más el paisaje. La categoría de Paisaje Cultural, donde está el paisaje y el paisanaje, recoge aquellos bienes que muestran los trabajos combinados del hombre y la naturaleza a lo largo del tiempo, el diálogo del hombre con su entorno con el paso de los años. No es una manifestación humana que sería un Patrimonio Inmaterial o una manifestación natural que llevaría a pedir un Patrimonio Natural. Y es que en La Rioja y Rioja Alavesa el cultivo del viñedo lleva ocupándonos dos mil años sin interrupción y cada época presenta sus propias características. Hay presencia de la planta vitis vinífera antes de los romanos pero el cultivo continuado de vinos se atestigua desde los romanos. Estamos hablando de hace dos mil años pues La Rioja fue una provincia muy romanizada y una de las características de su romanización fue la implantación de estructuras mentales, sociales, económicas, militares y administrativas, junto a este tipo de cultivo”.

 Y a partir de los romanos hemos podido ver cómo se ha ido produciendo ese diálogo entre paisaje y paisanaje en torno a una actividad productiva que nos ha ido ofreciendo innumerables pruebas culturales, ya que para el director general de Cultura del Gobierno de La Rioja,  “las labores relacionadas con la vid son múltiples y variadas y jalonan todo el año. El que se ocupa de la vid no se puede ir y volver para la cosecha, tiene que estar a pie de viña. La vid hace echar raíces también al propietario. Y a partir de la vid se desarrolla una cultura material importante de objetos y también una inmaterial de tradiciones, léxico, formas de relación social e incluso formas de tradición trascendente porque el vino en la cultura cristiana tiene una importancia simbólica importante, por lo que estamos hablando de un cultivo del cual emana un aspecto cultural muy amplio que es lo que conforma este paisaje. Lógicamente a partir del Siglo de Oro, el comercio del vino, que hasta entonces cumplía principalmente su papel en la dieta medieval junto al trigo y el olivo, comienza a dar mucho dinero lo que posibilita, junto al desarrollo cultural del Camino de Santiago, la construcción al lado de los puentes y castillos medievales, de casas solariegas, ermitas, gigantescas iglesias… y el vino comienza a calar en la iconografía y en las iglesias empiezan a aparecer decoraciones relacionadas con la uva. Incluso el vino llega a trascender a figuras de culto, como es la Virgen, y encontramos vírgenes de la uva que portan un racimo y el niño intenta coger las uvas. Y todo esto da como resultado un paisaje en el que se puede leer el tiempo en el espacio. Sin solución de continuar se pueden ver dos mil años de historia en los que las características de cada época no han anulado las estructuras anteriores sino que se han superpuesto conviviendo con ellas. Las bodegas centenarias no anularon los barrios de bodegas del Siglo de Oro, convivieron con ellas. Las nuevas bodegas, de altísima especialización tecnológica, no han anulado a las bodegas centenarias ni a las bodegas tradicionales, ni a las cooperativas, ni a los calados de los barrios… todo convive en armonía en nuestro paisaje”.

El reportaje completo puede verse en el nº 208 de La Prensa del Rioja