La feria Alimentaria de Barcelona y la incruenta batalla de las cuotas de mercado
Texto: Javier Pascual
La feria Alimentaria, que vivió sus tiempos de esplendor en los años noventa, se presenta en esta edición de 2018 (Barcelona, del 16 al 19 de abril) volcada en proyectar la gastronomía como su valor diferencial y en potenciar la asistencia de expositores extranjeros, que en 2016 supusieron la cuarta parte del total. Además se ha reforzado integrando HOTELCO, salón dedicado al Equipamiento para la Restauración, Hotelería y Colectividades, para ofrecer a la distribución y al canal HORECA una oferta más completa y transversal.
En este marco, el salón de los vinos INTERVIN sigue siendo la cita más relevante para la industria vinícola española, con más de 700 bodegas expositoras, pero sus cifras están muy por debajo de ferias internacionales especializadas como Prowein o Vinexpo, a las que han optado por acudir un buen número de bodegas españolas que antes tenían Barcelona como cita imprescindible. La tendencia confirma que esta ‘macroferia’ está en franco declive, como decíamos en estas páginas al hacer balance de la anterior edición, tanto por la crisis estructural de este modelo ferial en una época de globalización, como por algún otro factor relacionado con el entorno próximo, cuya presión para arrastrar asistentes a actos que organizan paralelamente a la feria en sus bodegas o en otros lugares de Barcelona incide muy negativamente en el ánimo de los expositores foráneos. Por ejemplo, estar en ‘territorio neutral’ ha contribuido, entre otros factores, a potenciar la feria Prowein en Dusseldorf de manera espectacular.
A destacar como una aportación interesante de INTERVIN la segunda edición de Vinorum Think, “un espacio de reflexión, divulgación y negocio en torno a la enología española”. Las catas magistrales, las armonías y las catas libres son los tres pilares en los que se basa el programa. Contará con la participación de los reconocidos críticos Jancis Robinson, Nick Lander, Eric Asimov, Richard Juhlin y Pedro Ballesteros, junto con chefs y sumilleres de seis selectos restaurantes.
Más cuota de mercado para las D.O. catalanas
Por si no fuera suficiente problema para los organizadores de la Feria motivar a las bodegas para que asistan poniendo el foco en su proyección internacional, no en el mercado local, algunos representantes institucionales de las D.O. vitivinícolas de Cataluña no han perdido la oportunidad de echar leña al fuego. Un informe del Instituto Catalán del Vino y el Cava (INCAVI), basado en los datos de la consultora Nielsen sobre el mercado español de vinos en 2017, daba pie al corresponsal de El País en Tarragona a un titular sensacionalista: “El vino catalán derrota por primera vez al Rioja en los restaurantes en Cataluña”.
Al fin la noticia ha saltado a los medios. A la primera oportunidad se ha lanzado a los cuatro vientos el resultado de la incruenta batalla, anunciando a bombo y platillo que por primera vez en la historia los frutos de las uvas catalanas unidas han conseguido superar en ventas a los vinos de Rioja en los restaurantes de su propio territorio. Entre las once D.O. catalanas han sumado un 37,4% de cuota de mercado, ganando cuatro puntos, y Rioja ha quedado por detrás, con un 31,2%, tres puntos menos que el año anterior. Nos hemos enterado así de la indiscutible posición de liderazgo que han ostentado históricamente los vinos de Rioja en los restaurantes de Cataluña, ya que según el informe es la primera vez que los vinos autóctonos superan al Rioja en cuota de mercado.
Llevábamos años sufriéndolo en silencio. Por las llamadas a rebato que pudiera provocar desde el ámbito de la política, como de hecho ocurrió en varias ocasiones, nos parecía temerario, quizás incluso poco elegante confrontar los datos de consumo de Rioja con los de los vinos de la tierra. Porque hablar del consumo de Rioja en Cataluña es hablar del gran aprecio que en esa región del nordeste español se siente por el vino de Rioja, como no podía ser de otra manera en una tierra donde se rinde culto a la alta gastronomía y a la calidad, conceptos ambos inseparables de los vinos de Rioja.
Año tras año los estudios de mercado que realiza la compañía Nielsen han venido evidenciando de forma muy explícita la cuota de mercado tan predominante que los vinos de Rioja ostentan en esa área y particularmente en Barcelona, que como es bien sabido supone más del 50% de dicho mercado. Uno de los mercados más importantes para la D.O. Calificada Rioja, pues supone en torno al 15% de las ventas de Rioja en el mercado español, lo que situaría por encima de 35 millones de botellas las ventas anuales de Rioja en esta Comunidad.
Otro estudio que el INCAVI encargó en el año 2008 decía que el 36% de los vinos vendidos en Catalunya (hostelería y alimentación) eran de Rioja, frente al 27,7% de los vinos de las distintas denominaciones de origen catalanas. “Rioja es la DO más ampliamente conocida y consumida en Catalunya” titulaba el diario La Vanguardia, que recogía declaraciones del entonces director general del Incavi, Joan Aguado, calificando de “drama” la situación por el hecho de que “sólo en Catalunya, de entre todas las regiones vitivinícolas del mundo, se da una situación así”. En varias ocasiones se había referido a la ‘riojitis’ que en su opinión ‘padecían’ sus paisanos. “Pese a los esfuerzos promocionales y a las campañas institucionales de los últimos años, los vinos de Rioja continúan siendo hegemónicos en el paladar del consumidor catalán y sólo una de cada tres botellas de vino que se descorcha en Catalunya es de una de las 11 denominaciones de origen (DO) catalanas”, explicaba el diario La Vanguardia. Según concluía el estudio del INVAVI, “en el área metropolitana de Barcelona, casi el 40% de las botellas consumidas es de Rioja”.
Pero si pírricas pueden considerarse las silenciadas victorias del Rioja durante décadas en esta incruenta y ridícula ‘batalla’, no menos lo es ésta que ahora se ha aireado. Que por fin en los restaurantes de Cataluña se beba algo más de vino de su propia tierra que de Rioja es algo que no tiene nada de particular para quienes amamos los frutos de nuestra tierra. Sobre todo si partimos de la consideración de que ‘nuestra tierra’ es toda aquella que pisamos sobre este planeta tan artificialmente dividido.
Artículo publicado en el nº223 de La Prensa del Rioja