Compromiso con la calidad de una cooperativa modélica, pionera en la venta de vinos embotellados.
La bodega Viñedos de Sonsierra ha ofrecido a los miembros de la Asociación de Sumilleres de La Rioja una presentación muy exclusiva y en primicia de los cuatro nuevos vinos de ‘Viñedo Singular’ (El Manao, Duermealmas, El Rincón de los Galos y El Muérdago) que tiene previsto lanzar al mercado este próximo mes de mayo. Son los cuatro primeros de los nada menos que nueve viñedos singulares que la bodega ha conseguido certificar de esta nueva categoría creada por Rioja hace apenas cuatro años y llamada a situarse en la punta de lanza de imagen y prestigio de esta Denominación. La apuesta estratégica de Bodegas Sonsierra S. Coop. ha conllevado que las instalaciones construídas hace menos de una década con la vocación de ser una bodega experimental para elaborar sus vinos más vanguardistas, como ‘Perfume de Sonsierra’, hayan acabado convirtiéndose en la sede de ‘Viñedos de Sonsierra’, dedicada a la selecta y escasa producción de las nueve parcelas acogidas a la nueva indicación ‘Viñedos Singulares’. Y sorprende sobre todo, que esta apuesta haya sido capaz de llevarla a cabo una empresa constituida en régimen de cooperativa e integrada por ciento sesenta socios, propietarios de las 516 hectáreas de viñedo que abastecen la producción de vino de la bodega.
La cooperativa vitivinícola de San Vicente, creada en 1962, poco o nada tiene ya que ver con la imagen ‘estigmatizada’ -como bien señala su nuevo gerente, Carlos Arnal- del modelo de gestión de este tipo de sociedades. Poner en marcha un proyecto como el que representa Viñedos de Sonsierra y sus nueve marcas de Viñedos Singulares en ese modelo tradicional del cooperativismo agrario hubiera sido como intentar la cuadratura del círculo. Con esa inquietud retomaba un nuevo encuentro con Félix Mato, tras esta fatídica dexconexión pandémica, en compañía del grupo de la sumillería riojana. Félix no ha escatimado esfuerzos en mostrar su particular satisfacción por contar con unos compañeros de viaje en perfecta sintonía con este proyecto en particular y con el conjunto de la transformación que la cooperativa inició hace ya 35 años para dejar de ser un mero productor de materia prima destinada al abastecimiento de las bodegas comercializadoras y convertirse en una bodega que integrara todo el proceso desde la producción de uva a la venta de vinos embotellados gestionada con criterios similares a los de cualquier sociedad anónima. Un reto harto difícil de conseguir -la historia del cooperativismo está plagada de fracasos- que le hace sentirse particularmente orgulloso de sus convecinos y agradecido por la confianza que han tenido en su proyecto empresarial durante más de tres décadas.
Sin moverse un ápice en esa dialéctica beligarante y reivindicativa que siempre ha esgrimido en cuantas instituciones ha representado muy activamente a su sector, Félix Mato recuerda todos y cada uno de los pasos que ha ido dando su cooperativa, pionera en la comercialización de vinos embotellados, desde que se hizo cargo de la gestión hace más de tres décadas. Y cómo ha sido posible gracias al cambio de mentalidad de los socios para entender que era imprescindible actuar con visión y métodos empresariales. Pero una apuesta técnica y comercial como la de ‘Viñedos Singulares’, que ha requerido una inversion tan importante, debía hacerse a mi entender con algún tipo de garantía. La principal dificultad, desde luego, no ha estribado en seleccionar las nueve parcelas declaradas ‘viñedo singular’ entre las 1.500 que suman en propiedad los 160 socios. Las nueve doblan la edad mínima exigida de 35 años para ser ‘viñedo singular’. Félix Mato lo explica en términos del compromiso establecido entre la bodega y el socio viticultor para mantener en el tiempo la parcela de viñedo y gestionar su cultivo con criterios de máxima calidad. El acuerdo incluye una compensación económica que cubra la diferencia entre la rentabilidad de un viñedo a pleno rendimiento con éstos de baja producción, única forma de incentivar al viticultor para que no sustituya sus viejas viñas por nuevas plantaciones. Además, este tipo de acuerdo se enmarca dentro de un nuevo proyecto que contempla la progresiva retirada de socios-viticultores sin sucesión al frente de su explotación. Con el fin de evitar la pérdida patrimonial de esos viñedos viejos, la bodega va a crear una nueva empresa dedicada a la explotación vitícola, sea en régimen de alquiler con opción de compra de los viñedos, sea prestando el servicio al viticultor a cambio del pago directo del mismo o de un porcentaje (30%) del valor de la producción obtenida. Una iniciativa que merece nuestro reconocimiento y que resuelve de forma práctica las múltiples declaraciones de principios y lamentaciones que se escuchan a diario sobre la necesidad de mantener el viñedo viejo.
Por supuesto, los cuatro vinos presentados son de muy alta calidad -enhorabuena al trajabajo minucioso y aciente de Rafa Usoz- y con la particularidad de tener cada uno un carácter netamente diferenciado y, también importante, una historia personal detrás de cada uno que hace más emocionante la aventura de descubrir sus orígenes a pie de viña de la mano de sus responsables.
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