Bodegas Olarra ha recuperado los procedimientos de elaboración de los años 70 cuando se fundó la bodega.
Bodegas Olarra ‘vuelve a los 70’ para rendir homenaje a su origen, recuperando procedimientos de elaboración “de la época dorada de los vinos de Rioja”, explica la bodega. “Olarra es un vino elaborado con todo nuestro cariño para una ocasión especial”. Desde el viñedo hasta la crianza en bodega se han seguido los pasos tradicionales “de ese origen donde las formas de hacer no se medían por el tiempo empleado sino por las ganas de crear vinos únicos”. Se seleccionaron viñedos únicos con viñas viejas, haciendo esa primera mezcla en el propio terreno, en sus cepas, de las variedades tempranillo y garnacha, cultivadas en las tres subzonas de la DOCa Rioja. El resultado es un vino clásico, pero con la rebeldía y la libertad del Rioja de siempre.
Según la bodega, “este vino tuvo la capacidad de crecerse en barrica y el comité de cata de la bodega decidió que era el vino más honesto y armonioso de nuestra cosecha.” La elaboración y crianza de Olarra reserva se llevó a cabo “al modo de las elaboraciones clásicas de finales del siglo pasado, se llevaron a cabo encubados cortos con el fin de mantener la frescura original y los perfiles más varietales”. Se crió durante dieciséis meses en barricas nuevas de roble de Missouri con trasiegas periódicas y tras una clarificación ligera con clara de huevo, fue embotellado para su período de crianza en botella.
Es un vino de capa media-alta, presenta color rubí con matices cereza. Vivo y brillante. En nariz, las notas predominantes son los frutos rojos, la vainilla y los tonos especiados. Aromas más complejos (miel, tostados…) empiezan a tomar protagonismo hacia la formación del bouquet. La boca es firme y suave en el paladar medio, larga y con aromas muy francos que persisten tras ser tragado.