La categoría ‘Reserva’ se ha convertido en el principal referente de valor, calidad y prestigio del vino de Rioja.
Texto: Javier Pascual
Este pasado mes de enero ha entrado en vigor en la D.O. Calificada Rioja la norma que incorpora como obligatorio para los vinos tintos de la categoría Reserva el requisito de una estancia mínima de seis meses en botella antes de la comercialización. Es un requisito que pretende aportar un plus de calidad a los vinos de esta categoría, que se ha convertido en los últimos años en el referente de calidad y prestigio de los vinos de Rioja para el consumidor medio, así como en la que mayor valor es capaz de generar para las bodegas de esta Denominación.
El nuevo texto del artículo define literalmente la mención ‘Reserva’ de la siguiente manera: “Vinos tintos: envejecimiento en barrica de roble y botella durante un período total de treinta y seis meses, como mínimo, con una duración mínima de crianza en barrica de roble de doce meses, seguida y complementada con un envejecimiento mínimo en botella de seis meses».
El acuerdo para sustituir la definición de Reserva vigente hasta ahora en el Pliego de Condiciones fue adoptado por el Consejo Regulador en noviembre de 2016, pero se fijó un periodo de dos años hasta la entrada en vigor con el fin de que los operadores dispusieran de tiempo suficiente para adaptarse al nuevo requisito. Aunque la anterior norma no exigía un mínimo de permanencia en botella, lo cierto es que muy raramente las bodegas completaban todo el periodo mínimo de envejecimiento exigido a la categoría Reserva -36 meses- exclusivamente con la estancia del vino en barrica. La práctica habitual en los tiempos de envejecimiento de esta categoría ha sido repartir los tres años entre barrica y botella, con muy diferente peso de cada envase en función del estilo de cada marca, pero siempre teniendo en cuenta que Rioja se caracteriza por presentar mayoritariamente sus vinos al mercado ‘listos para beber’. El tiempo mínimo de seis meses en botella que ahora establece la nueva normativa impedirá que salgan al mercado vinos que procedan directamente de la barrica y necesiten el ‘afinamiento’ que proporciona la estancia en botella.
Segunda evaluación
La medida es un primer paso, al que seguirán otros de mayor calado que ya vienen debatiendo desde hace tiempo las asociaciones del sector en el seno del Consejo Regulador a instancias de quienes se muestran más exigentes en esta materia. Con todo ello se conseguirá elevar la calidad media de los vinos ofrecidos por las bodegas de Rioja en la categoría de Reserva, un requisito imprescindible para alcanzar el tan deseado aumento de valor del conjunto de la producción, que se ha convertido en el principal objetivo estratégico de la Denominación en la última década.
Escribía el periodista americano Eric Asimov en el New York Times que ninguna otra categoría de vino español era capaz de satisfacer de manera tan consistente como los vinos de Rioja criados en barrica, a los que consideraba entre los mejores vinos del mundo en relación calidad precio. No hacía sino repetir una vez más algo en lo que han coincidido todos los críticos del mundo y que ha sido una de las claves del gran desarrollo de las ventas de Rioja. Pero bastantes bodegueros de Rioja han interpretado esta imbatible relación ‘calidad-precio’ como un obstáculo insuperable para el reposicionamiento de gama al que aspiran.
Entre las actuaciones previstas por el Consejo Regulador, la más importante será la intensificación de los controles de calidad de los vinos en fase de comercialización que desde hace más de dos décadas se venían haciendo mediante muestreos tanto en bodega como en punto de venta. Se trata de una segunda evaluación de los vinos, tanto analítica como organoléptica y con parámetros cualitativos más exigentes, complementaria de la calificación inicial de la cosecha. Su implementación ha de hacerse de acuerdo con los procedimientos generales de certificación aprobados por el Consejo Regulador a consecuencia de los cambios legislativos de los últimos años, que han exigido su acreditación en la norma 17.065 para poder seguir desarrollando su labor.
Este tipo de control previo a la salida del vino al mercado representaría un filtro para garantizar unos estándares mínimos de calidad en las categorías de mayor prestigio -reservas y grandes reservas- siguiendo el modelo que se ha establecido para los vinos de ‘Viñedo Singular’. Los vinos de esta nueva indicación creada en 2017 requieren una declaración de aptitud de cada partida, consistente en análisis físico-químico y organoléptico, que deberá ser verificada por el Consejo Regulador con carácter previo a su salida al mercado. Además, el vino deberá obtener la valoración de ‘excelente’ en el análisis organoléptico realizado conforme a la Instrucción Técnica de Verificación del ‘viñedo singular’, valoración que tendrá una validez máxima desde su emisión de 6 meses en el caso de los vinos sin crianza y de 1 año en el caso de los vinos criados.
‘Reservas para superar la crisis’
Publiqué en la edición de mayo de 2010 de La Prensa del Rioja un artículo que, con el título ‘Reservas para superar la crisis’, reseñaba la coincidencia de tres grandes prescriptores internacionales en sus elogios sobre la D.O. Calificada Rioja, focalizados principalmente sobre sus vinos envejecidos en barrica. Eric Asimov, del New Yok Times, Jay Miller, el “paladar” de Parker para los vinos españoles, y José Peñín, autor de la Guía de Vinos más influyente en España, venían a contradecir la escasa consideración que los prescriptores mostraban en aquella época por los vinos más tradicionales de Rioja, posiblemente afectados por la llamada “parkerización” del gusto. El propio Jay Miller confesó haberse sentido impresionado por los reservas y grandes reservas de Rioja, muy especialmente por esas añadas históricas, de las que muy pocas zonas vinícolas del mundo pueden presumir.
Frente a las modas globales, Rioja se ha mantenido fiel a su estrategia con un estilo diferenciado de vinos en base a sus variedades de uva tradicionales, fundamentalmente el tempranillo, el envejecimiento en barrica y la elegancia y finura como características dominantes. Hay que decir que en esta última década no ha dejado de crecer el número de líderes de opinión que han comenzado a reconocer estos grandes valores de Rioja. Un reconocimiento que siempre ha existido entre los consumidores, quienes han asociado el prestigio del vino de Rioja a esta dedicación tradicional al envejecimiento en barrica de las bodegas centenarias desde el Siglo XIX. Esa tradición quedó plasmada en la creación de las categorías de envejecimiento -Crianza, Reserva y Gran Reserva- que Rioja implantó a partir del año 1980, siendo pionera en el control y la certificación del envejecimiento de los vinos, aunque estos 40 años no es demasiado tiempo si tenemos en cuenta la tradición centenaria en la crianza en barrica y la existencia del Consejo Regulador desde1925.
En el año 1999 las ventas de vinos de Crianza, Reserva y Gran Reserva superaran por primera vez en la historia a las de vinos jóvenes y desde entonces la cuota de mercado de los vinos criados no ha dejado de aumentar, hasta situarse en el entorno del 65% de estos últimos años. Esto no solo confirma el éxito entre los consumidores de la apuesta de las bodegas por la crianza en barrica de sus vinos, sino que también ha dado lugar a una revalorización de la oferta de Rioja y un mejor posicionamiento en la gama de más valor añadido.
En este contexto, la categoría con un mayor crecimiento porcentual ha sido la de Reserva, que en 25 años ha pasado de los 18 millones de litros vendidos en 1994 (un 11% del total de vinos tintos) a los 45 m de l que se comercializan al año en la actualidad (un 18% s/total tintos). El destino de estas ventas de la categoría de riojas de reserva es mayoritariamente la exportación, con el 61% del total, frente a la media del 37% sobre el total que representan las ventas en el exterior.
Además de este éxito ‘cuantitativo’, la categoría Reserva aporta sin duda un gran valor añadido a la gama de Rioja. De acuerdo con los datos facilitados por las estadísticas del Consejo Regulador, el precio medio de exportación de los vinos de Rioja en el pasado año 2018 fue de 4,75 euros/l, precio que se toma como referencia para el total de las ventas de la D.O. En el caso de los vinos de reserva, el precio medio fue de 6,47 euros/l, oscilando según países entre el mínimo de 4,91 euros/l de Reino Unido y los 8,45 euros/l de China. Los precios medios de la otras categorías fueron de 3,22 euros/l los vinos jóvenes, 4,40 euros/l los vinos de crianza y 12,20 euros/ los vinos de gran reserva. De acuerdo con estos precios medios, la facturación total de los reservas sería de 284,7 m de euros, lo que representa aproximadamente un 24,5% de la facturación total estimada. Los 356,5 m de euros de los vinos jóvenes (incluyendo blancos y rosados) representan el 30,5%; los 449 m de euros de los vinos de crianza el 38,5% ;y los 76,8 m de euros de los grandes reservas el 6,6 %.
El buen comportamiento de la comercialización de Rioja en circunstancias económicas tan adversas como las de estos últimos años supone un espaldarazo a la estrategia seguida por la Denominación para afianzar las categorías de vinos criados en barrica en los segmentos de más valor añadido. Estos vinos se han convertido en un valor seguro para los consumidores, como lo demuestra el abrumador liderazgo de Rioja en la venta de vinos tintos criados en barrica dentro de la hostelería española, donde han alcanzado una cuota de mercado cercana al 80% (¡ocho de cada diez botellas!). Las circunstancias especiales del pasado año 2017, con una cosecha muy escasa, sumado a las dificultades actuales del mercado británico, han supuesto un bache importante en la trayectoria reciente de las ventas de Rioja. Pero, dadas las causas, cabe pensar en una rápida recuperación, a lo que sin duda contribuirá la mayor estabilidad que mantienen las ventas de las categorías de vinos criados (-4%) frente los jóvenes (-13,9%).