Un vino blanco joven, que destaca por su aroma frutal intenso, textura envolvente y equilibrio perfecto entre acidez y vitalidad
En 1988, en el pueblo riojano de Murillo de Río Leza, la naturaleza obró un pequeño milagro vitivinícola: una mutación genética espontánea en una cepa de Tempranillo tinto dio lugar al Tempranillo Blanco, una variedad única y exclusiva que protagoniza una de las joyas enológicas de Bodegas Fernández de Piérola.
Con frescura, tipicidad y singularidad, Piérola Tempranillo Blanco nace en sus viñedos en el término municipal de Moreda de Álava —concretamente en las fincas Peñarcón, Valdevilla, El Somo, Labraza y Beraza— Es un vino blanco joven, sin crianza en barrica, concebido para preservar los aromas primarios y la expresión pura del viñedo. Su proceso de elaboración comienza con el mosto yema, seguido de un desfangado estático y una fermentación controlada durante 19 días en depósitos de acero inoxidable. El vino se mantiene sobre lías finas, lo que aporta volumen y textura envolvente en boca.
Se presenta con un brillante color amarillo pajizo. En nariz, despliega una intensa carga frutal con notas de piña, banana, mango, pera y manzana, acompañadas de sutiles recuerdos herbáceos. En boca, es voluminoso y fresco, con un equilibrio perfecto entre acidez y grado alcohólico, lo que realza su juventud y vitalidad.
Este vino se convierte en una excelente elección como aperitivo o acompañante de pescados, mariscos, ensaladas y platos ligeros, siendo ideal para quienes buscan vinos blancos distintos, con historia, y de alta calidad.
Desde su fundación en 1996, Bodegas Fernández de Piérola ha apostado por vinos de personalidad marcada, elaborados bajo la filosofía de «vino de pago», con identidad de viñedo y un firme compromiso con la innovación y la tradición.
Con una producción embotellada en formato de 750 ml, el Tempranillo Blanco se distribuye en cajas de 12 unidades, y se recomienda servir entre 8 y 10°C para disfrutar plenamente de su expresión aromática.