Las crónicas del ‘VINUBIQUO 2021’ (VI)
La crónica de Carlos Olabuenaga
No se me ocurre una mejor manera de dar el pistoletazo de salida al maravilloso, esperanzador y repleto de grandísimas actividades y cursos que forman el programa de actividades que la Asociación de Sumilleres de La Rioja ha diseñado para este 2021. En mi caso sólo debo hablar de nuestra visita al maravilloso “château” Torre de Oña, pero me apostaría todo mi reino a que, en lo que a emoción, ilusión y esperanza podría hacerlo en nombre de todos, una vez leídos los ‘guasaps’ y post del resto de compañeros, además de los inmensos reportajes fotográficos con los que los han nutrido. Particularmente me ha invadido una maravillosa sensación de felicidad al saber que el resto de compañeros estaban haciendo lo mismo que nosotros en sus correspondientes visitas, he decir que me ha dado mucho “gustirrinin”.
Hasta el día ha salido inmejorable para la ocasión. Incluso hemos vivido una anécdota, cuando menos comprometida para la bodega, y es que a 10 minutos de comenzar nuestra visita ha aparecido una inspección sorpresa del Consejo Regulador y lejos de resultar un problema, Alejandro ha tirado de tablas, ha organizado “por aquí y por allá” y por nuestra parte ni nos hemos enterado aún sabiendo de lo que requieren este tipo de “visitas” en lo que a atención personal se refiere. Primero nos ha contado (con celeridad porque debía atender a los inspectores) la historia de las fincas que rodean y componen este maravilloso château. Posteriormente, con una “llanitud” y sencillez más que de agradecer, nos ha explicado la historia de la Bodega desde los tiempos del “cubano” Leandro, pasando por la vertiginosa adquisición del difunto Don Guillermo Aranzabal y terminando por lo que es en la actualidad la bodega dentro del grupo La Rioja Alta. La situación es sencillamente de ensueño, a las faldas de la Sierra de Cantabria lindando por el norte, con sus fincas en la ladera sur que se anuncian silenciosamente al Ebro mientras admiran la grandeza del San Lorenzo, con la villa de Laguardia y todo su enclave al Este y con la zona del Elciego a primera mano y los Obarenes “un poquito más allá” por el Oeste y todo ello y ahí es nada, rodeada por unos cuantos de los viticultores más prestigiosos e influyentes del actual panorama de Rioja (Abel Mendoza, Benjamín Romeo, Hermanos Eguren, o Juan Carlos López de La Calle). Mientras nos explicaba la historia, recorríamos plácidamente las fincas a la par que disfrutábamos de unas vistas que, sin saber cómo, constantemente nos obligaban a admirarlas. Alejandro (ya le habría dado “matarile” a los amables inspectores) ha vuelto a tomar las riendas de la visita en la bodega y de manera serena y magistral nos ha transmitido el fondo y el SER de Torre de Oña, nos ha dado a catar muestras de las tinas de inox donde esperan aún sin domar los “todavía zumos” que en su día formarán sus fantásticos vinos que son Finca San Martin, Torre de Oña y Martelo.
El colofón a la visita lo ha puesto la cata-almuerzo con que nos han deleitado en uno de los jardines de la bodega. Además de disfrutar de sus vinazos, hemos platicado largo y tendido del futuro de Rioja, de las cepas que “debemos” arrancar (o no…), de las nuevas tendencias, que se unen a nuestro inconfundible estilo de crianza en madera y de lo que tenemos por delante en lo que a formación integral se refiere si pretendemos alcanzar la excelencia… ¡Excelencia…! jeje…. qué palabra tan maravillosa y tan generadora de debates. En definitiva, nuevamente hemos disfrutado de Rioja al máximo en un enclave de obligada visita “pa saber lo que es güeno”. ¡Que viva el vino y que viva La Rioja!