Redescubriendo la ‘Borgoña riojana’ IV
“Haro tiene la fama de vinos clásicos de Rioja pero la Sonsierra tiene la de los vinos modernos. Vamos a estar en lo más alto. Hemos hecho catas con vinos italianos y franceses y creo que lo superamos con creces”
Eduardo Monge y Lorena Garbati apostaron en 2003 por comenzar un proyecto apoyado en 5 hectáreas de viñedo en la zona alta de San Vicente de la Sonsierra y en la inquietud por elaborar pequeñas producciones de vinos modernos “buscando la máxima calidad posible”. Por aquel entonces, Eduardo Monge trabajaba en el transporte de vino para otras bodegas, conocía el cambio que se había producido con los vinos modernos que se habían empezado a hacer en Rioja y “estaba un poco ahí, con el gusanillo. Entonces fue cuando comenté con Lorena, mi mujer, de hacer una bodega. Yo lo que quería hacer vinos de calidad, vinos modernos y con barrica”. Las viñas de Eduardo se sitúan en la parte mas alta, cerca de Rivas de Tereso, esa que llega a los 600 metros de altitud, de suelos de arcilla calcárea y que “ahora, con el cambio climático es más fresca. Tenemos un microclima que es muy bueno sobre todo a partir del envero. Las viñas son idóneas para este tipo de vinos por la alta acidez y color de las uvas”.
Es esta apuesta por vinos más modernos, seleccionando la uva, con la mirada puesta en la viña “es lo que nos lleva a hacer estos vinos con más fruta” y para Eduardo es lo que más ha cambiado en la Sonsierra en las dos ultimas décadas, principalmente con la incorporación de gente joven que “buscan otras cosas. Aquí solemos comentar que Haro tiene la fama de vinos clásicos de Rioja pero la Sonsierra tiene la de los vinos modernos. Buscamos más esa fruta no tanto la barrica”. En un futuro cree que la Sonsierra “va a estar en lo más alto. Comparamos nuestros vinos con los de otros países y creo que, por ejemplo, en relación calidad precio estaremos en el número 1 ahora mismo a nivel mundial. Hemos hecho catas con vinos italianos y con vinos franceses y creo que lo superamos con creces”.
En contra de la tradición de la comarca, en Viña Anne no se elabora maceración carbónica, ni se comercializa vino joven, aunque todas las botellas “salen al mercado con la contraetiqueta genérica porque nunca hemos seguido los tiempos marcados por el Consejo Regulador”. Eduardo Monge elabora 6 vinos diferentes. “Hago un blanco con las 9 variedades permitidos por el Consejo Regulador. Ahora mismo soy el único de La Rioja que la tiene permitidas y las pongo en la contraetiqueta de la botella. Se llama Viña Anne Centenarias porque empezamos con una viña centenaria de 124 años que está pegando a la bodega. Otro blanco, Incontinencia Suma, lo elaboro con viura y malvasía de cepas centenarias. En tintos tenemos que Viña Anne Autor, Viña Anne Selección y el Laberinto de Viña Anne, que hago con tempranillo. Finalmente, Pijos Magníficos que elaboro con garnacha, graciano y tempranillo”.
El vino que más representa a Eduardo Monge es Laberinto, “porque es un vino que yo no iba a hacer. Lo hacemos de una zona de una viña que tendrá ahora unos 46 años y de actitud más o menos los 575 metros. Es de una franja en una viña en ladera, que hace una vaguada donde hay los que llamamos cepas falsas que, a veces florece, pero no liga los granos y caen al suelo. Cuando liga da un tempranillo de grano intermedio, mediano, muy concentrado y de mucha calidad. Nunca había probado un tempranillo tan rico y dije, pues nada, lo elaboramos. Se llama laberinto porque dentro de la de la franja, en la vendimia voy diciendo que cepas se tienen que coger”. El resultado “decimos que es un vino de tertulia, porque tiene tanta fruta y aromas que es más recomendable para beberlo tranquilo”.
En enoturismo atienden visitas de grupo a partir de 6 personas y “hacemos una visita a la viña centenaria. Eso le gusta mucho la gente bajar a la viña, saber de las variedades, un poco de la viticultura, de las enfermedades, de los trabajos que hacemos en una viña. Luego en la bodega acabamos con 3 vinos les pongo un poco de jamón o chorizo”.
Reportaje publicado en el nº247 de La Prensa del Rioja
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