El bodeguero Carlos Moro, propietario del grupo vinícola Matarromera, mostraba con orgullo el resultado de su firme apuesta por la DOCa Rioja ante el centenar de invitados al acto institucional de ‘inauguración’ de su bodega en San Vicente de La Sonsierra. Lo hacía desde la atalaya que ocupa la parte superior de la bodega, señalando desde allí a la localidad sonserrana y el espectacular paisaje que la rodea y asegurando que se trata de “un proyecto personal, fruto del deseo de elaborar con tempranillo de esta tierra y resultado de la constante búsqueda de la excelencia”. Un proyecto tan personal que incluso lleva el nombre del propio bodeguero y que, tras las importantes inversiones realizadas en las instalaciones adquiridas hace ya ocho años, “no habíamos tenido oportunidad de inaugurar”.
Entre los invitados al acto inaugural del pasado 16 de septiembre hubo una amplia representación institucional del sector vitivinícola, encabezada por la presidenta de La Rioja, Concha Andreu, quien clausuró el acto destacando que el objetivo prioritario de su gobierno es “convertir la región en referente absoluto en todo lo que tenga que ver con el vino: en la industria, en el conocimiento y en el turismo del vino”, un propósito al que dijo contribuía “la inauguración oficial de esta bodega, que supone un gran argumento de cara a la consolidación del sector”.
Las instalaciones de la que fue una antigua bodega de cosechero, transformada en los años noventa por los anteriores propietarios, no solo han experimentado una importante mejora en la dotación de equipamiento para la elaboración y crianza, sino que se han orientado especialmente al turismo del vino. La bodega de Carlos Moro abrió sus puertas al enoturismo en 2016 ofreciendo diferentes experiencias como el recorrido del impresionante calado de más de 1.200 metros cuadrados (300 m lineales) ya preexistente, complementado con nuevas instalaciones para degustaciones, comedor, tienda y un elevador panorámico desde el que se contempla el proceso productivo a través de un recorrido por las distintas plantas, ya que la especial configuración del edificio, recostado contra una loma, permite que toda la producción se lleve a cabo por gravedad.
El entorno natural y paisajístico de la Sonsierra riojana, desde Laguardia a Briñas, es único y se ha convertido en una auténtica ‘milla de oro’ de la vitivinicultura, en la que Carlos Moro se ha instalado con su habitual sello de calidad y se siente cómodo, pues no en vano, como mencionó en su intervención, uno de los constructores del recinto amurallado de San Vicente, que aún se conserva, llevaba su apellido. Desde el propio vino a la botella en que se presenta transmiten perfectamente esa imagen de prestigio a la que aspira y en la que quiere posicionar su producción en Rioja. Además, cuenta con más de 20 hectáreas de viñedo propio repartidas en parcelas ubicadas entre San Vicente y Labastida. Uno de esos viñedos plantado en vaso en 1940 en esta localidad, Viña Garugele, es uno de los nuevos ‘Viñedos Singulares’ de la DOCa Rioja. La apuesta por la sostenibilidad es otra de las señas de identidad de la bodega, que ha incorporado energías renovables y caldera propia de biomasa. Actualmente posee la certificación de tres normas de gestión ambiental que acreditan el máximo respeto por la naturaleza.