Carlos Ferreiro, director técnico y enólogo de Bodegas Altanza analiza el impacto de la digitalización del sector en su labor cotidiana

La digitalización en el sector del vino ha causado la reorientación de las bodegas hacia la aplicación de nuevas tecnologías. Muchos de los procesos analógicos han necesitado actualizarse, transformando la metodología tradicional en procedimientos más innovadores. “Al principio, nos guiábamos sobre todo por sensaciones y por análisis exhaustivos del estado del viñedo de una forma más visual y manual. Estudiábamos si la planta estaba equilibrada, si tenía el vigor necesario y era eso lo que nos marcaba los tiempos en todos los procesos”, explica el director técnico y enólogo de Bodegas Altanza, Carlos Ferreiro.

La bodega se creó en 1998 por un grupo de amigos amantes del vino, algunos con una dilatada experiencia en el sector enológico. Conservando su cultura cercana, ha conseguido adaptarse a la digitalización para satisfacer las necesidades del mercado. “Nuestra filosofía siempre ha contenido la innovación y el crecimiento dentro de nuestros pilares fundamentales. Siempre hemos buscado exaltar los valores de la DOCa Rioja”, resalta Ferreiro.

Bodegas Altanza ha trabajado progresivamente para incorporar los distintos elementos transformadores en todos sus sectores, con el fin de mejorar el control del inventario y las ventas, monitorear el proceso de producción y automatizar determinadas tareas. “A parte de las pertinentes inversiones en el desarrollo del Departamento de Marketing Digital, hemos apostado por el continuo desarrollo de nuestra tienda ‘online’, adaptándola continuamente a las necesidades de nuestros clientes. Hemos implementado, asimismo, un motor de gestión de visitas ‘online’ que nos facilita la organización de todas las reservas relacionadas con enoturismo”, añade.

Asimismo, Bodegas Altanza ha desarrollado un plan integral de sostenibilidad I+D+I, centrado en crear un sistema de viticultura de precisión, incorporando dendrómetros para ver el estado fisiológico de la vid y sondas de humedad. Por otro lado, se realizan monitoreos aéreos para zonificar, contando, también, con un sistema de calicatas que muestren la composición, sistema radicular y los nutrientes del suelo. “Todo esto queda registrado y nos genera información muy valiosa a la hora de tomar decisiones informadas y alcanzar excelentes cotas de calidad”, añade.

La adaptación a esta nueva realidad ha sido progresiva. “Tenemos la enorme suerte de contar con grandísimos profesionales del sector, abiertos a nuevos cambios y retos. Además, estamos muy agradecidos de haber desarrollado una buena red de fidelización con nuestros clientes”. Todavía hay muchos retos sobre los que seguir trabajando encima de la mesa: la producción, el control botella a botella, las sondas de temperatura, la calidad y la trazabilidad, así como el marketing digital, la venta ‘online’ y el empleo de herramientas de análisis de datos.

Para ello, el sector necesita de una colaboración conjunta entre bodegas y empresas tecnológicas que agilice este proceso de digitalización. “Ahora los tiempos son distintos. Todos los procesos, especialmente todo aquello relativo a venta ‘online ‘y gestión de redes sociales, requiere de una inmediatez y tiempos de respuesta que nada tienen que ver en sí mismos con los tiempos de elaboración y crianza del vino”, remarca Ferreiro. “Por esta razón, tenemos distintos acuerdos de colaboración que nos permiten trabajar mano a mano para compartir nuestro producto, fruto del esfuerzo y del conocimiento de todas las personas que formamos parte de sus procesos”, concluye.

 

Suscríbete gratis a nuestro boletín.¡Pincha aquí!