La Escuela de Viticultores de Bodegas Riojanas ha comenzado su segundo curso con una jornada dedicada a la poda del viñedo a cargo del experto Julián Palacios que, en palabras de la coordinadora de la Escuela, Natalia Olarte, abordó el tema “con un soplo de aire fresco, rompiendo el papel de las normas de poda del Consejo Regulador”. La apertura de la Jornada estuvo a cargo de la doctora Elvira Zaldívar, un referente de la investigación vitivinícola en la DOCa Rioja, que expuso un tema tan novedoso como es el valor que aporta el atributo de “mineralidad” en los vinos. Con su intervención la Escuela conmemoraba la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. De nuevo la convocatoria fue un éxito, con un aforo completo de 130 personas llegadas de todos los rincones de la DOCa. Rioja, Ribera del Duero y Rueda, con perfiles diversos, desde técnicos y viticultores, a asesores y docentes.
Julián Palacios, Ingeniero Agrónomo conocido como “el cuidador de viñas”, cuya empresa de consultoría ‘Viticultura Viva’ cuida los viñedos de varias bodegas para mejorar su equilibrio y alargar la vida de las cepas, buscó respuesta a la cuestión de si la poda tradicional realizada en los viñedos de vaso limita la incidencia de enfermedades de la madera. En su charla ofreció una nueva visión sobre cómo deberían podarse los viñedos en base a las carreras de savia a fin de conseguir una mayor longevidad de los viñedos. Destacó la importancia de observar los viñedos y cómo prevenir la entrada de hongos a las cepas, explicando a través de casos prácticos recogidos en toda la geografía española experiencias de poda de distintos viticultores que representan hitos en la poda.
La intervención de la doctora en químicas Elvira Zaldivar se centró sobre la caracterización químico-sensorial del atributo de mineralidad en vinos blancos y tintos, divulgando los resultados obtenidos del estudio CDti- Iberoeka desarrollado por Bodegas Riojanas. La directora de Control de Calidad e I+D+I de Laboratorios Excell en Logroño realzó el papel de las matemáticas en la tecnología big data aplicada al estudio hedónico de los vinos y las posibilidades que puede ofrecer en el mundo del vino, aportando dos ejemplos prácticos de investigación. Con el primero, acerca de un tema novedoso como es el valor que aporta el atributo “mineralidad” en los vinos, explicó cómo conseguir un atributo aromático mineral desde los procesos de campo a la enología para que el consumidor lo sienta como un atributo positivo. El segundo caso práctico sirvió para divulgar el proyecto ‘Secuenciación masiva en viñedo’, realizado por Bodegas Riojanas y financiado por Cdti – ADER, en el que se aborda el estudio microbiológico de los viñedos de Cenicero.
La Escuela de Viticultores de Bodegas Riojanas, que completó con gran éxito de asistencia las tres jornadas programadas en su primer año de funcionamiento, ha comenzado con gran impulso este año 2020 con una intensa programación, que sólo en el primer cuatrimestre celebrará tres jornadas. Además de la reseñada sobre la poda, dedicará otra el 6 de marzo al “rol de la sostenibilidad en los suelos de terroir” en la que participarán Eva Navascués, de pago de Carraovejas, Ana Díez, del centro tecnológico Neiker de País vasco, y Carlos Mirabet Segura. El 1 de abril la escuela colaborará con el cluster catalán INNOVI y la empresa Pulverizadores FEDE para abordar la innovación en el campo de aplicación de los fitosanitarios.
Como volvió a recordar Natalia Olarte, la Escuela de Viticultores pretende contribuir a la mejora de la calidad mediante la formación del amplio colectivo de viticultores proveedores de la bodega, dándoles a conocer los nuevos retos y oportunidades de la viticultura del Siglo XXI a través de ponencias, debates y actividades prácticas a cargo de especialistas. La directora puso en valor “este proyecto de innovación social, donde con la cooperación entre los distintos actores que forman el mundo del vino, como la formación y la información, ayuda a abordar los retos a los que se enfrenta el Rioja”, refiriéndose igualmente a los objetivos de desarrollo sostenible del pacto nacional 2030, a la viticultura sostenible como herramienta de protección de la biodiversidad y los ecosistemas, y a la importancia de seguir generando economía circular en los pequeños municipios a través del vino.