Mar Vilanova lidera en el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), una etapa de innovación y transferencia tecnológica con el objetivo de acercar la investigación al sector vitivinícola y afrontar los grandes retos del vino
Texto: Mirian Terroba
redaccion@laprensadelrioja.com
El vino de Rioja no solo nace en los viñedos, también es fruto de los laboratorios, en las estaciones experimentales y en los centros de investigación donde ciencia y tradición se dan la mano. En este contexto, el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) se ha consolidado como un referente internacional en investigación aplicada al sector vitivinícola.
Desde octubre de 2024, la dirección del instituto está en manos de Mar Vilanova de la Torre, investigadora con una sólida trayectoria internacional y profunda experiencia en viticultura, microbiología y calidad enológica. Sucede en el cargo a José Miguel Martínez Zapater, figura clave en la creación y consolidación del centro, quien se jubiló tras más de una década al frente del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino.
Reconoce que el cambio de investigadora a directora del ICVV ha sido un reto importante. “Ha sido duro, porque siempre fui investigadora y asumir un cargo de dirección implica una gran responsabilidad”, explica. “No estaba en mis planes, pero cuando llegó el momento decidí asumir el reto”. Nacida en Galicia, con estancias científicas en Burdeos, Australia, Portugal e Italia, y más de dos décadas vinculada al CSIC, Vilanova lidera ahora una nueva etapa en el ICVV, marcada por el impulso de la excelencia científica, la sostenibilidad y la transferencia real de conocimiento al sector vitivinícola. “Mi propuesta fue clara: crecer y consolidar grupos sólidos en disciplinas fundamentales, como el cambio climático, la sostenibilidad y la economía circular, entre otros”
Además, destaca que la transferencia tecnológica es “fundamental”, porque “por mucha investigación que hagamos, si esta investigación no llega al sector, no estamos cumpliendo”. Por eso, apunta que espera que la oficina de transferencia esté funcionando en octubre, un objetivo prioritario para el Instituto y las instituciones que lo componen (el CSIC, el Gobierno de La Rioja y la Universidad de La Rioja).
Un Instituto para ayudar ante los retos
Con una visión internacional y una sólida trayectoria científica, la directora identifica un cambio profundo en el sector marcado por la caída del consumo, especialmente entre los jóvenes, y por los efectos del cambio climático, que adelantan la maduración de la uva y elevan el grado alcohólico del vino. Esto impulsa una mayor demanda de vinos frescos y con menos alcohol, como los blancos y rosados. En regiones como Rioja, tradicionalmente centradas en los tintos, algunas bodegas ya se están adaptando mediante el reinjerto de variedades blancas y la exploración de nuevas zonas de producción. Blancos y rosados se perfilan como alternativas con proyección de futuro. “El consumo de blancos está subiendo y el de tintos bajando”, observa. Y en ese giro, los rosados abren nuevas posibilidades “con un futuro importante porque evitarían transformaciones tan radicales en el viñedo y permitirían productos con menos competencia”.
«El cambio climático,
con todos los aspectos que engloba,
y la sostenibilidad son ejes clave
en nuestra investigación”
La Denominación de Origen Rioja, una de las más antiguas de España, está atravesando un momento clave de transformación y frente a estos retos, cuenta con una ventaja estratégica: la cercanía del ICVV, un centro de investigación puntero que trabaja en áreas clave como microbiología, genética y defensa vegetal, proporcionando soluciones directas al sector vitivinícola local. “Contamos con un centro de investigación que está precisamente para aportar conocimiento en adaptación y sostenibilidad. Estamos muy cerca del sector y podemos ofrecer muchas respuestas”.
Acercar la ciencia al sector vitivinícola
Desde que asumió la dirección del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino, Mar tiene como objetivo reforzar la transferencia del conocimiento científico hacia el sector vitivinícola. “No queremos que solo sea el sector el que venga a nosotros con un problema, también queremos acercarnos nosotros a ellos, porque a veces les cuesta dar ese primer paso”, explica.
Para lograrlo, el instituto pondrá en marcha antes de fin de año una oficina de transferencia que funcionará como un puente entre la investigación y las necesidades del sector, ofreciendo información sobre proyectos, recursos, convocatorias y facilitando la colaboración. “Queremos ser proactivos y hacer más sistemático y accesible el trabajo que ya realizamos con jornadas, talleres y colaboraciones específicas”, detalla la directora.
“El Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) gestiona entre un gran número de contratos con empresas”, explica Mar Vilanova. “Trabajamos tanto con grandes bodegas que cuentan con departamentos de I+D, como con bodegas pequeñas y viticultores de distintas zonas vitivinícolas de España. Esta diversidad nos permite que las investigaciones tengan un impacto amplio y se adapten a realidades muy variadas, desde Rioja hasta otras denominaciones, lo que enriquece el conocimiento y facilita la transferencia tecnológica”.
Además, la directora del instituto destaca que “mantenemos una colaboración muy activa con otros centros de investigación y universidades, tanto nacionales como internacionales. Estas alianzas son fundamentales para intercambiar conocimientos, compartir recursos y desarrollar proyectos conjuntos que fortalecen la investigación aplicada al sector vitivinícola”.
Añade además que “gracias a esta red de colaboración, el ICVV amplía su alcance científico y tecnológico, favoreciendo la innovación y aportando soluciones globales a retos locales”. Destaca que existen dos tipos de transferencia: la indirecta, basada en resultados de investigación publicados y abiertos al sector, y la directa, en la que una empresa colabora activamente con grupos de investigación para desarrollar soluciones concretas.
“Por mucha investigación
que hagamos, si no llega al sector,
no estamos cumpliendo
con nuestra misión”
Con 16 grupos especializados en viticultura y enología, el ICVV ofrece un respaldo técnico capaz de abordar múltiples retos. “Es importante que el sector sepa que estamos aquí y a su disposición. Somos un centro público de investigación y trabajamos para dar soluciones a problemas del sector”.

Cambio climático y graduación alcohólica
“Las líneas de investigación son muchas y muy variadas”. El instituto, explica su directora, destaca por su intensa y diversa actividad investigadora, que abarca desde la viticultura hasta la enología, abordando los grandes retos actuales del sector. Su capacidad técnica y científica convierte al centro en un referente imprescindible para la innovación y el avance del mundo vitivinícola.
Mar Vilanova subraya que el cambio climático es uno de los grandes ejes de investigación del ICVV. “Está siempre presente”, afirma, y por eso se trabaja en diversas líneas: desde el estudio de variedades más resistentes a enfermedades, hasta la búsqueda de genes de resistencia y el desarrollo de fermentaciones que reduzcan el grado alcohólico del vino. También se exploran nuevas técnicas de cultivo y el uso de agua regenerada para el riego del viñedo, una necesidad creciente ante la escasez hídrica.
Aparte de estas investigaciones sobre el cambio climático, “hay otros proyectos muy importantes que estamos desarrollando aquí, que pueden transformar el sector”. La directora destaca un problema muy habitual: “Ahora mismo, el alcohol es uno de los grandes desafíos. Reducir el grado alcohólico en el vino es fundamental. En este sentido varios grupos de investigación del ICVV están trabajando en la reducción del grado alcohólico del vino y en la elaboración de vinos sin alcohol”. Recientemente, comenta, “nos visitó una empresa suiza que nos presentó un proyecto que está desarrollando en colaboración con un grupo del ICVV sobre vinos sin alcohol. Hemos podido conocer los vinos que elaboran. Fue una cata muy interesante, donde nos explicaron cómo están introduciendo estos vinos en restaurantes de alto nivel y cómo el interés de los consumidores está creciendo. Es un producto muy distinto, y aquí también se está moviendo ese mercado”. Reconoce que “organolépticamente el vino sin alcohol cambia bastante, pero es un campo muy prometedor”.
Comparando con la cerveza sin alcohol, afirma que “claro que cambia, no es igual a la cerveza tradicional, sin embargo la calidad ha mejorado mucho con el tiempo y cada vez hay más consumidores de este producto”. Entonces ¿por qué no va a haber consumidores para el vino sin alcohol?
En cuanto a enfermedades, recuerda que este año en La Rioja “hemos presenciado problemas por mildiu que antes no eran habituales. En Galicia por ejemplo, los viticultores están mucho más familiarizados con las enfermedades fúngicas, en el caso del mildiu por ejemplo, en algunas campañas se puede llegar a superar los 20 ciclos de contaminación. Esto nos indica hacia dónde nos lleva el cambio climático”.
Por eso, dice la directora, “estamos investigando en variedades resistentes a enfermedades, buscando genes de resistencia. Incluso en las variedades autóctonas de Rioja se están buscando nuevos clones resistentes. Varios grupos están trabajando encruzamientos para identificar esos genes”, añade.
“También estamos investigando en sistemas de cultivo que permitan evitar la excesiva insolación en el viñedo, porque las horas de sol están aumentando, así como las temperaturas durante periodos más largos. Por ejemplo, estamos probando el uso de caolín, que se aplica sobre la uva para reflejar la luz y evitar que incida directamente sobre el racimo. Este proyecto es una colaboración con una empresa de Valencia”.
También apunta a la fermentación como un área clave para obtener vinos con memos alcohol. “Trabajamos mucho en fermentaciones dirigidas con microorganismos que reduzcan el grado alcohólico de los vinos”.
Sobre el viñedo y el riego, explica que personalmente está implicada “en un proyecto europeo sobre el uso de agua regenerada. El agua será cada vez más escasa y regar será necesario, pero no habrá suficiente agua potable. En La Grajera tenemos una depuradora cuya agua tratada cumple con los requisitos legales para riego de viñedo. Estamos usando esa agua para regar el viñedo y comparando la calidad de la uva con la regada con agua convencional. Los resultados son muy buenos, tanto en planta como en fruto y vino”.
Además, la economía circular es muy importante para el Instituto que trabaja “en proyectos para reutilizar restos de uva tras la fermentación —hollejos— para producir materiales o productos alimenticios, aprovechando sus compuestos fenólicos y antioxidantes. También reutilizamos restos de poda y otros subproductos”.
En cuanto al cultivo de la vid, destaca que en la Grajera contamos con el viñedo que aporta el Gobierno de la Rioja, lo que nos permite mantener las diferentes colecciones de variedades y clones lo que supone una gran ventaja y nos evita tener que buscar viñedos fuera”.

Talento investigador y crecimiento
Mar explica que en el ICVV trabajan alrededor de 150 personas entre personal investigador y personal técnico. “Hemos crecido mucho en los últimos años y seguimos apostando fuerte por atraer talento a La Rioja”, asegura.
Para ello, el centro se apoya en convocatorias públicas específicas destinadas a la captación de personal. “Por ejemplo, recientemente incorporamos a un entomólogo, una figura que antes no teníamos, encargado de estudiar la interacción entre insectos y plantas”, comenta. Además, “a finales de año se incorporará una nueva microbióloga especializada en levaduras, que aportará una visión fundamental, aunque con propuestas muy interesantes para nuestro trabajo”.
La directora destaca que el instituto también está afrontando el reto del relevo generacional, “ya que se están produciendo algunas jubilaciones y debemos reponer personal para no perder esas líneas de investigación que son fundamentales para el Instituto”.
A pesar de este desafío, Mar asegura: “Estamos bien posicionados porque hay muchas convocatorias públicas de apoyo a la investigación y mucho interés en venir a trabajar aquí, ya que es el centro de referencia en investigación vitivinícola en España».
A nivel personal, Mar destaca que dirigir un centro mixto como el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino, con tres instituciones implicadas y un personal creciente, implica una gran responsabilidad. “Hay que captar fondos, captar talento, estar pendiente de las convocatorias y también de los problemas del sector”. Señala la importancia de apoyar a los investigadores y subraya que este primer año ha sido “un período de aprendizaje intenso”.
Publicado en nº 252 de La Prensa del Rioja












