Queirón analiza el impacto del clima en el carácter de sus vinos. Un estudio técnico sobre las añadas 2017 a 2021 de Mi Lugar demuestra cómo las condiciones climáticas de cada año influyen directamente en el perfil organoléptico del vino, reflejando la expresión del terroir y la singularidad de cada cosecha.

 

Queirón analiza los perfiles organolépticos distintivos de cada cosecha de su vino Mi Lugar, estableciendo la relación directa entre el carácter del vino y el contexto meteorológico de cada vendimia

 

Texto: Mirian Terroba
redaccion@laprensadelrioja.com

 

El clima es uno de los factores más determinantes en la personalidad de un vino. Cada año, las condiciones meteorológicas —temperaturas, lluvias, horas de sol o variaciones térmicas— dejan una huella en la viña, condicionando el carácter de la uva y, con él, la expresión final del vino. Conscientes de esta profunda conexión entre naturaleza y sensorialidad, Bodegas Queirón, de la familia Ontañón, ha desarrollado un estudio técnico pionero que documenta cómo cada ciclo climático se refleja en aromas, sabores, texturas y colores distintos. El análisis de la huella del clima en cada añada documenta cómo las condiciones meteorológicas de cada ciclo vitícola se reflejan en aromas, sabores, texturas y colores únicos, demostrando la íntima conexión entre viticultura, meteorología y expresión sensorial. 

El proyecto nace con el propósito de aportar un testimonio riguroso de la influencia climática en la calidad del vino, mostrando cómo cada añada de Queirón Mi Lugar actúa como espejo fiel del tiempo vivido en Quel. Más allá de un ejercicio enológico, se trata de una investigación que refuerza la identidad de Mi Lugar como vino de autenticidad, sostenibilidad y legado cultural, capaz de conjugar la tradición vitivinícola de Rioja Oriental con un prestigio internacional consolidado.

Elaborado con Garnacha y Tempranillo procedentes de pequeñas parcelas de secano situadas entre 580 y 800 metros, Mi Lugar se nutre de viñas viejas de bajos rendimientos, que producen racimos pequeños y uvas concentradas, responsables de su estructura, longevidad y personalidad. Cada parcela —El Poeta, La Perdida, La Bartola, Andañal, La Pasada— aporta matices propios gracias a suelos pobres y minerales.

La denominación ‘Vino de Pueblo’ garantiza que todo el proceso se realiza en Quel. Bajo la dirección de Rubén Pérez Cuevas, la vinificación respeta el terroir mediante vendimia manual, triple selección y fermentación por gravedad, seguida de 18 meses en barrica y 6 en tina, logrando equilibrio entre estructura, elegancia y frescura, y preservando la identidad del terruño en cada botella.

Leticia Pérez Cuevas, responsable de viñedo, en una de las parcelas de Quel. Los viñedos de Queirón Mi Lugar se encuentran en la vertiente queleña de la Sierra de Yerga.

Clima y vino: un diálogo constante 

La bodega explica que la añada climática tiene un impacto directo en el sabor y aroma del vino, ya que las condiciones meteorológicas durante el ciclo de la vid influyen en el desarrollo de la uva y, por ende, en las características del vino resultante.

Un verano cálido favorece la acumulación de azúcares, generando vinos más alcohólicos, maduros y estructurados. Por ejemplo, en 2017, el verano cálido y seco dio lugar a Mi Lugar con alta concentración de azúcares, aromas intensos de frutas negras (arándanos, cassis) y sabores carnosos, aunque con menor acidez. En cambio, las noches frescas preservan la acidez y potencian aromas frescos y elegantes. En 2019, dichas noches contribuyeron a un equilibrio ideal, con aromas de grosellas, cerezas y notas balsámicas, y una boca fresca y aterciopelada. 

Las heladas primaverales, como las de 2017 y 2021, reducen rendimientos y concentran sabores en las uvas supervivientes, aunque pueden desequilibrar la madurez fenólica y afectar la suavidad de los taninos. Por su parte, los años húmedos, como 2018, presentan lluvias en invierno y primavera que favorecen rendimientos altos y una maduración lenta, resultando en vinos equilibrados, con acidez moderada y aromas complejos de romero, tomillo y monte bajo. Sin embargo, el exceso de humedad puede incrementar el riesgo de enfermedades como el mildiu.

La sequía, como la de 2017, provoca estrés hídrico que concentra azúcares y taninos, generando vinos más intensos, aunque con menor frescura si la acidez disminuye. En 2021, las lluvias tardías de septiembre aliviaron la sequía, otorgando a Mi Lugar gran volumen, color intenso y aromas expresivos. Las lluvias durante la vendimia pueden diluir sabores o retrasar la maduración; no obstante, en 2021, lluvias oportunas optimizaron la madurez fenólica, potenciando color y aromas frutales.

Los niveles altos de humedad, como los de 2018, intensifican notas balsámicas y ahumadas, mientras que los vientos frescos, como los del norte en 2020, mejoran la acidez y frescura, aportando aromas de fresas, frambuesas y un carácter mentolado.

La fenología también influye: una brotación temprana (2020) o retrasada (2018) modifica el tiempo de maduración. En 2020, la brotación explosiva y la maduración rápida dieron un vino vibrante con frutos rojos y negros, mientras que la floración irregular de 2017 redujo rendimientos, intensificando sabores. 

En cuanto a la maduración, si es lenta (2018, 2019) favorece la acumulación de polifenoles, otorgando taninos suaves y aromas complejos, como incienso y trufa (2019). Una maduración rápida (2017, 2020) concentra azúcares y potencia sabores frutales maduros, aunque con riesgo de menor acidez. 

En consecuencia, las cinco añadas estudiadas de Mi Lugar constituyen un registro sensorial completo de la influencia del clima y del terroir de Quel, mostrando la capacidad del vino para reflejar su personalidad año tras año. Años cálidos y secos, como 2017, dan lugar a vinos estructurados, con taninos firmes, sabores intensos y una acidez aún presente. En contraste, condiciones frescas y húmedas como las de 2018 resultan en vinos más ligeros, de textura sedosa y acidez equilibrada. Cuando el clima se muestra más armonioso, como en 2019, el vino expresa redondez, taninos pulidos y una fruta vibrante, características que definen a Mi Lugar 2019, descrito como vigoroso y aterciopelado.

Por su parte, las lluvias tardías registradas en 2021 aportaron volumen y persistencia, atributos perceptibles en el vino en rama de esa cosecha. Así, estas cinco añadas ofrecen un recorrido sensorial que refleja con fidelidad la influencia del clima y el terroir de Quel, revelando cómo cada año el vino expresa su propia identidad. 

Una parte del equipo de enólogos de Queirón, dirigido por Rubén Pérez Cuevas, en la sala de cata de la bodega.

Así son las 5 añadas de Queiron

El perfil general se define por notas de fruta negra, especias, mineralidad y frescura. No obstante, cada vendimia añade sus propios matices: el calor de 2017 intensificó la concentración y la potencia, mientras que la humedad de 2018 favoreció la frescura y la finura. La añada 2019 alcanzó un equilibrio que ofreció máxima armonía, los vientos y la maduración rápida de 2020 aportaron frescura y elegancia, y las lluvias tardías de 2021 otorgaron volumen y expresión.

·  Añada 2017. Año muy cálido y seco, con heladas primaverales. Vino concentrado, intenso, con especias (pimienta, café, trufa), frutas negras (moras, arándanos, casis), notas tostadas; boca larga, redonda y sedosa, acidez marcada y taninos dulces. Perfil mediterráneo y elegante.
(95 puntos Decanter, 18/20 Jancis Robinson)

·  Añada 2018. Año fresco y húmedo, con maduración lenta. Vino fluido y sedoso, aromas profundos de café, caramelo, balsámicos (monte bajo, romero, tomillo), minerales y ahumados; final largo con recuerdos de mermelada y pan tostado, taninos muy suaves y pulidos. (Vino del Año Wine Alchemy, 93 puntos James Suckling)

 ·  Añada 2019.  Condiciones equilibradas y noches frescas. Vino complejo y expresivo, con fruta negra (casis, arándano, grosellas, moras, cerezas), especias, balsámicos y minerales; boca aterciopelada, fresca, taninos pulidos y gran persistencia. Destacado como el mejor equilibrio del proyecto. (95 puntos Guía Peñín, Top 100 The Wine Merchant)

·  Añada 2020.  Campaña inestable, vientos frescos y maduración rápida. Vino luminoso, con aromas a frutos rojos (fresas, frambuesas, grosellas) y negros (moras, casis), balsámicos y mentolados, recuerdos de pan tostado, tabaco y toques lácteos; boca elegante, delicada pero golosa, de gran longitud y taninos suaves.

 ·  Añada 2021.  Lluvias tardías y maduración óptima. Vino en rama, de alta capa, gran volumen y cuerpo, con aromas frutales y balsámicos, notas de monte bajo y complejidad destacada; boca fluida y persistente, aún en proceso de crianza. Potencial expresivo y gran estructura. (Se lanzará en 2026)