Texto: Javier Pascual
El relato enoturístico que ha construido Juan Jesús Valdelana a lo largo de tres décadas de intenso trabajo impresiona tanto por su sólida argumentación como por la forma en que lo ha sabido visualizar en dos enclaves, la bodega y el viñedo, a los que transmite un halo mágico capaz de conseguir de forma muy sugestiva la inmersión del visitante en ‘el espíritu del vino’. El galardón recibido en dos ocasiones como mejor Bodega en Arte y Cultura por los Premios Best Of al Turismo Vitivinícola es sin duda un justo reconocimiento.
La devoción que manifiesta al exponer al visitante el torrente de recursos e iniciativas que ha impulsado su fértil imaginación se nos antoja como el denominador común que mejor define esta singular propuesta enoturística de Juan Jesús Valdelana. Una devoción que va más allá del mero utilitarismo que cabría atribuirle como argumento de venta y de diferenciación, pues ancla sus raíces en las convicciones profundas que, como él mismo subraya, adquirió en los estudios que realizó durante seis años en el Monasterio de San Millán.
Su devoción por el conocimiento de los orígenes ancestrales del vino y la civilización, que alimentó en sus inicios a través de una estrecha relación con Pedro Vivanco, le ha llevado a configurar un magnífico museo etnográfico con la colección de piezas recogidas por él mismo en el entorno más próximo, llegando incluso a adquirir terrenos en los que encontraba algún tipo de yacimiento paleontológico. La exposición es única en la región y se completa con aperos de labranza y diverso utillaje para la elaboración del vino, así como otros elementos didácticos -sala de aromas, etc.- que sirven de base para explicar la viticultura y la enología riojana de forma más o menos profunda según el perfil del visitante.
La muestra etnográfica ocupa los calados de piedra de sillería de la antigua bodega de cosechero de la familia Valdelana (Siglo XV), a la que se ha sumado la adquisición de las tres adyacentes, conformando un conjunto que actualmente se dedica en exclusiva al enoturismo e incluye un servicio de alojamiento con una docena de habitaciones. En el recorrido aflora otro pilar fundamental del proyecto desarrollado por Juan Jesús Valdelana: su devoción por cuanto representa la familia, cuyo árbol genealógico ocupa un lugar destacado en la iconografía de la bodega y se remonta hasta el primer Valdelana que llegó a Elciego a mediados del Siglo XVI desde las tierras navarras del ‘valle de Lana’. Reflejo de esta devoción es el lema que encabeza actualmente la web de la bodega: “desde 1583 haciendo de la familia la esencia de nuestro vino”.
El lugar tan llamativo que ocupa la iconografía religiosa en la bodega resulta igualmente significativo de la devoción que siente Juan Jesús Valdelana por la indisociable vinculación del vino con la religión a lo largo de la historia. Así por ejemplo, nos presenta como ‘joya de la corona’ una Custodia Eucarística en cuyo interior conserva unas semillas de cereal que la prueba del Carbono 14 dató en 8.000 años de antigüedad. El final del recorrido por el que nos conduce Juan Jesús no puede resultar más revelador. La visita al mirador que ha construido en uno de sus viñedos, dando vista a uno de los meandros más espectaculares del río Ebro, coincide con una puesta de sol que pone la guinda mágica al entusiasta relato con el que describe las ‘experiencias’ que organizan allí en las noches de verano, como es el caso del ‘Maridaje Estelar’ (“cinco constelaciones, cinco leyendas, cinco vinos maridados y música en directo”). “Tras disfrutar de la puesta de sol entre viñedos, procederemos a atrapar cinco constelaciones y a desvelar las leyendas y los misterios que éstas contienen”, nos asegura con la convicción de un auténtico amante del vino y de las estrellas a los pies de la monumental cruz que preside el lugar y a la que el poderoso Ebro -nos asegura- “reverencia conformando la curva del meandro a los pies del acantilado sobre el que se yergue”.