Cordovín está situado en plena Ruta de los Monasterios, entre San Millán de La Cogolla, Cañas, Nájera y Santo Domingo de la Calzada, y junto al Camino de Santiago. Dentro de su término municipal, la vid es prácticamente un monocultivo y sus especiales características de suelo, altitud, clima y variedades de uva, unidas a unas técnicas muy particulares, hacen que se elabore un vino especial. La localización de las viñas de Cordovín en la zona alta del río Najerilla, imprime ciertas peculiaridades, sobre todo, en lo que se refiere a la maduración de las uvas y a los sabores frutales que en ellas se consiguen. Estamos en una zona de cierta altitud, en la que las noches de verano son frescas y el ciclo vegetativo es algo más corto que en zonas más bajas de La Rioja.

Textos: Luis Vicente Elías Pastor y Carlos Fuentes Ochoa / Foto: Carlos Fuentes Ochoa

Esto unido a la utilización de unas variedades específicas como la uva garnacha, la viura o la calagraño y algunas otras blancas hoy ya desaparecidas, constituyen la base para hacer un vino propio del lugar y por lo tanto, único, que ha hecho famosa a esta localidad. Así, hay mucha gente que piensa que Cordovín es sólo un vino y no una población.

Consciente de su realidad, el Ayuntamiento de la localidad, con la ayuda del Centro Europeo de Información y Promoción del Medio Rural (CEIP), ha desarrollado una propuesta de carácter turístico ligado a la marca “Clarete de Cordovín” con la finalidad de que se conozca Cordovín y sus vinos, se potencie su visita y todo ello redunde en beneficios económicos para sus habitantes.

El Clarete, el alma del proyecto

El clarete se elaboraba a partir de uvas de cepas garnachas, viura y otras blancas que, una vez vendimiadas, se juntaban en el lago, donde se podían reunir hasta 23.000 kg de uva, que al decir de los lugareños nos darían mil cántaras de vino.

Una vez lleno de uva el lago, se pisaba y se llevaban los hollejos a la prensa de la que se extraían los mostos que, guardados en pellejos de cabra, eran transportados al fondo de las bodegas, antes de la aparición de las bombas.

El mosto se mantenía en los tinos de madera o en los depósitos de hormigón en los que fermentaba a lo largo de siete a diez días, según las condiciones de temperatura. En unos meses y con el frío del invierno, el vino se clarifica y con el nuevo año tendríamos el clarete listo para consumir. Su color de piel de cebolla, naranja, salmón o ámbar es fruto de la coloración de los granos de la garnacha y el brillo que le aportan las variedades blancas. En cuanto al aroma y al sabor, serán las frutas un poco ácidas, como la manzana y el limón las que nos recuerden esa gracia que le hace tan agradable en época estival.

En la actualidad ya se ha olvidado la elaboración con el racimo entero dentro del lago y se ha sustituido por el despalillado y la fermentación en tanques de acero inoxidable con control de temperatura. Las bombas trasladan el mosto y los vinos, y modernas embotelladoras ponen al comercio un vino que hasta hace unos años era sólo patrimonio de unos pocos y hoy ya se conoce por muchos aficionados a los vinos originales y singulares.

Los recorridos

El paisaje del viñedo de Cordovín, es el fruto del trabajo de sus viticultores sobre el territorio por medio de las herramientas y máquinas, que en cada época se empleaban.

Las Rutas del Clarete, invitan a recorrer este paisaje, a conocerlo despacio, a pie o en bicicleta, saludando al agricultor que trabaja, descubriendo viñas viejas y chozos, con tiempo suficiente para disfrutar, observar y reposar a la puerta de una bodega oyendo hablar de podas, garnachas y viuras, junto a una botella de Clarete.

La experiencia consiste en descubrir una forma diferente de entender el vino de Rioja, y comprender las claves que han llevado al Clarete de Cordovín a ser considerado como uno de los vinos originales y singulares que existen en el mercado.

Las Rutas del Clarete de Cordovín, ofrecen al visitante tres recorridos (dos circulares y uno lineal), que se encuentran perfectamente señalizados y que, partiendo del casco urbano de Cordovín, enlazan con el Camino de Santiago en las proximidades de Nájera.

Están pensadas para su realización por un público familiar, a pie o en bicicleta, y para disfrutar de agradables paseos entre viñedos, observar viñas viejas y singulares, chozos, ermitas…

Ruta del Parque (2,25 km).- Se trata de una ruta de carácter circular que discurre entre viñedos, sencilla y muy corta, apropiada para ser realizada en familia. Se inicia en el barrio de Bodegas de Cordovín, donde conviven bodegas tradicionales y modernas, y continúa en dirección oeste llegando al Parque del Clarete, pequeño parque temático sobre el “Clarete de Cordovín” y un lugar perfecto para disfrutar aprendiendo algo sobre este vino característico.

Dejando atrás el parque, el recorrido continúa hasta el límite del término de Cordovín con el vecino pueblo de Alesanco, desde donde gira para regresar al barrio de Bodegas de Cordovín, punto de inicio del recorrido.

Ruta de la Ermita (5,88 km).- Ruta circular, de escaso desnivel, que recorre buena parte de la zona de viñedo de Cordovín. Se inicia en la parte baja del pueblo, en la calle Padre Ezequiel Moreno, y sigue por el camino de Cordovín a Nájera. Al llegar a la mojonera con el término municipal de Nájera, asciende hacia el norte hasta el camino del Alto, punto desde el que se contemplan hermosas vistas y en el que se une con la Ruta del Camino de Santiago.

A partir de este punto, gira hacia el oeste por el camino del Alto y pasa junto a un chozo interpretativo, en el que existe un panel sobre el cultivo de la vid. Más adelante, cruza la carretera LR-312 y llega a la ermita de San Cristóbal. Una vez visitada la ermita, desciende de nuevo hacia el núcleo urbano.

Ruta del Camino de Santiago (4,54 km).- El recorrido se inicia en el Camino de Santiago, a poco más de un kilómetro del casco urbano de Nájera, y ofrece a los peregrinos la posibilidad de visitar Cordovín en ésta o en otra ocasión.

Nace junto a una nave agrícola y asciende por el camino del Alto, entre cultivos y viñas. Posteriormente, gira hacia el oeste y continúa por este mismo camino, en cuya parte más elevada podemos observar bonitas vistas panorámicas con la Sierra de la Demanda al fondo. Finaliza en el cruce de caminos, que marca la mojonera entre los términos municipales de Nájera y Cordovín, donde empalma con la Ruta de la Ermita, en dirección a Cordovín.Es un recorrido ideal para realizarlo en bicicleta, tanto desde Cordovín como desde Nájera, en combinación con la Ruta  de la Ermita.