Alubias de Anguiano de Casa Comidas Irene, servidas en piezas cerámicas creadas para este plato por la ilustradora y ceramista Tamara Mendaza.

El Valle del Najerilla invita a disfrutar de pueblos con encanto, de fascinantes paisajes naturales, de cumbres de más de 2.000 metros de altitud, de sus tradiciones y, por su puesto, de la gastronomía que ofrece todo el valle. En lugares como Venta de Goyo, La Abadía de Valvanera, La Taberna de la Villa o La Cañada se puede disfrutar de los productos del valle en cocinas caseras que sobretodo respetan el producto. En Viniegra de Abajo, el Alto Najerilla, Casa Comidas Irene nos propone un menú que no podría estar más ligado a la tierra, a la cocina tradicional y a la memoria colectiva de todos los riojanos. “La propuesta arranca con unas alubias de Anguiano cocinadas de forma tradicional y ofrecidas en piezas cerámicas que han sido creadas para este plato de cuchara por la ilustradora y ceramista Tamara Mendaza. Continuamos con unos pimientos riojanos para acompañar lomo de cierva y de postre proponemos queso de cabra de Anguiano con nueces de Pedroso”, explica Irene Sobrón. El restaurante abrió sus puertas en 2013 y ofrece una cocina que su madre le fue transmitiendo sin que ella se diera cuenta.

Alubia de Anguiano.- “En mi casa siempre hemos llamado caparrón rojo a la alubia de Anguiano -recuerda Irene-. En Baños mi madre improvisaba sobre la marcha y las cocinaba como muchas madres de aquella época, empleando unas veces pata de cerdo y otras costillas o lo que hubiera ese día”. Conserva el recuerdo de que “nuestros padres nos llevaban a probarlas cuando llegaba la temporada a la Venta de Macario o a la Venta de Goyo, establecimientos tradicionales de la Sierra llenos de recuerdos para muchos de nosotros”. Empezó a cocinarlas en Viniegra “y lo que más me sorprende siempre es su textura sedosa, que sabe a manteca pura y esa piel que no notas nunca. No las pongo a remojo porque las empleo siempre del año. Las pongo a cocer con tocino de cerdos de Viniegra y el chorizo típico de Baños de Río Tobía que elabora mi hermano”.

Pimiento Riojano.-Los pimientos riojanos a mí siempre me saben a fiesta y me traen recuerdos del final del verano. Después de San Mateo, los mayores recogían los que habían sembrado, compraban otros tantos en Tricio, Mariano -un señor que cuidaba la huerta de la familia- encendía el fuego con carbón, los asaba, los reservaba y, cuando aún no se habían enfriado, empezábamos a pelarlos y a embotarlos, eran dos o tres días seguidos antes de que empezaran las clases en los que la casa se llenaba de ese olor imborrable que vuelve cada vez que nos piden una ración de pisto o de pimientos con lomo de cierva”. La variedad de pimiento Najerano es autóctona de La Rioja, donde se cultiva casi en exclusiva. De color rojo o entreverado, no son picantes y resultan finos y agradables al paladar.

Nuez de Pedroso.- Y en cuanto a las nueces de Pedroso, “solo te puedo decir que he crecido entre nogales y que he pasado mi infancia comiendo esos frutos secos pequeños y con un sabor tan concentrado que no logras olvidar nunca”. La Nuez de Pedroso se diferencia por su intenso sabor, su tamaño medio y su mayor peso. Sabrosa, fina y lisa, esta nuez es rica en fibra y puede consumirse durante todo el año, como simple aperitivo o para la elaboración de postres, incluso enriquece el sabor y la densidad de las salsas de guisos tradicionales y constituye un ingrediente exquisito en las ensaladas.

Reportaje publicado en el nº247 de La Prensa del Rioja

 

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