Se ha logrado un producto diferenciado y competitivo con una mejora sustancial de la calidad, así como la unificación del sector en torno a la marca
Este 2024 se cumplirán dos décadas desde que el 8 de octubre de 2004 el Boletín Oficial de La Rioja aprobaba la creación de una nueva figura de calidad para un producto agroalimentario de la Comunidad: la DOP Aceite de La Rioja. Estos 20 años han dejado cambios profundos en la Denominación de Origen, en el sector agrario a nivel mundial y en la manera de valorar y consumir el aceite de oliva por parte de los ciudadanos.
Símbolo de calidad y diferenciación, la DOP Aceite de La Rioja ampara el aceite producido en una comunidad donde el cultivo del olivo se remonta a siglos atrás. Elaborado con frutos frescos, cultivados con labores culturales tradicionales y recolectados con técnicas modernas, el ‘oro líquido’ goza de una calidad excepcional. Frutado con notas aromáticas muy peculiares y ligeramente amargo, el Aceite de La Rioja presenta características muy diferenciadas. La distinción le viene conferida por las condiciones climatológicas y por el tipo de suelo de la región.
Se ha logrado un producto diferenciado y competitivo con una mejora sustancial de la calidad, así como la unificación del sector en torno a la marca.
Según la Denominación, en este tiempo el Aceite de La Rioja ha pasado de una producción para el autoconsumo a la comercialización. Eso ha supuesto una importante transformación, que se traduce en modernas explotaciones agrícolas más productivas y rentables, en trujales adaptados a tecnología puntera para elaborar el aceite de oliva e, incluso, en la mejora de la presentación del producto destinado a la cadena de distribución y venta.
El trabajo realizado durante estos años ha contribuido además, señalan, a la profesionalización de un sector preparado para afrontar los nuevos retos de la agricultura ante la coyuntura económica mundial y el cambio climático.
Para seguir en la partida, explican desde la DOP, es necesaria la adaptación continua del sector a un entorno y a una sociedad de cambios rápidos e inesperados. Los productores de Aceite de La Rioja han sabido interpretar bien los nuevos patrones del consumo surgidos tras los acontecimientos de los últimos años y han mejorado la presentación del producto, así como los canales para hacérselo llegar al consumidor.
El último número de su revista Infolivo recuerda cómo han sido estas dos décadas