Texto: Antonio Egido
El 15 de noviembre, con la ponencia “Adaptación de la viticultura ecológica al cambio climático” ofrecida por Enric Bartra, enólogo e investigador del Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI), se dio comienzo a la novena edición de las Jornadas Universitarias del Vino Ecológico (JUVE), ante unas doscientas personas, la mayoría participantes del XIII Congreso de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), estudiantes de Enología de la Universidad de La Rioja y profesionales del sector vitivinícola.
La ponencia comenzó con una pregunta retórica: «¿Es sostenible lo que estamos haciendo?», apoyada visualmente por una viñeta del coyote (el perseguidor incansable del corre-caminos) percatándose de que el suelo había desaparecido bajo sus patas. Tras una puesta en situación (aumento de temperaturas medias y máximas, descenso de la disponibilidad hídrica, incremento en el grado alcohólico y descenso de la producción a medio y largo plazo, nuevas plagas como la xylella fastidiosa y la drosophila suzuki), destacó la necesidad de incidir en aspectos como el aumento de retención de agua y evitar la erosión del suelo, el control del vigor de las vides, el estudio de variedades resistentes a sequía y enfermedades, la mejora de la fertilidad (a través de variedades recuperadas o nuevas resistentes, el estudio de patrones de resistencia a la sequía, de aportaciones de compost y de incremento de carbono en el suelo) y de la adaptación a un incremento del azúcar y un descenso progresivo del nitrógeno en el mosto. Para este último aspecto, señaló el estudio de la levadura P29 y bacterias diversas.
En cuanto al cobre, ante la demanda por parte de Alemania de limitar su uso y la limitación normativa a la renovación de fungicidas con cobre en España, Bartra abogó por el mantenimiento de las sales de cobre para el tratamiento de plagas vitícolas, ya que, según explicó, en general los suelos en nuestra geografía presentan unas características distintas a las de regiones más septentrionales, en cuanto a pH y capacidad de retención y, además, mientras no se encuentren alternativas ecológicas, las existentes son más agresivas para el medio ambiente.
Bartra indicó que el objetivo no puede ser otro que alcanzar las “emisiones cero”, para lo cual es preciso implementar el uso de energías renovables en viñedos y bodegas, así como reducir la huella de carbono y, en particular, la huella hídrica, para lo cual propuso integrarla en el etiquetado del vino, a modo de semáforo, facilitando así que el consumidor disponga de información sobre el consumo de agua empleado en la producción y elaboración de cada vino.
Segunda jornada
El 20 de noviembre, jornada intensiva el Aula Magna del Complejo Científico-Tecnológico (CCT) de la Universidad de La Rioja (UR) con tres ponencias, tras la inauguración de las Jornadas a cargo de Belén Ayestarán, vicerrectora de Investigación de la Universidad de La Rioja, e Iñigo Crespo, presidente de la Asociación Cultura Permanente, promotora de las JUVE.
Ana María Díez-Navajas, investigadora del Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Tecnológico NEIKER-Tecnalia, ofreció la ponencia “Viticultura sostenible: el gran reto incuestionable”, que tuvo dos partes diferenciadas. Una primera parte para centrase en el término “sostenibilidad” («que se puede mantener a largo plazo sin agotar los recursos o dañar gravemente el medio ambiente») y hacer acopio de normativa y procedimientos, tanto de producción integrada, como de producción ecológica e, incluso, biodinámica.
La segunda se centró en el proyecto FITOVID, en el que han experimentado con diversos tratamientos (convencionales, de residuo cero, solo azufre y siguiendo las mediciones de estaciones meteorológicas situadas en las parcelas) ante plagas de mildiu y oidio, en ambos casos en parcelas de una hectárea subdividida según tratamientos. En el caso del mildiu, la parcela experimental se ubicó en Zarautz, en un viñedo de la variedad hondarrabi zuri (txakoli) y en el caso del oidio en un viñedo de tempranillo en la localidad alavesa de Laguardia. En ambos casos se registraron casos de persistencias y derivas de diversos fitosanitarios, y se observó una sorprendente eficacia del tratamiento exclusivo con azufre (reducción de hasta el 43 % con cuatro ‘manos’ del producto).
Díez-Navajas incidió en la trascendencia del gasoil empleado en los tractores como un factor clave en la huella medioambiental del manejo vitícola, por encima, incluso, de la huella de algunos tratamientos. Destacó también que «se controla mejor la sanidad donde hay más (diversidad de) especies», y puso de ejemplo la conservación o creación de ribazos con romero, salvia, tomillo o las especies silvestres presentes en cada territorio, así como la necesidad de mantener los riachuelos y regatos naturales para evitar la erosión provocada por lluvias torrenciales. Señaló asimismo que la conversión a ecológico aumenta la vida en el suelo, que es fundamental para el buen estado del viñedo, y alabó las bondades de la viticultura de precisión para la optimización de los tratamientos y de su repercusión en el medio ambiente.
A continuación, Anna Riera Smolinska, bióloga marina en Crusoe Treasure, presentó la “creación de arrecifes en bodegas submarinas” en la bahía de Plentzia, donde sumergen tanto jaulones con botellas de vino como barricas de madera. El proyecto, iniciado por Borja Saracho en 2010 y asesorado por Antonio Palacios, atesora monovarietales de tempranillo, syrah, viognier, albariño y garnacha blanca, entre otros, durante períodos de seis a doce meses, a unos 20 metros de profundidad. Disponen para ello de una concesión de quinientos metros cuadrados del fondo marino de la bahía, donde realizan monitoreo de especies vegetales y animales.
A lo largo de ocho años de experimentación, han podido comprobar que existe intercambio de gases bajo el mar en las botellas, que cuentan con corcho y lacre a modo de cápsula.
Riera explicó que el vino está sometido al movimiento y los cambios de presión originados por las mareas y los temporales, así como a una temperatura que oscila entre los 13 ºC en invierno y los 19 ºC en plena canícula. Por último, señaló que se realizan catas comparadas entre botellas del mismo vino conservadas en bodega y bajo el mar.
Francisco Javier Sanz Soguero fue el encargado de abordar la temática “viticultura sostenible y medio rural”, presentando a su vez su proyecto Vinos Ignius en Almonacid de La Sierra, localidad zaragozana de unos setecientos cincuenta habitantes situada en la comarca de Valdejalón. Después de resumir su historia personal, insistió en la importancia de revitalizar el mundo rural con proyectos que apuesten por la autenticidad y basados en compartir conocimiento, ya que, según su experiencia de más de treinta años, «es algo esencial», como también lo es la formación continua en el ámbito rural.
Adalid de la «viticultura de observación», es decir, de más bota que bata, de ir mucho a la viña, y así ahorrarse, como este año, entre 5 y 7 tratamientos -«a mí me ha bastado con cuatro manos de azufre, mientras que en las parcelas vecinas han echado unas diez»-, afirmó que no han tenido mildiu por las características geoclimáticas de las parcelas, situadas entre los 600 y 900 metros de altitud, con una pluviometría de unos trescientos litros anuales. Además, en su caso, no ha necesitado de más tratamientos, ya que previene la plaga de polilla de racimo mediante la instalación de cápsulas de feromonas.
En sus viñedos emplea, desde hace más de una década, la cubierta vegetal sembrada, en concreto de avena fatua o «loca», con un excelente resultado, ya que no persigue una producción cuantitativa sino cualitativa, auténtica y expresiva, con cepas que, en muchos casos, superan los setenta años de edad. Siega estas hierbas, que Sanz Soguero no llama ‘adventicias’ sino ‘acompañantes’, cuando están en floración «porque es cuando más nutrientes aportan a la parte más accesible del suelo para las plantas, una vez que han extraído minerales desde el subsuelo, hasta unos dos metros y medio de profundidad». Según su dilatada experiencia vitícola, resulta imprescindible alimentar y revitalizar el suelo, para lo que también emplea técnicas biodinámicas.
Y el epílogo
Las Jornadas Universitarias del Vino Ecológico, organizadas por Cultura Permanente en colaboración con la UR, el CPAER, Laboratorios Excell Ibérica, Corchos M. A. Silva & Garzón, Rivercap, Verallia y Riojadhesivos, concluyeron el lunes, 26 de noviembre, con una visita a las instalaciones de las Bodegas Campoviejo.