El mundo del vino a sorbos

Quizás no le prestemos mucha atención, pero el llamado cambio climático o calentamiento global va a afectar también el vino, por lo que no estaría nada mal que lo tuviéramos en cuenta para ir adelantando soluciones, o por lo menos, conocimientos de las posibles consecuencias que esto puede tener en el futuro para agricultores y bodegueros. Por ello hoy le hemos pedido a nuestro buscador que nos dé resultados a la unión de las palabras ‘vino’ con ‘calentamiento global’ y nos hemos encontrado con muchos resultados, de los que descartamos los que están fechados más allá de medio año atrás.

Texto: Antonio Egido

En ‘levante-emv.com’ nos encontramos con el titular “El vino como ejemplo”, firmado por José Sierra y que nos dice que “Los últimos informes del Panel Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático, IPCC, han dedicado una especial atención a los posibles impactos que el calentamiento global sobre la vid y el vino. Hasta Greenpeace, siempre dispuesta a colaborar para hacer «digerible» al gran público el mensaje científico, ha elegido el cultivo de la vid en España, junto a la subida del nivel del mar en las playas de Benidorm, San Sebastián y Marbella„ para mostrar gráficamente cuáles pueden ser las consecuencias del cambio climático…

El futuro del vino preocupa a los bodegueros. Las grandes bodegas participan en una gran investigación sobre las consecuencias de cambio climático mientras algunos de ellas adquieren terrenos en fincas situadas cada vez a mayor altitud para intentar resistir desde la altura, las arremetidas del nuevo clima que nos espera a la vuelta de la esquina”.

En ‘mundo-geo.es’ y bajo el título “El vino y el calentamiento global” podemos leer que “la viña necesita el sol pero demasiado calor perjudica la buena maduración de la uva. El exceso de calor en los racimos de azúcar satura las uvas y los componentes fenólicos que dan al vino su aroma, su consistencia y su color maduran a menor velocidad. El calor ralentiza todo el proceso.

Así, los viticultores españoles  tienen que elegir entre vendimiar pronto y producir un vino con un buen grado de alcohol pero todavía ‘verde’ o recolectar más tarde uvas con mucha azúcar que dan buenos vinos pero muy alcoholizados. Las grandes bodegas y la Federación Española del Vino se movilizan en torno al proyecto Demeter, destinado a «reunir los conocimientos necesarios para hacer frente a los desafíos del calentamiento global» con la finalidad de encontrar una solución ante la gravedad del tema. El proyecto Demeter intenta precisamente buscar nuevas prácticas vitícolas que retrasen la maduración.

De manera que resulta difícil determinar el punto óptimo de cosecha ya que si tenemos el grado probable adecuado, todavía no se ha alcanzado la máxima intensidad aromática y los taninos todavía son verdes. Este desfase supone un reto para los elaboradores ya que el consumidor prefiere vinos de aroma intenso, taninos maduros y menor grado alcohólico.

Entre los cambios más significativos a nivel vitícola podríamos señalar:

Disminución de la productividad

Aceleración del proceso de maduración del fruto

Pasificación de la vendimia

Desfase de la madurez de aromas”.

Pero además nos ofrecen soluciones que son estas: “Las viñas españolas se sitúan en torno a 800 metros de altitud. El proyecto propone retrasar la maduración de la uva volviendo a plantar en las laderas y en las zonas más altas. Dentro de 15 años habrá que plantar viñas entre 800 y 1.000 metros. Sin embargo, en Castilla la Mancha la desertificación es tan severa que regar se presentará como la única forma de que sobreviva el cultivo.

Según los datos de la ONU, la degradación del suelo afecta a 1.200 millones de personas, que viven fundamentalmente de la agricultura y la ganadería, y unos 200 millones sufren los efectos de la desertización hasta el extremo de verse obligados a abandonar sus tierras y emigrar a otras zonas. ‘Intervida’ ha observado que la desertización es un proceso debido casi exclusivamente a la acción del hombre, y que afecta también a regiones como América Latina o el Caribe, que cuentan con la reserva hidrológica y con las reservas más extensas de tierra cultivable del mundo.

El calentamiento global afectará todos los ámbitos de la vida, incluida la industria vitivinícola, el emplazamiento del vino y el sabor de las uvas, convirtiendo a zonas tan inesperadas como Irlanda, por ejemplo, en un nuevo La Rioja. Así de raras son las cosas”.

Y por ello debemos adelantarnos a los problemas, aportando soluciones que sean más efectivas que imaginativas y es que los años pasan en un suspiro y el calentamiento global ya es una amenaza muy seria para un producto como el vino.