El Descorche de La Prensa del Rioja
Texto: Javier Pascual, director
Las procelosas aguas del mar del vino se encuentran muy agitadas por las incertidumbres que acechan a un sector vitivinícola genéticamente proclive al desasosiego, incluso en momentos que también cabría calificar como ‘vibrantes’. No podía ser de otra manera en una actividad económica vinculada a la agricultura y, por tanto, sometida a los caprichosos designios de esos dioses que dispensan arbitrariamente favores y castigos en forma de fenómenos naturales que condicionan la cantidad y calidad de las cosechas de uva. Sin duda estamos viviendo un 2023 ’extraño y desconcertante’ para muchos, plagado de incertidumbres que no invitan al optimismo. Por ello es necesario poner también en la balanza un factor tan influyente a largo plazo como el intangible que representa la aportación del factor humano, toda una inyección de confianza en este mar de incertidumbres.
Nuestra colega Amaya Cervera publicaba recientemente en el especial de gastronomía de El País Semanal un interesante artículo en el que daba en la diana abordando un asunto vital para el futuro del sector vitivinícola (una muestra del fino olfato periodístico que le ha hecho merecedora del Premio Nacional de Gastronomía 2023). Se trata del relevo en las bodegas españolas y las nuevas generaciones del vino que llegan muy preparadas y pisando fuerte. Advierte Amaya de que “no hay recetas para recoger el testigo, pues unas veces para avanzar hay que romper y otras veces recuperar las raíces” y lo ejemplifica con varios protagonistas (Vizcarra, Gramona, Eguren…), cuyos apellidos han alcanzado notoriedad y prestigio en un sector que sigue teniendo un componente familiar fundamental. En un reportaje que publicamos en diciembre de 2017 (‘Relevo generacional y claves para el éxito en las empresas bodegueras de Rioja’), destacábamos la importancia de culminar con éxito la sucesión para la supervivencia de este modelo de empresa familiar predominante en el sector del vino. Un modelo que no es exclusivo de las pequeñas bodegas, como cabría pensar, sino que alcanza a las mayores empresas del sector, muchas de las cuales se identifican con el nombre y apellidos de sus propietarios.
También el veterano periodista Andrés Proensa acaba de presentar en la 22 edición de su Guía de vinos una vibrante panorámica del mapa vitivinícola español, que su autor explica con un sucinto y certero diagnóstico basado en la mejora de la calidad de los vinos por las buenas cosechas recientes y las mayores exigencias de las nuevas clasificaciones introducidas por distintas denominaciones de origen, con Rioja a la cabeza. Añade igualmente “la creación de nuevos proyectos bodegueros a pesar de la crisis y, por encima de todo, al factor humano, es decir, la experiencia de los enólogos asentados y el empuje de los que llegan”. Razones que, en definitiva, animan a una visión más positiva del presente y futuro del sector vitivinícola español frente al discurso catastrofista que está provocando la omnipresente crisis.
La confianza en el futuro es siempre un activo imprescindible para afrontar con éxito las dificultades, sobre todo en estos ‘tiempos de metamorfosis’ a los que nos referíamos en el anterior editorial de esta revista. La eclosión de nuevos talentos entre el amplio colectivo de jóvenes mejor formado que nunca con que cuenta Rioja, sumado al saber hacer de los profesionales más experimentados, no solo está materializándose en una constante y vibrante evolución de la oferta de vinos que las bodegas de Rioja ofrecen hoy en día al mercado, sino que también permite afrontar el futuro con la confianza necesaria.