Una de las preocupaciones que tienen los vitivinicultores es el tema del agua o la nieve, que en este invierno del 2021/2022 es protagonista, precisamente, por su ausencia.

El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido

El año 2021 se ha iniciado con la novedad de la llegada de un frente frío a la península y por ello con la caída de la esperada nieve, que siempre resulta beneficiosa para el campo donde se tienen plantadas viñas.

Así por lo menos lo leemos en ‘lomejordelvinoderioja.com’ donde nos preguntan “¿Por qué la nieve es buena para la viña?”, a la que nos responde de esta manera: “Las primeras nieves han llegado a los campos riojanos. La pasada semana La Rioja vivió el primer temporal y muchas zonas se cubrieron de blanco, entre ellas muchas viñas. Sabemos que cada época del año tiene su función en la agricultura pero, en concreto, ¿cómo benefician el frío y la nieve a las viñas?

En estos momentos, la planta está en reposo vegetativo, momento en el que está en reposo y momento también en el que los insectos y hongos se valen de la corteza de la vid para protegerse. La llegada de hielo o nieve consigue eliminarlos, haciendo que la planta llegue sana a la primavera.

Como explica El Educador en Vinos en el video que acompaña a esta información “tanto en la planta como en el suelo, pueden quedar hongos o algún insecto o microorganismo, y la nieve los mata. Además, la nieve se absorbe muy poco a poco, así que es una muy buena reserva de agua”.

Los beneficios pueden resumirse en tres puntos:

1.- Hídrico: la nieve cae poco a poco y se derrite poco a poco, por lo que permite que el suelo se empape con un aprovechamiento más efectivo.

2.- Limpieza: el hielo mata hongos e insectos y la planta queda limpia.

3.- Cicatrizante: durante la poda, las heridas que quedan en la planta pueden conllevar enfermedades, pero las bajas temperaturas y la nieve ayudan a crear una capa cicatrizante en la planta que evita que las enfermedades entren”.

Sencilla y rápida la explicación, a la que queremos unir la labor esencial que corresponde hacer en el campo en este inicio de año, como en cada principio de año, que es la labor de la poda. En ‘vinetur.com’ leemos que se trata de “la práctica que realiza el viticultor para reducir la parte vegetativa de la vid con el objetivo de limitar su crecimiento natural y de mejorar el rendimiento y la calidad de las uvas.

La poda de la vid es la práctica que realizada el viticultor para reducir la parte vegetativa de la vid con el objetivo de limitar su crecimiento natural y de mejorar el rendimiento y la calidad de las uvas.

El proceso de la poda debe ser realizado en los momentos precisos. En pleno invierno la planta está en letargo y reposo vegetativo, y será el momento oportuno para esta labor.

La vid es una planta con un ciclo característico en zonas templadas que se inicia con el desborre a principios de la primavera para concluir con la caída de la hoja en el otoño.

Es importante reseñar que aún respetando el natural ciclo biológico de la planta, toda vid cultivada siempre tiene que ser perfeccionada en su evolución por la mano del hombre, de ahí una serie de prácticas de campo entre las que se incluye la de la poda.

La vid es una planta arbórea, trepadora, de crecimiento ilimitado, por lo que hay que controlarla. Es aquí donde se hace necesaria la técnica de la poda para poder dar forma al viñedo y a la vez favorecer un correcto desarrollo de la vegetación en general y del fruto en particular.

Además de la poda de invierno o principal, se hacen varias podas a lo largo de todo el año, como por ejemplo la poda en verde primaveral. La poda es una de las operaciones más importantes para la obtención posterior de unas uvas sanas, maduras, y sobre todo de calidad, para hacer buen vino.

En su estado natural la vid es una liana trepadora cuyas ramas, llamados sarmientos, pueden alcanzar hasta 30 metros de longitud. Sólo prosperan las yemas situadas en los extremos porque reciben más savia, y las yemas situadas más cerca del tronco no brotan.

La producción de frutos no guarda proporción con el desarrollo frondoso de la vid. Si bien produce numerosos racimos, las uvas tienen un tamaño reducido y maduran difícilmente por lo que su calidad es muy deficiente.

El objetivo de la poda consiste en reducir el número y la longitud de los sarmientos para que la vid produzca menos racimos, pero de más grosor y más calidad. La poda alarga la vida de la vid y asegura la cosecha de un año para otro. Permite también adaptar el tamaño de la planta al espacio donde se cultiva para facilitar las tareas del viticultor.

Poda de formación

Cuando la vid es joven y acaba de ser plantada, las primeras podas determinan la forma y el tipo de crecimiento de la planta. Éstos varían según el clima de la región y el tipo de cepa o variedad.

Existen distintos tipos de podas de formación dependiendo del sistema de conducción o emparrado elegido. Este tipo de poda se suele realizar durante los tres o cuatro primeros años, y siempre en invierno y en primavera.

Podas de fructificación

Cuando la vid ha adquirido su forma definitiva, las podas de fructificación sirven para mantener la forma de la vid y controlar su crecimiento.

La selección y reducción de los sarmientos y de las yemas que brotan cada año permitirá que los racimos de uvas se beneficien de una mayor insolación y de una mejor ventilación. Así aumentarán su rendimiento, su calidad y su resistencia a las plagas.

Poda de invierno o poda en seco

Se realiza cada invierno, después de la caída de las hojas y antes de que vuelvan a salir los nuevos brotes, cuando la planta se encuentra en estado vegetativo o dormante y que ha bajado la circulación de la savia.

Sirve para eliminar los sarmientos de la temporada anterior y recortar las maderas de dos años y más, y favorece la regeneración de la planta.

No se debe podar con temperaturas demasiado bajas debido a que las heladas vuelven la madera quebradiza y ésta se puede astillar con los cortes. Además, con temperaturas bajo cero la madera tarda más en cicatrizar y corre más riesgos de sufrir enfermedades como la yesca y la eutipiosis”.

Trabajo que se realiza entre diciembre y enero de cada año y que es vital para, con el tiempo, conseguir las uvas de máxima calidad posible y por ello los vinos que realmente nos gustan.