El mundo del vino a sorbos
Ya lo hemos comentado en más de una ocasión. Internet, indudablemente, es una ventana abierta al mundo, en el que el buscador no deja de sorprendernos por las respuestas que nos da a cada una de las preguntas que le planteamos.
Texto: Antonio Egido
Y esto nuevamente es lo que nos ha ocurrido cuando le hemos solicitado enlaces a la expresión “saber de vinos”. Si bien el primer enlace nos lleva a ‘turismodevino.com’ donde se nos invita a través de esta web a “entender mejor el vino. Para disfrutar del vino no hay que ser un experto. Aunque cuanto más aprendemos de algo, más lo disfrutamos, ¿verdad? Por eso, queremos dar algunos datos que consideramos importantes sobre el vino”, lo que precede a una serie de recomendaciones en torno al vino que van desde curiosidades del vino a frases del vino.
Pero queremos saber más y nos quedamos en la página ‘abc.es’ donde nos proponen “Qué debes saber de vinos para dar la talla con los amigos”, que lleva como subtítulo: “Cómo se cata, cómo se sirve, qué tipos de vinos hay… Consejos para entender mejor el trasfondo de cada copa” y un desarrollo de la noticia que nos indica que “el consumo vinícola en España es alrededor de 19,9 litros por persona al año, una cifra alta, pero que todavía debería de ser mayor dada la gran calidad de los vinos que se elaboran en nuestro país. Hay sin embargo muchos catadores potenciales que todavía no se atreven a tomarlo, creen que hay que ser un erudito o llevar bigote rizado y monóculo. No es cierto, cada uno deberá saber si le gusta o no un vino, sea bueno o malo. Pero como ya parece que el postureo es obligatorio, a continuación una lista con algunas de las cosas que hay (supuestamente) que saber.
En primer lugar, la uva, en su mayoría, es incolora y es el hollejo (piel) de la púrpura la que imprime el color tinto al vino en la fermentación (la transformación de azúcares del mosto en alcohol). Por lo tanto, y salvo algunas excepciones, las uvas negras con su hollejo son para el tinto, y las blancas para el blanco. Entre las excepciones se encuentra el blanc de noirs, vinos blancos que se elaboran con uvas tintas, pero sin hollejo, lógicamente. En los rosados, por otro lado, se mezclan blancas y tintas con parte de hollejos”. Y sigue con conceptos básicos sobre el vino, la cata o el servicio.
Avanzamos y nos encontramos con la página ‘aprenderdevino.es’, que nos ofrece un amplio número de reportajes aunque nos hemos quedado en el más reciente, de septiembre de 2016, que lleva como título de ¿Qué son los vinos pet-nat?, y en el que empezamos a leer que “Los vinos pét-nat se han convertido en la última corriente que ha llegado al mundo del vino siguiendo la estela de los vinos naturales. El término procede de Pétillant Naturel, que en francés designa los vinos naturales ligeramente espumosos. El término pét-nat alude por tanto al estilo y a la forma en la que se han elaborado esos vinos. Los vinos pét-nat han llegado en los últimos meses a las mesas de los sumilleres más inquietos, a las catas de los amantes de los vinos naturales y de los buscadores de lo último en vino además de a las fotografías de Instagram de los coleccionistas de etiquetas. Todos los que los han probado han desarrollado una opinión firme e inamovible, los aman o los odian.
Los vinos espumosos naturales se elaboran por la técnica más simple y antigua que se conoce para conseguir un vino espumoso, el conocido como Método Ancestral (que es totalmente diferente del Método Tradicional usado en Champagne o Cava). Los primeros vinos espumosos de la historia fueron con toda seguridad el producto de la casualidad y necesitaron de la aparición de la botella de vidrio para su asentamiento. En las zonas geográficas más frías, la llegada del invierno implicaba una marcada bajada de temperatura, lo que detenía el proceso de fermentación al dejar inactivas a las levaduras. Algunos de estos vinos se embotellaban así y con la llegada del buen tiempo la actividad de las levaduras se reanudaba en el interior de la botella. El proceso de fermentación alcohólica implica que las levaduras consumen el azúcar presente en el mosto para convertirlo en alcohol, creando entre otros fenómenos asociados dióxido de carbono. Este gas habitualmente se expulsa al exterior del recipiente de fermentación pero en el caso de las botellas cerradas pasa a integrarse en el propio líquido creando lo que conocemos como vinos espumosos. A buen seguro los primeros cierres de la historia tendrían verdaderos problemas para contener la presión ejercida en el interior de la botella y las bodegas verían llegar la primavera con la celebración del descorche espontáneo de multitud de ellas. El resto de botellas cuando se abrieron para su consumo ofrecieron la agradable sorpresa de disfrutar de un vino totalmente diferente a lo que se había elaborado hasta entonces.
Esto que claramente fue un hallazgo fortuito y considerado durante mucho tiempo un defecto del vino y una pesadilla para el elaborador llevó a algunos a buscar la forma de recrearlo. Se aprendió a controlar la fermentación y elegir el momento de embotellado para que el carbónico se integrara y se desarrolló un cierre que impidiera la apertura accidental. El vino pasa directamente del depósito de fermentación a la botella. Este sistema implica que sólo los azúcares y levaduras presentes en el vino, sin ninguna adición, pasan a la botella y que una vez finalizada la fermentación las lías, restos de levaduras y otras sustancias, permanecen en el interior de la botella pudiendo causar cierta turbidez. Los vinos pét-nat se elaboran siguiendo este sistema ancestral como fuente de inspiración, al que además se le añaden con total libertad diferentes variantes en función del elaborador y sus inquietudes por experimentar. Los tanques con control de temperatura para enfriarlos y detener en el momento oportuno la fermentación, antes del embotellado, son la actual herramienta tecnológica imprescindible en este tipo de vinos”.
Y siguen en su relato, lo que nos demuestra que aunque parezca que sabemos mucho, podemos decir, como el clásico, que “solo sé que no sé nada” o casi nada, por lo que siempre hay tiempo para seguir aprendiendo.