Texto: Javier Pascual, director de La Prensa del Rioja
Recordar el 99 aniversario seguramente solo es noticiable para anunciar que ha comenzado la cuenta atrás para la celebración de una fiesta tan glamurosa como será la del centenario. La Gaceta de Madrid publicó el 6 de junio de 1925 la Real Orden de creación de una Denominación de Origen que protegiera la marca Rioja de las falsificaciones. Un hito histórico que más de uno se alegrará de que tarde al menos un año en llegar, ya que ahora mismo no parecen tener el cuerpo ni el ánimo para celebraciones. Seguramente porque ni se les pasa por la cabeza que fue precisamente en un periodo extremadamente difícil para la economía de la región y en especial para las gentes del vino, cuando se acometió la creación de la DO con la implicación de viticultores y bodegueros. Todavía no habían conseguido recuperarse de la catástrofe económica que representó el devastador ataque de la filoxera entre 1900 y 1920. Un 30% de emigración en muchos pueblos en los que la vid era prácticamente monocultivo. Eso sí que eran crisis. Como decíamos ayer, ¡ya no hay crisis como las de antes! Afortunadamente.
La creación de la DO Rioja seguía las tendencias proteccionistas del vino en las primeras décadas del Siglo XX, cuando los gobiernos europeos lo consideraron ‘producto nacional de primer interés’ e intervinieron en la regulación de su producción y comercio. Como puede observarse, algunas cosas han cambiado menos. En este contexto, Francia comenzaba a reconocer sus primeras denominaciones de origen vitivinícolas en 1919. La Real Orden del 6 de junio de 1925 autorizaba a la región riojana la creación “con el carácter de marca colectiva de un precinto sobre los envases”, resolvía un asunto fundamental, como era la capacidad para imponer sanciones contra el uso ilícito de la marca colectiva, y reconocía la necesidad de delimitar la zona “a cuyos productos podía aplicarse la indicación de procedencia Rioja”.
Cómo y por qué consiguió Rioja ser la primera denominación de origen reconocida en España es una de las muchas cuestiones que vale la pena analizar en una efeméride tan significativa como la del primer centenario. Un momento propicio para redescubrir en la propia historia los valores que han fundamentado la trayectoria seguida. Ver qué hay más allá de las leyes y normativas que caracterizan el modelo organizativo de las denominaciones de origen en general y de Rioja en particular. Cuáles han sido las claves que ha marcado la diferencia en el desarrollo de unas regiones vitivinícolas respecto a otras. Cómo era el sector vitivinícola en aquella época y cómo consiguieron los diferentes actores que intervenían en el negocio en 1925 conjugar intereses en algunos casos contrapuestos. Cómo resolvieron un puzle de territorios, modelos empresariales, administraciones locales y regionales…
Solo un detalle a tener en cuenta: sin contar los años previos a la solicitud de creación de la DO, el proceso de intensos debates que paulatinamente fueron configurando el modelo de la primera denominación de origen española se prolongó cinco años desde la presentación del proyecto al Gobierno en 1923 hasta la aprobación del primer Reglamento en 1928. Las discrepancias parecían insalvables por la virulencia de las polémicas que se suscitaron, pero acabaron resolviéndose. Y, sobre todo, a un año vista de la celebración del centenario, es interesante ver cómo se ha conseguido mantener en el tiempo un modelo de regulación capaz de dar cabida a todos y en constante proceso de transformación. En esta nueva encrucijada que parece afrontar la región en estos tiempos de tribulación (‘mal de altura’ sería para los de otras épocas), intentaremos sacar del estudio lo mejor de nosotros mismos. En esta tarea tan apasionante nos encontramos.