Si nos detenemos en Bodegas Familia Monje Amestoy, que tiene como apellido Luberri, nos damos cuenta de que no estamos solamente ante un nombre comercial sino ante una declaración de intenciones Todo comenzó con Florentino Martínez Monje quien no hizo caso a su padre cuando le decía “no compres tierra, vende aunque sean bolígrafos, pero tierra no” y del que heredó su dedicación a la agricultura y de manera continuada al vino. Su gran decisión la tiene que tomar al casarse, pues la pareja debía plantearse lo que iba a hacer en el futuro y su lugar de residencia. Al final la decisión vino marcada por la compra de una primera parcela con viñas, a la que siguieron algunas más, lo que marcó el comienzo de lo que ahora son sus vidas.

 

“En el año 1985 -recuerda Florentino Martínez Monje-  compré una bodega pequeñita y comencé a elaborar vino joven y junto a otros socios, a comercializarlo”. En el año 1995 empecé la bodega actual, donde elaboramos y comercializamos vino joven. En el año 98 compramos 30 barricas y en el 2000 iniciamos la comercialización del vino de crianza, en un proyecto desarrollado junto a mi mujer y mis dos hijas, al que luego se ha unido mi yerno. Con todo esto me encuentro en la actualidad con una empresa familiar que más que una bodega, es un proyecto de vida, nuestro proyecto de vida. Empezamos de poco pero hemos ido creciendo”.

Con 40 hectáreas propias y la compra de uvas de otras 40 hectáreas de la zona, Bodegas Familia Monje Amestoy elabora al año una media entre 400.000 y 450.000 botellas, afirma Florentino, “ya que nos da la medida exacta de lo que somos y lo que queremos ser. La uva es principalmente de Elciego, Laguardia y San Vicente”. Todo tempranillo, aunque hay algo de vihura y poquito de malvasia. Con estas uvas elaboramos cinco vinos: blanco, joven, crianza, reserva y vino de pago. Y todo lo que sale de bodega va destinado en un 70% al mercado nacional y el resto al exterior, primordialmente a los Estados Unidos, Suiza y Alemania”.

Florentino Martínez Monje suele decir que se pasa la vida entre la tierra y las estrellas. “Mi vida está en el campo porque más que bodeguero soy campero pues piso mucho la tierra donde tengo mis viñas. Pero además no dejo de mirar las estrellas. Porque mirando las estrellas pienso lo que tengo que hacer al día siguiente. Y si bien al campo no le voy a dejar explotar también soy consciente de que no lo tengo que dejar morir. Es mi vida.”