Paco Hurtado de Amézaga, quinta generación al frente de la bodega fundada a mediados del Siglo XIX por Guillermo Hurtado de Amézaga, Marqués de Riscal, ofició como el perfecto anfitrión que es para la veintena de miembros de la Asociación de Sumilleres de La Rioja que asistió muy gustosamente a la cita organizada por la presidenta de la Asociación, Marta Sáenz, sumiller del Hotel que tan espectacularmente corona las instalaciones de la bodega.
Tanto las detalladas explicaciones del anfitrión sobre el trabajo que han desarrollado en los últimos treinta años sobre el viñedo, como la excelencia de los vinos que se cataron, permiten contradecir ese concepto tan extendido en el mundo del vino de que solo “lo pequeño es grande”. El conocimiento más profundo de la forma de trabajar en la viña y en la bodega de una empresa como Riscal, que se mueve en volúmenes de elaboración en torno a los diez millones de kg de uva y comercializa más de cuatro millones de botellas de la categoría reserva manteniendo de forma constante los máximos niveles de calidad, es lo que permite concluir que también “lo grande puede ser grande”, mal que les pese a algunos fans del garaje y el celemín de cepas.
Marqués de Riscal ha demostrado ser una bodega bien anclada sobre los sólidos cimientos de una historia que arrancó hace más de 150 años y que ha seguido escribiéndose en clave de innovación hasta el punto de que, lejos de situarla en el anaquel de las viejas glorias, tiene en su haber hitos importantes en la evolución del mundo del vino en general y de Rioja en particular. Cuando Paco Hurtado de Amézaga mostraba en un audiovisual la mesa de selección de uva de última generación que han instalado, también recordó que fue la primera bodega de Rioja en poner una mesa de selección allá por el año 1995. O cuando se cataron tres añadas de Barón de Chirel (215, 2010 y 2004) también se recordó que este vino, presentado en 1991 con la añada 1986, fue el precursor de una nueva era en Rioja, la de los vinos de ‘alta expresión’. El descorche final de una botella de la añada 1964 expresaba por sí misma lo que representa para Rioja una bodega histórica como Riscal y puso el colofón perfecto a una visita que, al cabo de cuatro horas, nadie tenía prisa por acabar.
La Asociación de Sumilleres de La Rioja cierra ‘curso’ con esta actividad, que se retomará en septiembre con interesante iniciativas, entre las que destaca como uno de los objetivos prioritarios el desarrollar actividades formativas que permitan mejorar la calidad del servicio en el sector hostelero de nuestra región, un reto tan complicado como necesario para proyectar una imagen de excelencia que atraiga a un turismo de calidad.