El presidente de la D.O.Ca. Rioja, Luis Alberto Lecea, repasa su vida de vitivinicultor

Luis Alberto Lecea es el segundo presidente de la Organización Interprofesional del Vino de Rioja y el séptimo del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja. Con 52 años, 21 de ellos como vocal del Consejo, se define como “un agricultor nacido en San Asensio, que ha apostado siempre por el campo” por lo que espera poder aportar a su cargo de presidente “la sensibilidad de un agricultor” esperando que poco a poco se “note un equilibrio mayor en el sector”.

 

Texto: Antonio Egido

Foto: Sergio Espinosa (JPEG)

Pero además este agricultor riojano tiene bodega y parte de las uvas que recolecta las entrega en la cooperativa de su pueblo, lo que le proporciona una visión muy completa del mundo del vino de Rioja desde la perspectiva del campo y la bodega. Es lo que le lleva a afirmar que en su trabajo “no hay diversificación de negocio, he puesto todos los huevos en la misma cesta”, siendo al mismo tiempo consciente de que no tiene “ningún espíritu comercial, yo vendo mi vino porque me lo compran, no porque intente venderlo”.

Luis Alberto Lecea no es consciente de esa primera vez en la que estuvo en el campo, pues tanto la uva como la botella de vino han estado siempre presentes en su vida. “Estaban en casa cotidianamente porque mi padre elaboraba vino y yo me he metido en las cubas para lavarlas cuando era un niño. Tampoco recuerdo la primera vendimia en la que participé. Hay que entender que cuando alguien nace en un sitio y eso forma parte de su vida, no es consciente de cuándo lo haces por primera vez. Yo he ido a vendimiar con cinco o seis años, pero no tengo conciencia de ningún inicio”.

En cambio es consciente de que sus 18 años ponen fecha a una de las decisiones más importantes de su vida, saber a qué se iba a dedicar en el futuro. “Al acabar el bachillerato, intento estudiar una Ingeniería pero rápidamente me doy cuenta de que aquello no me gusta y lo que hago es estudiar Enología. Soy de la primera promoción de Enología de La Rioja, vía Formación Profesional. Después me voy a la mili y cuando vuelvo sigo trabajando junto a mi padre en lo que sería, con el tiempo, un relevo natural”.

Además recuerda los cambios que en estos años ha experimentado el campo riojano. “Antes -afirma el presidente del Consejo Regulador- las elaboraciones no eran nada técnicas sino espontáneas, basadas en el buen saber de la gente y de las tradiciones que mantenían de generación en generación. No se analizaban los vinos para saber si tenía sulfuroso. Esto se detectaba dejando un vaso de vino durante unos días encima de la mesa y según su evolución se sabía que había que echar sulfuroso o no. Y salían las cosas por el gusto, la lógica y los viejos trucos aprendidos. Eran vinos buenos, pero no teníamos la seguridad que tenemos hoy de hacer un buen vino”.

Porque el campo ha sufrido no pocas transformaciones durante su vida. Luis Alberto Lecea recuerda que cuando era niño, “se trataban las viñas a mochila y, cuando empecé a trabajar en el campo, aún se labraba con mulas y el trasporte se hacía en carros. Seguidamente vinieron las cosechadoras y los tractores. En un principio se plantaban las viñas a mano y hacíamos los injertos sobre el terreno, en trabajos que eran muy duros, pero como nuestros cuerpos estaban acostumbrados a trabajar, aquello nos parecía lógico y normal. A la vez era un trabajo muy bonito que, la verdad, hoy lo añoras, pues llegabas a compartir el trabajo con otros compañeros del pueblo, con los que terminabas siendo amigo. Comíamos en el campo y lo hacías con otros vecinos, por lo que compartías tu vida con ellos. La vendimia era una fiesta, pues salías al campo con un grupo de compañeros y obreros con los que pasabas toda la jornada. Incluso la elaboración del vino la hacíamos pisando la uva y prensando manualmente por lo que necesitabas la ayuda del vecino”.

Actualmente, para el presidente de la Interprofesional el campo se ha vuelto muy técnico “Los agricultores contamos con muchos medios y somos autosuficientes y por ello no hay esa armonía ni ayuda de los demás. La maquinaria es sofisticada, cultivamos más tierra con menos trabajo físico, pero al mismo tiempo el campo exige administración, papeleo y hay que echar muchos números. La tecnología supone mucho gasto y hay que amortizarlo. Antes, si una persona ganaba menos, ganaba menos, pero hoy si gana menos se arruina, porque los gastos se los lleva por delante. Al final la labor en el campo es menos dura pero menos bonita”.

 Calidad y cantidad

 Al agricultor le ha gustado, en palabras de Luis Alberto Lecea, “producir mucho, ver las viñas bonitas y con mucha uva”. “Pero desde hace unos 10 años, en la Denominación decidimos apostar por la calidad y el control de producción y el agricultor lo ha asimilado. El agricultor se ha mentalizado para producir uvas buenas y que se vendan lo mejor posible en el mercado, porque el futuro pasa por ahí. Cierto es que un año le puede ir mejor y otro peor, porque no ha llegado a sus objetivos, pero está mentalizado de que esta Denominación debe producir uvas buenas que den dinero. Además tengo que señalar que el agricultor es un profesional que está arraigado en su tierra. Las empresas se pueden ir con sus marcas pero el agricultor no puede cambiar su entorno y vive en él. La sucesión en Rioja la veo bien, existe, en Rioja los jóvenes están apostando por la agricultura, quizás es por la crisis, pero este proceso está sucediendo”.

La entrevista completa puede verse en el número 207 de La Prensa del Rioja