Con maceración carbónica y uvas propias de viñedos centenarios, Bodegas García Berrueco elabora vinos frescos y auténticos que reflejan la tradición y el carácter único de la zona
Bodegas García Berrueco representa la fidelidad a la tradición vitivinícola de Villabuena. Su historia se remonta a generaciones anteriores que elaboraban vino, pero no lo embotellaban ni lo comercializaban. Todo cambió en 1993, cuando se tomó una decisión clave: comenzar a vender el producto. Desde entonces, la filosofía de la bodega ha sido clara y firme: comercializar únicamente la cosecha propia, elaborada mediante el tradicional método de maceración carbónica.
“Seguimos haciendo lo que siempre se ha hecho aquí: vinos jóvenes, muy de este pueblo y de Rioja Alavesa”, comenta Juan José García Berrueco con un guiño localista y lleno de orgullo. Pero ¿qué significa que un vino sea “muy de este pueblo”? Para él, es sinónimo de frescura, fruta y suavidad. “Son vinos que, cada vez más, encajan mejor en los mercados actuales”, explica.
El viñedo es el corazón de Bodegas García Berrueco. Ubicados en torno a Villabuena, Navaridas y Samaniego —a no más de tres kilómetros a la redonda—, sus suelos arcillo-calcáreos, pobres y secos, ofrecen un potencial inigualable. “El mayor valor que tenemos está en el suelo y en la edad de las viñas”, asegura García Berrueco. Aproximadamente el 90% está plantado con tempranillo, la variedad predominante en la zona. En las parcelas más antiguas aún se conservan otras variedades tradicionales, aunque en pequeñas cantidades: algo de graciano, garnacha, malvasía y un 10% de viura. Estas mezclas, presentes sobre todo en las viñas viejas, aportan matices singulares, aunque su presencia es poco significativa en términos de volumen. El viñedo está plantado en suelo arcilloso calcáreo, muy seco, “tierras pobres y de poca producción”.
La bodega elabora dos vinos principales: el joven García Huizi, elaborado por maceración carbónica, y Madi, de edición limitada —apenas mil botellas— producido a partir del escurrido (trasnocho) del primero, que realiza la fermentación maloláctica en barrica nueva de roble (60% francés y 30% americano).
A pesar del auge del vino blanco en el mercado, en García Berrueco no se plantean aún ampliar hacia ese estilo. “Ganas, pocas”, confiesan con honestidad, priorizando fidelidad a su origen sobre las tendencias. El alma del vino, insiste, está en la uva. “Nosotros somos productores y lo que hacemos es meter las uvas dentro de la botella. Queremos que quien beba nuestro vino sienta las características del suelo y de la uva tal cual son”. Si tuviesen que elegir un vino que represente la identidad de la bodega, no dudan: García Huici. “Ese es nuestro ADN de toda la vida”.
Aunque el enoturismo no es su eje principal, sí reciben visitas bajo demanda. “Nos gusta que la gente que viene pueda interactuar, hablar con el bodeguero, hacer preguntas. Eso es lo bonito: la cercanía”. Las visitas incluyen explicaciones sobre el proceso de producción y elaboración, y, por supuesto, catas comentadas.
Reportaje publicado en nº 251 de La Prensa del Rioja
