Con esta medida, la bodega reduce los materiales auxiliares de la botella y da un paso más en su apuesta por la sostenibilidad y el medioambiente
Texto: Antonio Egido
Marqués de Riscal Reserva es el vino más internacional de la compañía y en su añada 2020 sale a la venta sin la malla y con una etiqueta renovada. Con estas medidas, se reducen significativamente los materiales auxiliares de la botella, disminuyendo, por lo tanto, los residuos generados, evaluados aproximadamente en 14.000 kilos de latón. La eliminación de la malla supone un gran paso que acerca a la compañía a cumplir sus objetivos ya que figura en su ADN, la apuesta por la sostenibilidad y el medioambiente que es fundamental.
En Rioja Alavesa es la bodega que más hectáreas de cultivo ecológico tiene, así también, Marqués de Riscal apuesta por el autoconsumo y cuenta con varias instalaciones de paneles fotovoltaicos en su bodega de Rioja promoviendo un sistema energético más limpio. Todos sus viñedos en Rueda cuentan desde 2018 con el certificado de agricultura orgánica.
Tras casi 150 años de uso, este elemento ornamental se había convertido en un icono en todo el mundo. Marqués de Riscal comenzó a utilizar la malla desde su aparición en el mercado en el siglo XIX, siendo la primera bodega española en hacerlo. Pasaron muchos años hasta que se popularizaron como símbolo de vino de guarda en Rioja, extendiéndose con posterioridad a otras zonas vinícolas españolas para vinos de alta gama.
Su época de mayor éxito fueron los felices años 20 cuando las mallas se popularizaron en los hoteles más exitosos de Madrid. La mayoría de las bodegas mandaban el vino en barriles para venderse a granel o se embotellaba en destino por los propietarios de los incipientes despachos de vino y los restaurantes que se encargaban de llenar las botellas.
Ese acto era un factor de riesgo porque, debido al éxito de ventas, se tendía a utilizar vinos de otras procedencias para rellenar las botellas. Los hoteles y negocios más prestigiosos no recurrían a este tipo de prácticas. Las bodegas, al ser conscientes de esta picaresca, utilizaron las mallas lacradas para garantizar la autenticidad y no ser rellenadas. Marqués de Riscal siempre mandó el vino embotellado con la red desde la bodega.
La costumbre casi desapareció con la escasez de materiales como consecuencia de la II Guerra Mundial, aunque Marqués de Riscal nunca dejó de utilizarla.
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