Un término, el de histórico, que ya aparece en su título al presentar a Bodegas Franco-Españolas como “testigo de la historia de Logroño”, e histórico porque se han encargado de elaborarlo y redactarlo el equipo del catedrático de Historia Moderna de la Universidad de La Rioja, José Luis Gómez Urdañez, integrado por los doctores Sara Bustos Torres, Emma Juaneda Ayensa y César Luena López.

Texto: Antonio Egido

En la presentación de este libro, en el seno de la Universidad de La Rioja, José Luis Gómez Urdáñez se refirió a él como el resultado de la unión de una empresa con la Universidad, “en lo que supone poner un ladrillo más en el edificio de esta sociedad”.

Partiendo de épocas en los que el vino era una parte del jornal que se pagaba a los trabajadores, o como elemento esencial del alimento diario por su aporte de energía, el doctor afirmó que la cultura del vino hay que seguir haciéndola, pero acompañada de algo más, es decir del “estudio de muchas y diferentes fuentes que nos ofreció la propia bodega, analizando cada papel”, si bien apenas quedan de la etapa de Rumasa.

Apoyado en distintas imágenes, trazó la historia de esta bodega recordando que en 1891 se realizó la primera vendimia según el diario Nueva Rioja, de la constitución de esta bodega familiar o del ferrocarril, necesario para la salida a la exportación; de las ampliaciones de capital o de la llegada de la filoxera, sin olvidar los continuados cambios de su accionariado…

Como grandes hitos de esta bodega y de la historia de Logroño, Gómez Urdáñez se detuvo en la “riojanitis” de los años veinte del siglo pasado, es decir del lobby de presión en la toma de decisiones favorables para el vino de aquí, en Madrid; de los problemas que supuso para el mundo del vino la Guerra Civil, entre ellos la falta de vidrio para embotellar y de camiones para transportar el vino; de la apertura al tráfico de vagones de vino camino del mercado exterior en 1940, o la polémica sobre la imagen de Sagasta que se situó frente a la puerta de la bodega.

No olvidó mencionar las consecuencias de la crisis del petróleo, la etapa de Rumasa o la expropiación y compra de la bodega a cargo de Marcos Eguizábal, un personaje de muchos perfiles y al que Gómez Urdáñez defendió por su visión de empresario.

En resumen una bodega vista por historiadores, y por lo tanto, cargada de una documentación que abala todo y cada uno de los datos que se aportan en “125 años Bodegas Franco-Española, testigo de la historia de Logroño”.