El director técnico del Consejo Regulador, Pablo Franco, dirige una espectacular cata de vinos varietales ‘en rama’ para la Asociación de Sumilleres.
El director del Órgano de Control del Consejo Regulador, Pablo Franco, ofreció el pasado 12 de abril a la Asociación de Sumilleres de La Rioja una espectacular e inédita cata de 28 vinos de Rioja, la mayoría varietales tomados directamente de depósitos de las bodegas, con el fin de proyectar una nueva mirada sobre la cambiante realidad actual de la Denominación. Cuantos tuvimos el privilegio de asistir al taller de cata nos vimos gratamente sorprendidos por la lección magistral impartida por Franco sobre la quincena de variedades cultivadas actualmente en Rioja y su visión iconoclasta del futuro de los vinos de esta histórica Denominación.
La exhaustiva descripción que realizó del comportamiento agronómico y enológico de cada variedad, evidencia un riguroso trabajo de puesta al día de los conocimientos sobre la viticultura riojana, que en los últimos quince años no solo ha duplicado el número de variedades de uva autorizadas sino que ha experimentado una gran transformación en las técnicas de cultivo. Además, no dudó en añadir su particular visión del papel que pueden jugar algunas variedades en el futuro del vino de Rioja, tanto por la incidencia del cambio climático como por la propia evolución de la demanda. Una vez más, el responsable técnico del Consejo hizo gala de su alto grado de compromiso con la innovación para lanzar propuestas tan arriesgadas como “el arranque de ‘tempranillos Ph4’ en ciertas áreas de Rioja a fin de sustituirlos por otras variedades, como el graciano, con mejor capacidad de adaptación a los condicionantes del cambio climático”.
El planteamiento inicial de la jornada consistía en repetir un ejercicio ya realizado por el Consejo Regulador en la última edición de San Sebastián Gastronómica (‘Rioja, 100 km de contrastes’), tal como había decidido la Junta Directiva de la Asociación al planificar el programa de actividades de formación para este año 2022. Conscientes de la profunda transformación que está experimentando la región, el objetivo era ofrecer una visión general de la rica diversidad vitivinícola de la DOCa Rioja, de los contrastes que podemos encontrar a lo largo de los 100 kilómetros de viñedos y las casi 600 bodegas que hay en la Denominación, iniciando así el recorrido por las diferentes comarcas de Rioja que se llevará a cabo en sucesivos talleres de cata.
Sin embargo, el director de los Servicios Técnicos del Consejo sorprendió a los asistentes con un planteamiento didáctico de la cata muy diferente al previsto y, en lugar de la decena de vinos representativos de ese recorrido por el conjunto de la Denominación (desde los llamados ‘vinos de estilo’ a los de ‘origen’, desde los grandes vinos de ensamblaje a otras apuestas de futuro como los vinos de “Viñedo Singular”), presentó una memorable selección de vinos varietales que permiten conocer mucho más profundamente las ‘herramientas’ con que cuentan las bodegas de Rioja para ‘diseñar’ el producto que finalmente presentan al mercado.
Pablo Franco mostró un cuadro de la distribución por variedades de la superficie vitícola de la Denominación en el que se visualiza ostensiblemente el monopolio del tempranillo (un 80% del total cultivado, frente al 6,8% de la garnacha tinta, mientras que en los años setenta ésta ocupaba el 39% de la superficie vitícola, frente al 31% que ocupaba el tempranillo). Aseguró no entender que una variedad de alto valor enológico como el graciano tan solo represente el 2% de las 66.271 hectáreas de viñedo con que cuenta actualmente la DOCa Rioja. Al analizar la capacidad de adaptación de las diferentes variedades de uva al cambio climático, fue todavía mucho más contundente al expresar su opinión sobre el gran potencial de calidad que ofrecen las cuatro variedades (garnacha, graciano, mazuelo y maturana tinta) de las que se cataron un total de 14 muestras. Entre las cuatro suman el 11% del viñedo riojano, lo que llevó a Pablo Franco a concluir la necesidad de diversificar la producción y lanzar a los viticultores un mensaje tan cargado de razón como probablemente polémico: sustituir por estas variedades las plantaciones de lo que denominó ‘tempranillos Ph4’. El impacto del cambio climático en las zonas del valle que ocupan estos viñedos de tempranillo parece irreversible y la superficie de cultivo disponible en altura es muy limitada, por lo que no parece nada descabellado plantear un cambio en la estrategia varietal. A fin de cuentas, tal cambio no sería sino una forma de recuperar el ‘espíritu’ del Rioja, históricamente basado en el ensamblaje de los vinos que se elaboran de las diferentes variedades de uva en la amplia diversidad de suelos y microclimas que posee la región.
Tanto las 11 muestras de vinos blancos de las variedades verdejo, chardonnay, sauvignon blanc, garnacha blanca, maturana blanca y tempranillo blanco, como las 14 muestras de vinos tintos de las variedades garnacha tinta, graciano, mazuelo y maturana tinta que Pablo Franco consiguió para la cata, reflejaban perfectamente las características diferenciales de sus respectivas procedencias. Del mismo modo, salvo alguna excepción como la maturana blanca, de la que Franco se declaró defensor entusiasta, estos vinos en proceso de elaboración tomados directamente de bodega mostraban mayoritariamente una clara vocación por el ensamblaje. A modo de ejemplo, el director de la cata escenificó este estilo tradicional de Rioja con cuatro vinos tintos de diferentes añadas y categorías que pueden encontrarse actualmente en el mercado. Pusieron un digno colofón a un ejercicio didáctico que todos los asistentes coincidieron en valorar al máximo nivel, expresando su agradecimiento al Consejo Regulador de la DOCa Rioja por la organización de la actividad.
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