El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido

Para este periodista, la evolución del agricultor riojano, especialmente el que se dedica a las viñas, dio pasos de gigante en su evolución en la historia de esta Comunidad, cuando el vitivinicultor llegó a comprender: 1º, que la calidad del vino está mayoritariamente en la calidad de las uvas, por lo tanto hay que trabajar, desde la poda hasta la vendimia, mimando especialmente ese fruto que da la vid y ojo, que esa calidad te la sepan valorar -lo que significa buen precio- por parte de los bodegueros, porque mal hacemos vendiendo uvas como si cualquiera de toda la Denominación, fuera igual. 2º, que deben ya pasar los tiempos en los que se venda este producto, por debajo de sus costes, que en ocasiones así ocurre, por lo que mejor mañana que pasado, debe llevarse a rajatabla la Ley de la Cadena Alimentaria, porque todos debemos ser responsables de que si bien en este país normalmente se dictan excesivas leyes, la realidad nos demuestra día sí, día no, que seguramente por una idiosincrasia de un país cantábrico-mediterráneo-atlántico, nadie hace por cumplirlas o porque se cumplan, lo cual es todavía más grave. 3º, y lo que es más grave, el campo no tiene techo, por lo que todo lo que venga del cielo, por causas indiscutibles -aunque haya negacionistas de todo- del cambio climático, suponen que todas las esperanzas puestas en una buena cosecha, por las lluvias muy localizadas, las heladas, las nieves a destiempo o excesivas, den al traste con toda la cosecha.

Esta semana me quiero detener en este último capítulo de la evolución del agricultor en general, para incidir en el seguro -por cierto, del que no me llevo parte para nada, por si acaso lo piensan los siempre malpensados- que deben todos y cada uno de los agricultores suscribir para tener, por lo menos, algo a qué agarrarse si las condiciones meteorológicas son adversas. Y lo que los últimos años vienen demostrando es que lo son, y muchas.

Aporto datos de Agroseguro -sobre los que los políticos suelen hablar siempre a pie de desastre- sobre el año 2021: las indemnizaciones que correspondieron a los agricultores y ganaderos asegurados en La Rioja, por los siniestros se elevó a los 22 millones de euros, lo que supone un 26 % más que los del año 2020, siendo el montante nacional de 722 millones de euros. De los datos regionales, indicar que se han abonado prácticamente el 90 % de las mismas es decir 20,3 millones de euros. A los viticultores riojanos, que sufrieron tanto las heladas de principio del año 2020, como las tormentas con pedrisco tanto en primavera como en el verano, ha correspondido 8,9 millones de euros, lo que ha supuesto un 20 % más que lo percibido en el año 2020.

Pero aún tenemos más datos. Agroseguro indica que la siniestralidad registrada en cuatro de los últimos cinco años, señalando los ejercicios 2017, 2018, 2020 y 2021, junto al 2012, son los de mayores indemnizaciones en los 42 años del sistema español.

Sin ser catastrofista, pero viendo lo que hacemos con la naturaleza, no queda más que velar todos y cada uno de nosotros, por el reciclaje y la reutilización, es decir, algo que podemos y debemos mantener a nivel individual para que el efecto mariposa -explicación de los fenómenos físicos relacionados con el caos según la cual una pequeña perturbación en un sistema puede tener consecuencias considerables e imprevisibles- no sea una realidad. Hay que incitar a los agricultores a que, ya que están expuestos a un clima que cada día más se muestra con auténticos dientes de sierra, garanticen parte de su cosecha con un seguro.

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