El mundo del vino a sorbos
Texto: Antonio Egido
Las semanas van pasando y pasando metidos en una pandemia sanitaria, por lo que le hemos solicitado a nuestro buscador que nos ofrezca una visión del tiempo trascurrido desde el inicio del temible COVID-19, dentro del mundo del vino, y por ello las consecuencias económicas en un mercado que apenas se ha podido mover en algo más de dos meses.
La primera página que encontramos es de ‘interprofesionaldelvino.es’ donde entresacamos estas palabras que son, en principio, esperanzadoras: ”Dicen que es importante no desperdiciar una crisis porque a veces pueden ocurrir cambios importantes en tiempos turbulentos que de otra manera serían imposibles. Como se ha sugerido anteriormente, muchas empresas vitivinícolas están aprovechando la crisis como una oportunidad para pasar a los canales de comercio electrónico o para diversificar sus fuentes de ingresos. Puede que nunca hubieran llegado a esto sin la crisis. Ahora hay pocas opciones.
Hay buenos usos de esta crisis, como Pau Roca señaló en sus comentarios. Esta emergencia de salud pública mundial, por ejemplo, nos muestra la importancia de la experiencia científica y la acción colectiva cuando se enfrenta a un problema mundial. Sería bueno que el coronavirus nos hiciera pensar y actuar más seriamente de esta manera sobre otras amenazas globales, especialmente la emergencia del cambio climático global, que no desaparecerá cuando se resuelva la crisis del coronavirus”.
Si bien en ‘interempresas.net’ nos damos un baño de realidad que para el mundo del vino es el cierre de los mercados de consumo, por lo que se fijan en las consecuencias, es decir en las pérdidas económicas, referidos a los vinos de la zona Balear: “Las perspectivas no son buenas. Y las sensaciones, pesimistas. Para las bodegas españolas la parada de los mercados nacional e internacional pronostica un futuro complicado: “La situación augura grandes pérdidas económicas en los próximos meses. Nuestro funcionamiento y subsistencia depende de las ventas de vino que se produzcan al consumidor final, tanto por la compra en establecimientos especializados como en restaurantes. Si estos permanecen cerrados supone un paro casi total de nuestras ventas y, por lo tanto, de nuestros recursos económicos”, declara Carlota Pena.
Algo parecido indica Crespí, con las características propias de la zona Balear: “En Mallorca, las bodegas dependen mucho de la estacionalidad y el turismo, la pérdida del inicio o hasta de toda la temporada turística afectará muy negativamente a las ventas, reduciéndose drásticamente. En caso de que se recupere la actividad normal a principios de junio, y siendo optimistas en que se alargue la temporada turística, supondría un retraso en las salidas de las próximas añadas (2020)”.
En el caso de Pazo de Señorans, la bodega ya cuenta con las primeras cifras: “Las ventas se han reducido en un 85 % y esperamos que esta semana caigan hasta el 100 %, dado que un número mayor de países decretan el cierre de sus establecimientos hoteleros, restaurantes, tiendas especializadas… Además, los pagos por parte de los clientes se han congelado hasta nuevo aviso pero los salarios, impuestos, cargas sociales y gastos generales siguen existiendo independientemente de la falta de ingresos y de facturación”.
Y a todo esto, Pere Crespí se atreve a vaticinar que la falta de ventas y el aumento de superficie de viñas que vive Mallorca estos años van a conllevar una reducción del precio de la uva, afectando directamente a los viticultores”.
Palabras que podemos situar en todas y cada una de las Denominaciones de Origen. Por lo que nos vamos a otra zona vitivinícola española a través de ‘campogalego.com’ donde nos dicen que “Parece claro que 2020 será un mal año para el vino. La crisis económica mundial y la caída en las exportaciones se une a otras amenazas que ya hacían presagiar un año difícil para este sector. El incremento en las tasas arancelarias impuestas por Donald Trump en EEUU y la salida de Reino Unido de la Unión Europea suponían ya de por sí un escenario complicado para los productores españoles.
En el caso de los viticultores gallegos, que desde el año 2000 han logrado multiplicar por tres el valor de sus ventas en el exterior, se verán afectados por partida doble, tanto por la caída del mercado interno, provocada por el cierre de la hostelería en España, que ha hecho que se haya perdido ya la campaña de Semana Santa, como por la previsible bajada en las exportaciones.
Las consecuencias de la caída de ventas fuera de España podrían ser máis importantes en el caso de la Denominación de Origen Rías Baixas, la que acumula un mayor volumen exportador de las cinco denominaciones gallegas (en torno a un 30 % del vino de la D.O. Rías Baixas se exporta), aunque su menor producción en la última vendimia (de alrededor de un 16 %) podría mitigar las dificultades de las bodegas a la hora de dar salida a la producción. La previsible falta de mercado en 2020 se produce en el resto de denominaciones gallegas en un año en el que las bodegas están llenas de vino tras la excelente cosecha de 2019 en cuanto a cantidad y calidad, aunque su mercado exterior representa, con ligeras variaciones en función de la denominación, tan solo en torno al 10 % del total de ventas de Ribeiro, Monterrei, Valdeorras y Ribeira Sacra.
Estados Unidos, que supone un porcentaje considerable de las ventas de Rías Baixas fuera, está siendo muy afectado por la expansión del virus, que también está golpeando con fuerza en países europeos, como Reino Unido, Bélgica o Alemania, destinos principales para los vinos del resto de denominaciones, por lo que las consecuencias negativas serían más o menos generalizadas para todos los vinos gallegos”.
Cuentas, cuentas y cuentas que son las que diariamente realizan agricultores y bodegueros que han tenido que frenar su salida al mercado y por ello su posibilidad de venta y cobro. Mientras que en el campo las viñas siguen su ciclo natural que es el crecimiento para producir una uva de calidad que en septiembre será recogida… y que se convertirán en litros de vino a los que ahora mismo permanecen en bodegas y no han tenido su salida comercial. Consumamos pues.