El mundo del vino a sorbos

En esta semana le hemos pedido al buscador uno de los elementos más prácticos y claves del vino, el de su precio, aunque en esta ocasión hemos solicitado “los elementos que intervienen para determinar el precio de una botella”.

Texto: Antonio Egido

En ‘vinetur.com’ nos indican que cinco son los factores que influyen en el precio: “El enólogo y bodeguero Frédéric Brochet, conocido por realizar numerosos experimentos para demostrar que los expertos en vino no saben realmente diferenciar las calidades, afirma que ninguna botella de vino cuesta más de 15 euros de producción, y que en gran medida el alto precio de los vinos sólo es mitología y marketing. «Son los propios catadores los que crean las diferencias entre los vinos», afirma Brochet.

EL PRECIO DE LA UVA

Las uvas son la materia prima y principal input de producción para la elaboración del vino. El precio de una determinada cosecha de uvas va a marcar también gran parte de la etiqueta de ese vino. Cosechas escasas, o regiones de producción con precios de uvas elevados pueden influir notablemente en el precio de la botella.

LOS COSTES DE PRODUCCIÓN

Otro de los factores fundamentales a la hora de fijar el precio de un vino son los costes que conlleva producirlo. Un vino elaborado con altos parámetros de calidad, sometido a una cuidada crianza y embotellado en el mejor envase de vidrio, con el mejor tapón y una cuidada etiqueta, disparará notablemente el precio sobre un vino a granel elaborado en un envase común. Por otro lado, la dimensión empresarial de la bodega, la capacidad de producción y el control de costes pueden servir también para reducir el precio de una marca de vino.

LAS DENOMINACIONES DE ORIGEN

La Denominación de Origen, es decir, las regiones vinícolas donde se desarrollan estas marcas de calidad también influyen en el precio. Los costes de elaborar los vinos al amparo de estos organismos certificadores, incrementan la calidad y seguridad del producto, pero también su precio.

LA MARCA Y LA IMAGEN

En temas de marketing del vino, el precio se dispara. Podemos tener dos botellas de la misma uva, la misma cosecha, la misma elaboración, y con la misma denominación de origen ambas, y con evidentes diferencias de precio determinadas por la imagen de marca. La promoción y la publicidad, pueden incrementar las ventas del vino, y también el precio del mismo.

EL LUGAR DONDE SE COMPRA

El precio de una botella de vino también está determinado por el lugar donde la adquirimos. En tiendas especializadas o delicatessen, el precio aumenta con respecto a supermercados y grandes superficies, y si hablamos de hostelería es habitual que el precio se dispare”.

Y en ´terroaristas.com´ atendemos a un reportaje que nos pregunta “¿Existe relación entre la calidad y el precio de un vino?” y nos indica que “El neuromarketing es una disciplina avanzada dentro del ámbito del marketing tradicional. Su función es investigar y estudiar los procesos cerebrales que intervienen en la toma de decisiones cuando se produce la elección de un producto en el momento de la compra. Literalmente, leen la mente del consumidor para conocer nuestros deseos, motivaciones, que nos impulsa a consumir, etc.

La herramienta más usada por el Neuromarketing es la llamada Imágenes por Resonancia Magnética (IRM). Una IRM es una técnica no invasiva que utiliza campos magnéticos y de resonancia para obtener información sobre la estructura y áreas del cerebro que se activan ante situaciones o estímulos determinados. Según la zona del cerebro activada se puede medir la influencia del estímulo, si nos aporta placer…”.

Y tras exponer un ejemplo práctico llega a las siguientes conclusiones: “Un aumento en el precio del vino provoca un aumento en las expectativas en el momento de consumo que incrementa la actividad de la zona del cerebro encargada de dar placer. El cerebro nos premia con una sensación más placentera cuando consumimos algo que percibimos como más caro.

A partir de aquí, cada uno que defienda su postura.

Es cierto que el sistema de cata de los concursos, guías, etc. es refutable y tiene mucho que mejorar. Presentar muchos vinos seguidos provoca fatiga del sensor e interacciones en el sabor de unos vinos con otros por las cuales unos resultan penalizados y otros beneficiados.

Las condiciones ambientales, la temperatura a la que se sirven los vinos, el tiempo de oxigenación (los vinos más complejos deberían ser descorchados con bastante más antelación puesto que necesitan mucho más tiempo para expresarse y alcanzar su plenitud) la preparación de los catadores, los gustos personales e incluso el día de la semana son variables difícilmente controlables que influyen en la percepción y en última instancia en el valor de los resultados obtenidos.

Sin embargo, y aunque no nos guste admitirlo, carecemos de la habilidad necesaria para definir lo que es calidad y por lo tanto pagamos más por un producto simplemente porque alguien (el mercado, los líderes de opinión, lo medios especializados) dicen que es mejor. La realidad es que no existe una correlación entre la calidad de un vino (y de muchos otros productos) y el precio que pagamos por él”.

No es muy nuevo eso de que los sentidos e incluso el cerebro nos engaña, pero la conclusión más inmediata es que el precio del dinero es algo tan aleatorio como decir que un vino es el mejor del mundo, expresión que siempre merece una pregunta, ¿para quién?