El ‘descubrimiento’ de las propiedades saludables del vino (‘la paradoja francesa’) por los norteamericanos hace 25 años representó un hito en la consideración social del vino difícilmente reversible.

Texto: Javier Pascual

El pleno del Parlamento Europeo ha aprobado por amplia mayoría un informe de la Comisión Especial sobre Lucha contra el Cáncer (BECA), que incluye recomendaciones relativas al consumo nocivo de alcohol y a la inclusión de información sobre consumo responsable en el etiquetado de las bebidas alcohólicas. Un planteamiento muy alejado de la redacción inicial, que en caso de no haberse revisado, sí podía representar un perjuicio para la imagen del vino como bebida saludable. Como nos recordaba el eurodiputado riojano César Luena, que ha trabajado en la presentación de las enmiendas, la modificación era previsible teniendo en cuenta lo que el propio vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, declaraba el año pasado: “no vamos a prohibir el vino ni a etiquetarlo como un producto tóxico, el vino es algo nuestro”.

Aunque se trataba de un informe realizado por iniciativa propia de la Comisión y no de una propuesta de carácter legislativo, para lo que el BECA carece de competencias, las alarmas saltaron en el sector del vino, alentadas por el oportunismo político y los titulares sensacionalistas. La reacción de algunos políticos regionales y portavoces del sector ante la presunta amenaza se percibe ahora desproporcionada, ya que “el informe aborda desde una perspectiva de salud pública la lucha contra el cáncer aplicando un enfoque integral, es decir, considerando todas las fases de prevención, detección y tratamiento de la enfermedad y limitándose a presentar una serie de recomendaciones a la Comisión y los Estados miembros sin ninguna consecuencia jurídica”.

“Para evitar posibles perjuicios para determinados sectores como el del vino, hemos introducido algunas enmiendas que aportan un matiz importante entre consumo y consumo pernicioso”, nos explicaba César Luena. Más de la mitad de los diputados han apoyado esta precisión que no altera en lo fundamental el texto, calificado de “impecable” por el diputado socialista, “pero que introduce un matiz necesario”. En línea con este cambio destaca, además, una enmienda encaminada a introducir en las etiquetas de las bebidas alcohólicas información acerca del consumo moderado y responsable en lugar de etiquetas de advertencia sanitaria. “Es evidente que se trata de puntualizaciones razonables que no afectan al núcleo del informe que, recordemos, está planteado desde una perspectiva de salud pública y se centra por tanto en luchar y vencer a la enfermedad”, aclara Luena.

La Comisaria de Salud, Stella Kyriakides, afirmó el mismo día del debate -15 de febrero- que la Comisión Europea no se plantea ahora mismo hacer ninguna campaña específica sobre la vinculación de alcohol y cáncer. Pero la campaña la han hecho gratis quienes se han erigido en defensores del vino frente a lo que solo era el enunciado de una posible amenaza, que no hubiera trascendido sin los altavoces que tan desafortunadamente se les han prestado a sus promotores. Después del ruido mediático, para una buena parte de las audiencias solo ha quedado el eco de dos palabras: cáncer y vino, sin reparar en cual haya podido ser el contexto en que se han visto asociadas, ni importar cual es la opinión de los europarlamentarios o si se ha traducido en algún tipo de medida efectiva. Lo he comprobado personalmente a través de diferentes comentarios y consultas provenientes de un perfil de consumidor normal. Tal despropósito es la consecuencia de tan errónea y nefasta estrategia de comunicación.

Luchar contra el cáncer es un objetivo que difícilmente va a contar con detractores y que, en consecuencia, resulta banal poner en tela de juicio con argumentos como que “el negocio del vino es muy importante para la economía de España” o que “forma parte de nuestra cultura y tradiciones”. Todo el mundo tiene como prioridad la salud. Y esa es la base sobre la que se ha actuado para modificar el informe en el foro adecuado, aludiendo al consumo moderado y diferenciando el vino de otras bebidas alcohólicas, en tanto que alimento integrante de la dieta mediterránea. Porque, “aunque este informe no es una ley -nos advertía Cesar Luena-, sí que puede influir en que se presenten determinadas leyes a futuro tomándolo como punto de partida.

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