El Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMv) ha elaborado un dossier estadístico sobre la evolución del vino en el mundo y en España durante la última década. Lo ha publicado al cumplirse diez años desde su creación en 2008 a iniciativa de las bodegas españolas agrupadas en la FEV y con el apoyo del MAPA, al que rápidamente se sumaron la Secretaría de Comercio y el ICEX, integrando inicialmente a todas las instituciones relacionadas con el vino español, CC.AA., consejos reguladores, cooperativas y organizaciones agrarias, con un único fin: “tener la mejor información posible sobre los mercados y la economía del sector vitivinícola español y mundial para facilitar las decisiones a los operadores y las instituciones del sector”.
El dossier estadístico se compone de 93 páginas de estadísticas y gráficos, con comentarios en cada uno de los apartados, destacando las claves de evolución en estos últimos años, las conclusiones globales sobre cómo ha ido el sector vitivinícola español en este periodo y algunas pistas sobre cómo puede ser el futuro. Este estudio se publica “en señal de agradecimiento por los muchos apoyos recibidos en este periodo”.
El consumo de vino en el mundo “se desplaza de los productores tradicionales a nuevos mercados”, exigiendo por lo tanto una nueva visión comercial y afrontando retos en cuanto a imagen, tipos de vino y distribución. España, por su parte, “ha superado grandes transformaciones derivadas del cambio de la OCM europea y la consiguiente disminución de las destilaciones, el descenso del consumo nacional y los cambios en los canales de distribución”. Estas son algunas de las conclusiones que se extraen del análisis que realiza el OeMv en el dossier estadístico 10º Aniversario
Según el OeMv, el sector del vino en España ha sufrido extraordinarias transformaciones desde 2008. En estos 10 años, se ha detenido la caída del consumo de vino en nuestro país, pero ha cambiado radicalmente la forma de distribuirlo; hacia un mayor peso de la distribución minorista y nuevas formas de venta directa. Ha desaparecido la destilación como medida de regulación de mercado, y el alcohol se ha convertido en un producto comercial más que, como el mosto, encuentra sus propias vías de comercialización con menores ayudas. Pero a pesar de tener una menor demanda nacional de vino y pese a una fuerte reducción del viñedo, las producciones no solo no han disminuido, sino que asistimos a varios años de cosechas récord. Todo ello nos ha lanzado a la internacionalización. Primero, de forma abrupta, urgente, masiva y especialmente a granel y a nuestros principales competidores, hasta convertirnos en los mayores exportadores del mundo. Poco a poco, mejorando el peso de las marcas, los envasados y nuevos destinos, que apuntan hacia una evolución progresiva de nuestro sector exterior que puede ser muy positiva en los próximos años. Todo ello tiene reflejo en los precios medios, la imagen y los resultados de los operadores.
En el mundo, también se han dado grandes transformaciones a las que el vino no es ajeno. El consumo se traslada hacia los países no productores. Nuevas formas de consumo, nuevos sabores, nueva imagen, envases y cierres, así como un gusto cada vez más extendido por los vinos tradicionales y lo que representan en la cultura, la historia y el medio ambiente, hacen crecer el consumo en lugares que tradicionalmente no lo bebían. Lugares, en muchos casos lejanos, que exigen un replanteamiento de los medios de distribución y la logística. Según el Observatorio Español del Mercado del Vino, las transformaciones entre los países productores y en el consumo mundial de vino van a seguir dándose y van a aumentar en los próximos años.
“España, como uno de los países líderes mundiales de este sector, tiene mucho que ganar. Pero, para ello, es imprescindible seguir de cerca lo que ocurre en los mercados, conocer cada vez más y mejor a los distintos tipos de consumidores en los diferentes segmentos de consumo, y adaptar progresivamente nuestras estructuras y carteras a las necesidades de los distintos mercados donde queremos estar presentes”.
El OeMv señala que por lo que puede deducirse del análisis del pasado, todo apunta a que:
- El consumo a nivel mundial se mantenga relativamente estable sobre los 240 / 245 millones Hl, por mayor crecimiento en los países no consumidores tradicionales, que compense la caída en éstos.
- El crecimiento principal provenga más del valor que del volumen, mezclando creciente “premiumización” con más consumidores de vinos sencillos, frescos y agradables a buen precio
- Las ventas a granel, el envasado en destino y la batalla por la mejor distribución de las marcas serán claves en los próximos años, en los que la revolución del comercio on line va a tener lugar, fomentando posiblemente una más fácil distribución de los vinos de alta gama en cantidades crecientes y un consumo masivo de vinos populares.
- Superada, poco a poco, la necesidad imperiosa de sacar mucho vino al extranjero de forma apremiante, la mejor profesionalización del vino español, la mayor fuerza de sus departamentos comerciales y, por lo tanto, mayor aproximación a los mercados de forma masiva, debe fomentar una mejora sustancial del valor del vino español; incrementando el volumen – siempre limitado – de los vinos de alta y muy alta gama, mejorando sustancialmente la comercialización de las principales marcas con gran esfuerzo en distribución (posiblemente con mayor inversión de extranjeros y en el extranjero) y aumentando la rentabilidad de los vinos de entrada de gama, que posiblemente vendamos en menor cantidad, pero cada vez más a clientes finales y menos a países productores.
- En España, la innovación en producto, gama, imagen y distribución puede derivar en ligera mejoría del consumo.
- Una producción cada vez mas profesionalizada y próxima a la comercialización debe tender a ajustar los rendimientos en búsqueda de mayor rentabilidad por kilo o litro producido y calidades adaptadas a diferentes mercados.