Texto: Javier Pascual, director de La Prensa del Rioja
El sector del vino en general y el de Rioja en particular no escapan a los efectos de la debacle económica generalizada a la que nos ha abismado la pandemia causada por el coronavirus. Bodegueros y viticultores han sufrido el cierre de la hostelería, que en el caso de Rioja canaliza más del 60% de sus ventas, así como la paralización de las exportaciones, debiendo afrontar ahora, en esta vuelta a la llamada ‘nueva normalidad’, un panorama plagado de incertidumbres, enemigo mortal de la normalidad económica. Reconocida esta realidad, desde el primer momento de la crisis he tratado de transmitir una visión en positivo con una serie de artículos que he venido titulando “oportunidades para el vino de Rioja en tiempos de coronavirus”, ya que estoy convencido de que este sector no es precisamente el que va a salir peor parado de esta crisis, entre otras cosas porque está mejor preparado para ello que otros del mismo gremio. He procurado ver la botella medio llena frente al ‘catastrofismo’ que por lo general acostumbran a transmitir las gentes del vino, hábito ancestral muy arraigado en lo agrario. Y de entrada no me parece que esta crisis pueda ser peor que la crisis estructural de principios de los años 90, con un gran desprestigio del vino y caída en picado del consumo, que abocaba al sector a un retroceso irreversible.
Esa visión en positivo -que no optimismo, algo impensable en esta situación- es la que he transmitido tanto en La Prensa del Rioja como en WinTech Forum 2020, un encuentro sectorial para profesionales del sector vitivinícola promovido por la empresa riojana de nuevas tecnologías Tipsa S.L. con la colaboración de Microsoft y la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CRCRV). Esta interesante iniciativa en la que he tenido el honor de participar proponía con acierto “pensar a raíz de la crisis sanitaria acerca de los retos y oportunidades que abre el nuevo escenario social mundial para las bodegas, los mercados internacionales, la comunicación…”. Al respecto tengo la intuición de que esta pandemia puede representar un punto de inflexión para un nuevo relanzamiento del vino como producto alimentario que vuelva a ocupar el espacio que tenía en el consumo hogareño, como acompañante habitual de las comidas, fundamento básico de la saludable ‘dieta mediterránea’. Los indicios en que me baso son varios, como por ejemplo los numerosos estudios sobre el comportamiento de los consumidores durante el confinamiento, entre cuyos resultados sorprendió el incremento de la venta de vino en los supermercados para el consumo en el hogar. La relación directa bodega-consumidores ha experimentado un gran impulso a través de las nuevas tecnologías y el incremento de las ventas online parece que ha venido para quedarse. También alivia que el vino no sea un producto perecedero y, además de atender a la hostelería, habrá que ‘reponer’ las existencias de esas cavas domésticas de las que hemos dado buena cuenta durante el confinamiento. En definitiva, creo que hay argumentos de peso para ver el futuro menos negro y entre ellos destacaría la consideración actual del vino como producto saludable y lúdico, dos aspectos muy valorados en estos tiempos. Por si fuera poco, los expertos en esas nuevas tecnologías que han participado en Winetech Forum 2020 auguran una incidencia positiva, que incluso le provocan a uno cierta inquietud. Es el caso del vaticinio que formula Ignacio Pascual, investigador del desarrollo del 5G en Ericsson, para quien “ni siquiera podemos imaginar ahora el impacto que tendrá en todos los campos, incluido el de la comercialización”. Parece aquello tan apocalíptico de “veréis cosas que ni siquiera podéis imaginar” y que, desde la tópica resistencia a la innovación, nos suena más a amenaza que a oportunidad. Creamos en lo segundo, lo necesitamos.