Las catas del 28º Concurso Mundial de Bruselas comenzaron este viernes 18 de junio en Luxemburgo intentando sortear la amenaza que representa la pandemia para la organización de eventos de gran envergadura. Los organizadores del Concurso han afrontado el desafío optando por reinventarse y durante 9 días más de 300 jurados internacionales se irán sucediendo en la cata de los 10.000 vinos en competición.
A pesar de las numerosas dificultades que supone la crisis sanitaria, el Concurso Mundial de Bruselas sigue ofreciendo a los productores una herramienta de marketing eficaz y reconocida por el público en general. La cancelación de festivales, exposiciones y eventos comerciales ha obstaculizado el desarrollo de la industria del vino. Con la celebración de un concurso este año, la organización hace todo lo posible por enviar un mensaje positivo y promover la rica diversidad cultural del vino. Más que nunca, los productores han mostrado su confianza en este concurso, como demuestra el gran número de inscripciones. Por primera vez desde su creación, se ha superado la cifra de 10.000 vinos inscritos, ¡todo un récord!
En una primera cata celebrada antes del comienzo de la primavera ya se evaluaron cerca de mil vinos rosados. Con ello se pretendía responder a las necesidades del mercado y al creciente interés de los consumidores por los vinos rosados. Esto proporciona a los productores galardonados las herramientas de promoción y comercialización necesarias en cuanto los vinos llegan al mercado. Todavía quedan 9.000 vinos listos para ser examinados durante los 9 días del concurso.
Este año, las catas se celebran en el Gran Ducado de Luxemburgo. Las laderas de los viñedos luxemburgueses se extienden en una franja de 42 kilómetros a lo largo del río Mosela, frente a Alemania. No es casualidad que el valle luxemburgués del Mosela, principal región vinícola del Gran Ducado sea uno de los principales destinos turísticos del país. La ruta del vino del Mosela luxemburgués y la espectacular belleza del paisaje de viñedos, bordeado por el curso del río Mosela, hacen que esta zona sea única y favorezca el enoturismo. Desde Schengen, en el sur, hasta Wasserbillig, en el norte, unos 340 viticultores cultivan unas 1.280 hectáreas de viñas, el 90% de las cuales están plantadas con variedades de uva destinadas a la elaboración de vinos blancos. Los catadores podrán descubrir las maravillas de los viñedos luxemburgueses durante las visitas organizadas en estricto cumplimiento de la normativa sanitaria vigente.
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