El Descorche de La Prensa del Rioja
En los momentos clave, la DOCa Rioja ha sabido experimentar una metamorfosis y salir fortalecida. Los mecanismos con que cuenta para amortiguar los efectos negativos del desequilibrio oferta-demanda han contribuido a ello.
Texto: Javier Pascual, director
El viejo fantasma de los excedentes y la secular polémica sobre los precios de la uva y el vino ha vuelto a recorrer el mapa vitivinícola español y europeo, sin excepciones esta vez. Aunque los meses previos a la vendimia han sido siempre propicios para suscitar polémicas, el sector parece haberse instalado actualmente en esa especie de carrusel de incertidumbres y ‘plagas bíblicas’ que, al decir del presidente del Consejo Regulador, Fernando Ezquerro, están afectando a las gentes del vino. No son pocos los que se van sumando a la tesis del ‘inminente naufragio’, del ‘tsunami devastador’, del ‘terremoto’ e incluso de la quiebra irreversible del negocio, en una especie de carrera por conseguir el titular más sensacionalista. Voces agoreras que vaticinan un final de etapa apocalíptico para los viticultores y bodegueros riojanos. Como en el Bolero de Ravel, el tono y el ritmo al que se han sucedido las previsiones catastrofistas han ido ‘in crescendo’. Una de las novedades técnicas que presentábamos en esta revista recientemente, “el ‘ebullómetro’ automático” (una gran innovación de TDI para medir el grado alcohólico), podría ser de gran utilidad si se adaptara para medir el estado de ánimo del sector, que parece sumido en un ‘maremágnum’ de circunstancias aciagas.
Demasiados frentes abiertos. La ‘batalla’ por aliviar unos excedentes de vino generalizados en todo el mundo está conllevando medidas extremas como el arranque de viñedo en Burdeos o la destilación subvencionada de vinos amparados por DO en España. Si difícil resulta gestionar la escasez de materia prima en una economía de libre mercado, resulta igualmente difícil gestionar una situación excedentaria en un sector acostumbrado a la sobreprotección. En la DOCa Rioja se han arbitrado durante los últimos veinte años medidas destinadas a amortiguar los efectos negativos del desequilibrio oferta-demanda, medidas que han proporcionado una evolución relativamente estable de los precios y del conjunto de la economía del sector. Pero es obvio que la situación actual de los mercados requiere medidas de choque, por muy mal que suene la retirada de vinos para su destilación en una denominación de prestigio como Rioja.
La campaña electoral también hacía previsible que los candidatos reavivaran la hoguera de la ‘cuestión alavesa’ y añadieran nuevos episodios a esta larga y tediosa teleserie, tan golosa para el ruido mediático. Igual de mediático que la renuncia de la Asociación de Bodegas Familiares de Rioja a seguir participando en el ‘parlamento’ del sector, el Pleno del Consejo Regulador, en el que consiguieron un 8% de la representación del sector bodeguero en la última renovación. La representación se fija con criterios estrictamente económicos y piensan los ahora disidentes que ha de reinventarse el modelo de gestión para dar más protagonismo al tejido de pequeñas explotaciones que, en su opinión, ofrecen una mejor imagen de la región y dan mayor valor añadido a la producción. La convivencia de modelos empresariales muy diferentes, desde los familiares y cooperativistas, hasta los integrados en grupos multinacionales, aunque pone permanentemente a prueba la capacidad de gestión de la Interprofesional y el Consejo Regulador, representa también una de las fortalezas de la DOCa Rioja. Encontrarán la fórmula para que siga siendo así.
Ya decíamos en el anterior número de esta revista que resulta evidente que “la nave del Rioja va”, contra viento y marea e incluso en buena dirección, pues en los momentos clave, las gentes del vino han sabido impulsar los cambios necesarios para salir fortalecidos de las crisis. Tiempos de metamorfosis, días de vino y rosas (“rompieron a sangrar las llagas en mi piel y con sus pétalos me la curó mimosa”), pues no hay rosas sin espinas.