“Es un orgullo cumplir 150 años tratando de alcanzar la excelencia en nuestros productos. Hace falta esfuerzo, respeto por el oficio y un férreo compromiso con el entorno”, afirma Fernando Gangutia.
Ya son cinco las generaciones que han pasado por Tonelería Gangutia desde que en 1870 Tanis comenzara a trabajar como cubero para las bodegas de La Rioja. A día de hoy es su tataranieto Fernando Gangutia el que está al frente de esta centenaria empresa y afirma que “es un orgullo cumplir 150 años tratando de alcanzar la excelencia en nuestros productos. Somos conscientes de que las cosas no se consiguen de un día para otro. Hace falta esfuerzo, respeto por el oficio y un férreo compromiso con el entorno”.
“Santiago, hijo de Tanis, se da cuenta de que los nuevos usos de las barricas por parte de los enólogos galos pueden ser una oportunidad. Hasta ese momento los toneleros trabajaban por libre con las bodegas y es él quién monta uno de los primeros talleres de tonelería de la zona”, explica Teresa Pérez, gerente de Tonelería Gangutia, en referencia a los orígenes de la tonelería.
Las cosas han cambiado, continúa la gerente de la tonelería. “Fernando viene de la Universidad y su visión es más profesional. Sabe que hay avanzar y, para eso, se apoya en la tradición sin dejar de mirar al futuro. Que nuestro negocio familiar cumpla 150 años es un motivo de orgullo, pero también de responsabilidad, sobre todo en un año marcado por el Covid”.
Cuando la artesanía se tecnifica
Adaptarse a los tiempos es una de las labores más complicadas de una empresa. Gangutia ha conseguido tecnificar un oficio tradicional sin perder su esencia. “En los últimos 40 años palabras como I+D o Calidad Total están cada vez más presentes. Participamos en proyectos nacionales y europeos que buscan conseguir la barrica del siglo XXI. Seleccionamos las maderas en función del aporte tánico; diseñamos el curado de cada roble según su ADN y marcamos la diferencia con tostados revolucionarios”, destaca Teresa Pérez. También han empezado a probar con tamaños más grandes: 500, 600 y 700 litros que darán paso en breve a pequeños tinos.
Esta tecnificación no resta calidad a la barrica sino todo lo contrario. “Queremos llegar a bodegas o destilerías que sepan valorar el mejor producto”, y por estas razones trabajan sin stock y codo a codo con el cliente. “Es importante saber de primera mano qué vinos contendrán para hacer una barrica ‘a la carta’. Hoy por hoy, las barricas se han convertido en una de las herramientas enológicas más importantes con las que cuentan los enólogos en su trabajo”.
Bajo estas premisas, desde Gangutia tienen claro que trabajar con materias primas de gran calidad es la base de la excelencia. Por eso eligen los mejores ejemplares de roble francés, europeo y americano, así como maderas alternativas como la acacia, el cerezo el castaño o incluso el eucalipto. Los otros pilares serían el secado natural de la materia prima -que no baja de los 30 meses y que se realiza entre España y Francia- y el tostado a medida.
15.000 barricas anuales
Tonelería Gangutia produce alrededor de 15.000 barricas anuales, de cuya facturación un 20% responde al mercado internacional. Están presentes en casi todas las zonas vinícolas españolas, aunque es en Rioja y Ribera del Duero donde residen sus principales compradores: Bodegas Riojanas, Marqués de Cáceres, Montecillo, Martínez Lacuesta, Torres, Muriel, Coto, Valduero, Emilio Moro, Murua, Valdubón o Pernod Ricard. Es con la generación actual cuando se plantea la necesidad de salir a nuevos mercados. “Actualmente enviamos barricas a países como Sudáfrica, Chile, Argentina o Francia. Somos conscientes de que vivimos en un mundo global y es necesario diversificar. El año pasado creamos una pequeña filial en Estados Unidos, Tonelería Gangutia USA, con la idea de hacer crecer nuestras ventas en este país. Allí valoran la tradición y la calidad de una empresa como la nuestra”, afirma Teresa Pérez.
Pero el saber hacer, la apuesta por materiales de alta calidad y la tecnificación van de la mano del cuidado del medio ambiente. Y es que, en el mundo de la tonelería, donde todo gira en torno a un bien finito como la madera, “proteger el mundo donde vivimos no es sólo una opción, es una exigencia”. Por eso toda su cadena de producción, además de contar con certificados como PEFC y trabajar bajo las directrices de la ISO-14001, está enfocada a lograr una auténtica economía circular.