La tecnología de GAI ha transformado la fase de embotellado al corregir los defectos de las clásicas válvulas de llenado mecánicas porque mejora la precisión, flexibilidad y esterilización del proceso

La evolución de las exigencias cualitativas y el importante crecimiento del sector de vinos espumosos gasificados (método Charmat), llevaron a GAI, en el año 2013, a desarrollar un nuevo concepto de válvula isobárica de funcionamiento electrónico, con el que se propuso corregir todos los múltiples defectos de las clásicas válvulas de llenado isobáricas mecánicas y que ha revolucionado el mundo del embotellado por su tecnología, precisión y prestaciones. «La nueva válvula isobárica electrónica de GAI se desarrolló para abordar los múltiples problemas de las válvulas mecánicas clásicas, como niveles imprecisos, esterilización difícil y generación excesiva de espuma», destaca Alfredo Ibisate Director Gerente de Direma S.A..

La válvula isobárica electrónica de GAI representa un avance significativo en el embotellado de vinos, proporcionando una solución tecnológica que mejora la precisión, flexibilidad y esterilización del proceso. El embotellado isobárico mediante las tradicionales válvulas mecánicas (vinos gasificados), pero también el llenado de vinos tranquilos mediante válvulas de gravedad, están cediendo su lugar a esta novedad tecnológica, “por su flexibilidad y funcionalidad, responden a las cada vez mayores necesidades en términos de prestaciones, preservación del producto, calidad e incluso normativa”, explica Alberto Gil Director Comercial de Direma S.A..

Principales ventajas del llenado mediante válvula electrónica isobárica

Esta innovación no solo responde a las crecientes necesidades del mercado, sino que también establece nuevos estándares en la industria vinícola. La tecnología de llenado electrónica, diseñada inicialmente para productos gasificados, permite embotellar cualquier tipo de productos, tanto gasificados como vinos tranquilos. «Una de las grandes ventajas es su flexibilidad y funcionalidad, permitiendo su uso con cualquier tipo de botella, tanto de vidrio como de PET, y adaptándose a una amplia variedad de alturas, diámetros y formas», destaca Alfredo Ibisate. Esta capacidad de adaptación se traduce en una mayor eficiencia y calidad en el proceso de embotellado.

Otra característica destacada de la válvula electrónica es su capacidad para operar a una amplia gama de temperaturas. «A diferencia de las válvulas isobáricas antiguas que requerían temperaturas de llenado de 2 a 4 ºC, nuestra tecnología permite el llenado a temperaturas entre 0 y 15 ºC, minimizando la pérdida de producción», indica Jon Sáenz Director Técnico.

El sistema automatizado de la válvula gestiona todas las funciones críticas, desde la pre-evacuación del aire de la botella hasta el control del nivel de llenado. Esto se logra mediante un autómata programable que facilita la creación de «recetas» específicas para cada producto y condición de embotellado. «Esto asegura la repetibilidad y precisión del proceso en cada válvula de llenado», asegura Alfredo Ibisate.

A todo ello, se suman como otras dos ventajas significativas. Por un lado, la capacidad de regular el nivel de llenado de manera automática y centralizada, con una precisión de 0,5 mm. «Esto elimina la necesidad de intervenciones mecánicas, como la sustitución del tubo de nivel, que son inevitables en las válvulas isobáricas tradicionales». Por otro lado, la mejora significativa en términos de esterilización, «el diseño especial de la válvula, con diferentes canales para aire, gas y producto, junto con un sistema CIP, garantiza la ausencia de contaminación antes del embotellado», explica Alfredo Ibisate.

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