La startup francesa Onafis, ubicada en Nantes, ha revolucionado el entorno de las bodegas conciliando enología y ‘bigdata’ mediante la instalación de sensores conectados que permiten seguir en tiempo real la evolución del vino, desde su vinificación hasta su crianza. Estos sensores conectados se adaptan a cualquier tipo de contenedores (depósitos, barricas, ánforas, etc.) y miden en continuo las temperaturas, densidades, niveles y cantidades de gases disueltos que permiten alertar el enólogo en tiempo real de cualquier desviación, permitiendo una menor intervención en sus vinos y hacerla en el momento idóneo.
El fundador de la empresa, Alexandre Ermenault, es ingeniero informático y pasó los primeros 10 años de su carrera en la gestión de proyectos Cloud & Bigdata utilizando la metodología Agile. En 2017, tras una conversación con un ‘vigneron’ de la región del Muscadet en Francia, trasladó su experiencia al mundo del vino. Después de más de 3 años de investigación y desarrollo consiguió industrializar y comercializar sus primeras soluciones para seguir la evolución de los vinos en barricas, ánforas y depósitos. Hoy en día, Onafis está presente en 4 de los 5 principales ‘grands crus’ de Burdeos, así como en bodegas de menor tamaño en todas la DDOO francesas. Su objetivo es convertirse en la solución líder para la gestión y el monitoreo del vino en bodega y hacer de la trazabilidad una ventaja y no una restricción adicional.
Desde el verano pasado, en asociación con Frédéric Galtier, ya conocido por su contribución en la península a los grandes concursos internacionales, como el Concurso Mundial de Bruselas o las Garnachas del Mundo, Onafis se ha establecido en España. Tras varias implantaciones en Cataluña, ahora es el turno de La Rioja y de Castilla, que experimentan una fuerte efervescencia en torno a estas soluciones conectadas. Grandes bodegas cuentan ya con demostraciones y se está negociando la posibilidad de implantar la solución en grandes volúmenes de vino y en numerosas bodegas: «Queremos desarrollarnos a través de un socio distribuidor en esta región clave en el mundo del vino y, en particular, de su crianza», explica Galtier, «al igual que en Francia, la acogida es realmente positiva y podemos constatar que las bodegas aspiran a estas soluciones innovadoras que permiten una enología de mayor precisión y una menor intervención en los vinos, o bien al principio de las derivas y al arranque de los problemas detectados. Los enólogos no se equivocan: ganan en calidad y tranquilidad, por no hablar de los aspectos económicos y sostenibles que aportan estas tecnologías».